Miraba el reflejo de mis ojos marrones en el espejo de dos metros enmarcado en forja que cubría por completo una de las paredes de la estancia. Los cambios que había sufrido en este tiempo era más que evidentes, era de suponer que tenían algo con haber madurado y asumido situaciones bastantes difíciles, pero aun así me sentía enormemente perdida, tenía mucho que solucionar y cada vez que un problema parecía llegar a su fin otro lo sustituía. Llene mis pulmones todo lo que pude y lo deje escapar, me pase los dedos por el pelo y me senté en el borde de la enorme cama con dosel de forja que reinaba en la habitación. La puerta se abrió y entro la pequeña de las demonio, se llamaba sol y era la única soportable de las tres.
-Señora aquí esta la ropa que me había pedido- el cambio de comportamiento había sido de trescientos grados desde nuestro primer encuentro.
-Gracias Sol.- mire el camisón que llevaba puesto, raso rojo con encajes en los tirantes y el escote, claramente no era de mi estilo. -Sol,-la llame antes de saliese de la habitación tras dejar la ropa en los pies de la cama -deja de llamarme Señora.-
-Si Señora- bufe como protesta mientras ella salía.
Me acerque a examinar la ropa, realmente no confía en lo que estas demonio consideraban discreto y menos aun después de el camisón que llevaba puesto. Al parecer esta vez no estaba tan mal, unos vaqueros de talle bajo, pero los suficiente alto para poder mantenerlo todo dentro y una blusa roja algo ajustada pero llevable, al menos sin tener en cuenta el escote demasiado prominente. No tenía otra cosa que ponerme así que me vestí sin pensármelo demasiado o no lo haría. Despues entre al baño me mojé un poco el cabello para ahuecármelo con las manos. Esta lista para la rutina que había llevado durante esta semana. Recorrí con lentitud los pasillos del enorme edificio de estilo victoriano que había sido propiedad de los Onetti desde hacía décadas y que ahora tras los hechos acontecidos me pertenecía a mi. Llegue a la puerta de roble y la preocupación que ya sentía se incremento al saber lo que me encontraría cuando la cruzase. Entre y me senté junto a la cama, tome su mano y me quede mirando como sus ojos se movían bajo los parpados, no soportaba verlo así pero no podía hacer nada más y no iba a dejarlo solo. Según habían dicho solo había que dejarlo descansar, intentando rescatarme había lanzado intitules ataques de fuego, que contra otro demonio apenas tenían efecto, y menos cuando este es más fuerte que tu, se había agotado hasta este extremo y ahora solo nos quedaba esperar que descansara y estuviese listo para recuperar el conocimiento.
-Señora- la estridente voz venía de la puerta así que me gire a mirar- el consejo a solicitado verla esta misma noche.-
Sabía que esto pasaría, a fin de cuentas no solo había heredado una preciosa casa, unas sustanciosas cuentas bancarias y varios siervos incondicionales, también venía en el lote un estupendo puesto en el consejo demoníaco y en el de acuerdos con las afras. Todo ello como resultado por haber matado con a su anterior ocupante, las leyes de los demonios eran algo extrañas. Si un demonio mataba a otro sin motivo el era igualmente condenado a muerte, pero si el demonio asesinado había atacado previamente a su asesino este heredaba todas sus posesiones.
-Claro- conteste, el hombre asintió y volvió salir. -Sabe- le dije a Alejo aun sabiendo que no me oiría- necesito tu ayuda con esto, sabes que no soy un demonio, y tener una parte demonio no hace que esto sea más fácil ¿Sabes?, necesito que despierte y me expliques como salir de esta- ni un solo cambio se produjo en el. Me levante de la silla y me encamine hacía la puerta, pero antes le bese suavemente en los labios.
-Sol- llamé.
-¿Señora?- la muchacha apareció de inmediato. Resignada a que no conseguiría que me llamase de otro modo no me moleste en protestar.
-Necesito que me busques algo adecuado para llevarlo esta noche-
-Enseguida Señora- y con una reverencia desapareció envuelta en llamas.
Seguí por el pasillo principal sin saber a donde me dirigía. Habría recorrido apenas un par de metros cuando el teléfono que llevaba en mi bolsillo trasero empezó a sonar, era el primer móvil que tenía y se había convertido en cuestión de necesidad.
-Hola mamá, me alegro de oírte- lo dije de forma automática por que era la única que me llamaba.
-Hola cielo, Clara y yo vamos para ya a ver a Alejo- su voz sonaba cansada.
-De acuerdo, avisare para que no os achicharren- era lo más común que podía pasar cuando las afras se acercaban a las mansiones de los demonios.
-Gracias cielo, nos vemos pronto-
-Adiós mamá- seguí caminando como opción para despejarme. Sin darme cuenta comencé a aumentar el ritmo, cada vez mas hasta que acabe corriendo por el enorme pasillo que parecía infinito. Los cuadros eran borrones en los márgenes de mi vista y los demonios que por allí rondaban me miraban preocupados, pero a quien le importaba. El pasillo se termino en una enorme y blanca puerta doble. La empuje con toda la fuerza de mi cuerpo y el impulso de venir corriendo desde lejos. Frene en el centro de la increíble sala cuyas pareces estaban completamente llenas de estanterías repletas de libros. Me acerque a una de ellas, eran novelas en su mayoría. Pero al cambiar de estante me di cuenta que a excepción de dos estanterías el resto contenían registros de datos de los demonios. No me contó mucho encontrar una con el nombre de mi padre. En el se relataba de forma detallada toda su vida, la aparición de sus poderes y todos sus cambios, acompañados con fotos de cada periodo de su vida, esto era un gran descubrimiento que tenía que investigar con mas detenimiento, pero este no era el momento, Clara y mi madre estarían al llegar y yo tenía que encontrar un motivo para no convertirme en parte del gobierno demoníaco, tenía mucho que hacer y nada de tiempo que perder.
¿Hablamos?
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Pobre Nalhué !! Debe estar re estresada !!! Alejoo despiertaaa !! :( Muyy bueno el capi, espero ansiosa el siguiente
ResponderEliminarBesoooos