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miércoles, 3 de febrero de 2010

Capitulo 21: Aclaraciones necesarias.



Os presento de forma oficial a Alejo Onetti

Capitulo 21: Aclaraciones necesarias.

Cruzamos el umbral de apartamento. Las miradas de recelo entre mi madre y Alejo se habían sucedido durante todo el camino de vuelta, supongo que el asunto de que Andrea hubiese atravesado a la enviada del padre de Alejo no estaba del todo olvidado.
Clara ayudo a mi madre, que aun temblaba, a sentarse en el sofá. A mi no me parecía que la batalla, por decirlo de algún modo, hubiese sido para tanto, pero supongo que la presión que sufre una afra al separarse de sus hermanas y su sacerdotisa no es poca. Una vez Andriana estaba sentada, su hermana, porque a fin de cuentas ambas eran afras puras, se dejo caer a su lado.
-Siéntate por favor- le pedí a Alejo que estaba a mi lado. Me miro con sus preciosos ojos, pero no se movió ni un milímetro.- No me hagas obligarte, no quiero forzar tu voluntad.-
-¿Forzar su voluntad?- la voz de mi progenitora sonó incrédula.
-Sumisión- aclaro Clara.
-¿Pero ese es un poder de demonios?- continuo mi madre.
-Si, pero ella lo posee, y puede utilizarlo tanto con demonios como con afras-
-Y mi sumisión no funciona con ella,- yo mire a Alejo con total desconcierto, no tenía ni idea de que me estaba hablando, pero sus siguientes palabras alimentaron el recuerdo -cuando le ordeno algo solo me dice, “no me da la gana”- la escena que se desarrollo en mi habitación un par de meses a tras aconteció de nuevo en mi mente, menuda memoria gastaba este chico.
-Bueno dejemos el tema de los poderes para más adelante, ahora hay otras cosas que necesito aclarar.-
Clara contó de nuevo la historia de cómo su pequeño, que ya no era tan pequeño, se había quedado con ella en lugar de marchase con los otros demonios como correspondía y como mi padre había sido su tutor. Cuando llegamos a la parte en la que en señor Onetti se llevo a su hijo interrumpí a la narradora.
-¿No volviste a saber nada de Alejandro verdad?- ella negó con la cabeza,- ¿Y tu, mamá?-
-Nada, en este periodo ya pesábamos que no tenías poderes, así que decidimos, o más bien nos obligaron, a seguir cada uno con nuestro grupo, yo cuidaría de ti, aunque estoy segura de que el no lo habría permitido, adoraba a su pequeña. Entonces murió en extrañas circunstancias, y tan extrañas, porque es muy difícil matar a un demonio.- todos la mirábamos expectantes mientras ella seguía hablando, aunque parecía mas pensar en voz alta- Lo cierto es que en un principio atribuí su muerte a Aspir, ella es muy orgullosa y no permitiría a un demonio ganar la partida, aunque esta fuera por la propiedad de una humana, de igual modo todas las afras sabíamos que el no dejaría que se llevaran a su hija sin pelear, el caso es que tras su muerta nadie impediría que tu te quedases conmigo. Pero ella lo negó todo y finalmente la creí, y seguimos así nuestras vidas, tu perdiste a tu padre y cambiaste tanto, siempre austera y enfadada, tan sola, transmitías un continuo pesar a todas las afras que te rodeaban, pero cuando ese vestido apareció, pareció volver todo a su sitio, pasaste todo ese tiempo llorando y depuraste lo que llevabas dentro, el agua estaba en armonía contigo y tu eras pura y fresca como ella, pensé entonces que estabas desarrollando tus poderes, por fin, y que ahora podríamos vivir en paz con el resto de las hijas del gran elemento, y olvidar todo el dolor que me había ocasionado la perdida del único hombre al que he amado.- termino sus palabras envuelta en llantos, y yo no salía de mi sorpresa, resulta que mis padres se habían amado.
-Vale, ¿Quién sabe de donde salio ese maldito vestido?- pregunte un poco crispada por el gran cúmulo de mentiras y secretos que era mi vida. Como respuesta Alejo levanto la mirada de forma tímida, eso si que era una novedad.
-El vestido fue cosa mía- mis ojos se clavaron en los suyos expectantes- el de la princesa Apan fue el primer cuento que tu padre me contó, me dijo que lo había escrito para su hija, y cuando te encontré por casualidad en el instituto y te ví tan sola, tan perdida, no pude resistir la tentación de recordarte que debías escribir tu propia historia y no dejarte arrastrar por los acontecimientos.-
-Esta bien, un misterio menos,- apremie deseando cambiar de tema- si las afras no mataron a papá, solo quedan…-
-Los demonios- termino Clara por mí.- pero ¿Por qué matarían a uno de los suyos?
Las palabras se escaparon de mis labios sin que yo me diese cuenta- Porque había fallado la misión que le habían encomendado, vigilar a Alejo e informar cuando tuviese sus poderes.- todos asintieron de acuerdo, las cosas empezaban a tener sentido, bueno, si a esto le pudiese llamar sentido.
Todas las aclaraciones habían durado horas, y ya eran la una de la madrugada y todos estábamos agotados.
Alejo propuso que mi madre y la suya ocupasen la única cama del apartamento, yo esperaba que Adriana protestase, pero no lo hizo, Clara, como era su costumbre en las decisiones de su hijo, tampoco dijo nada.
Las mujeres salieron de la estancia apoyándose una en la otra, mientras yo no tenía ni idea de donde iba dormir esa noche.
El me sonrío con dulzura y como si hubiese sabido lo que pensaba le dio un tirón a la parte de abajo del sofá donde habíamos estado sentados, este se desplegó dejando a la vista una amplia cama, de la cuál yo desconocía su existencia.
-¿A la derecha o la izquierda?- me pregunto divertido, al parecer había olvidado todo lo que había ocurrido un rato antes. Yo no tenía muchas ganas de tonterías.
-Me da igual- musite. Me fui al baño y me puse la camiseta larga que utilizaba para dormir, me lave la cara y regrese.
A mi vuelta el salón estaba vacío, me tumbe en un lado de la cama, me tape con las sabanas y me oville.
Al poco rato note como la cama se hundía a mi lado.
-Tranquila, todo se va a solucionar-
-Tu padre mato al mío- esa frase bombardeaba cada parte de mi cabeza.
-Lo sé- su voz cambio- y no se lo perdonare, Alejandro se comporto conmigo como un padre, mientras que el mío ni si quiera venía a verme.-
Me incorpore un poco para mirar a mi interlocutor, tenía los codos apoyados en las rodillas y la cabeza reposaba en las manos, mientras los cabellos castaños se enredaban entre los dedos. Sus vaqueros habían sido sustituidos por un pantalón de pijama y su camiseta había desaparecido. Sería por la sensibilidad el momento, o porque era para eso y más, pero el caso es que no podía apartar los ojos de sus musculosos brazos. Me acerque un poco más y abrace sus hombros desnudos, era el primer gesto cariñoso que yo le dedicaba desde que nos conocíamos, y no le paso desapercibido. Levanto la cabeza y me dedico una dulce mirada, a la que siguieron sus apasionados besos, que calmaron todo el dolor que se había desatado en mi interior; me envolvió con sus brazos, y caímos en la cama, me retiro con cuidado el pelo de la cara y lo hecho hacía atrás.
-No te preocupes, no te dejare sola.-
-No te dejaría-
Y abrazados entre promesas nos quedamos dormidos.

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