CONTACTAR CONMIGO

entre_aguayfuego@hotmail.com
Entre agua y fuego esta inscrito en el registro de la propiedad intelectual de Granada con el expediente GR-565-09.

martes, 22 de diciembre de 2009

Capitulo 8: Puro fuego.

En la hora del recreo, Luís hablaba animadamente con sus amigos, a cerca, de un partido de fútbol para esa tarde, yo los escuchaba distraída sentada cerca de él, que se había empeñado en que los acompañase.
El día siguió igual de brillante y divertido, las siguientes horas pasaron rápidamente entre las bromas de Luís y sus amigos, que cada vez me eran más cercanos, y las miradas desconcertadas de los profesores, aunque hubo una mirada, que desconcertada o no, no se volvió a posar en mí, mientras yo me recordaba a mí misma que eso no me importaba.

La vuelta a casa fue como la de otros días, pero solo en parte, mes senté cerca de los chicos, pero no junto a Luís, para que pudiese cerrar los detalles para esa tarde. Cuando llevábamos parte del trayecto, una mano comenzó a tirarme del perlo de forma juguetona, al girarme, la cara encajada entre los asiento me provoco un nuevo ataque de risa.
-¿Vendrás al partido?- pregunto el chico con interés.
-¿Me ves a mí jugando al fútbol?- mi pregunta no necesitaba respuesta, pero aun así me la dio.
-No,- siguió riéndose -era por si querías venir a mirar.- sus azules ojos iluminados no me dejaron otra opción.
-Allí estaré- le prometí, recordando después que no sabía donde.
-¿Pero, dónde es allí?- mi voz sonó tímida, pero aun así, arranco una carcajada de todo el grupo, pude ver las lagrimas en los ojos de Raúl, mientras se las limpiaba con el dorso de la mano, su piel tostada rebelaba su procedencia, Sudamérica, concretamente Paraguay.
Entre por la puerta de mi hogar como salí esta mañana, cantando algo que no sabía que era, por primera vez en mucho tiempo el hambre me podía, así que fue directa a la cocina, a dar buena cuenta de lo que mi madre había dejado preparado, después, tras lavarme los dientes, busque entre mis antiguos discos de música, todo eran bandas sonoras de películas disney, el tipo de música que una suele escuchar a los seis años, pero tampoco me importo demasiado, cogí el de El Rey León, y me puse a dar saltos de un lugar de la casa a otro, hice los deberes entre gallo y gallo, no es que mi voz sea de lo mejor precisamente, y cuando volví de la sabana africana eran las seis, me puse las deportivas, un libro ,por si las moscas, y me dirigí al lugar que Luís me había indicado en el autobús, el día era precioso, y aunque hacía algo de frío tampoco era nada que estropeara el paseo.
Los chicos lo pasaron estupendamente, yo no me divertí tanto, pero mereció la pena ir, porque su felicidad era algo contagioso, y yo absorbí toda la que pude, por si mi determinación fallaba. Luís me ofreció acompañarme a casa, yo le dije que no era necesario, además ellos querían ir a tomar algo, y yo debía volver, para que mi madre al llegar no se encontrase el nido vacío.
Cuando llegue a mi calle las farolas aun estaban apagadas, supuse que como los días se hacían más cortos, aun no se habría calculado la hora del encendido, seguí caminado, la puerta blanca tan familiar me dio la bienvenida, para sorprenderme enormemente, al ver, que frente a está, había aparcada una enorme moto negra, me acerque con cuidado al vehículo, tenía pegatinas con forma de llama y una en la parte trasera que decía :Puro fuego. Me aleje de aquello y fui a dentro, tras un par de minutos el coche de mi madre ronroneaba fuera. Salí disparada hacía la calle, ya que mi sed de noticias me arrastro sin que pudiese evitarlo, casi choque con mi madre cuando esta cerraba la puerta del coche, sus ojos revelaban que había averiguado algo, y yo era incapaz de esperar un segundo más.
-¿Qué te han dicho en la tienda de vestidos?- las palabras se amontonaron en mis labios, y ni siquiera estaba segura de que hubiese entendido la pregunta, pero no estaba dispuesta a repetirla, necesitaba respuestas, cada célula de mi cuerpo las pedía a gritos, y yo era totalmente incapaz de seguir negándoselas.
-Hola mamá ¿Qué tal te ha ido el día?, muy bien cariño muchas gracias.- mi madre comenzó un monologo con voz irónica.
-Aunque, claro, con el cambio de carácter que has tenido, no se si puedo pedirte algo más- continuo hablado para si misma, pasado un minuto se dio cuenta de que mi impaciencia no había cambiado y volvió a hablarme -Entremos en casa y te lo contare todo con clama, no hace falta que los vecinos se enteren de los asuntos familiares.- esta expresión me bloqueo un poco, hacía tanto tiempo que nada era parte de una asunto familiar, es como si con la muerte de mi padre, la familia también hubiese muerto, porque ahora estábamos solas las dos, pero eso no quitaba que pudiésemos tener nuestra pequeña familia. Mi madre me paso un brazo por los hombro, me beso en la mejilla, y me dirigió al que volvía a ser nuestro hogar, cuando ya estábamos dentro mi madre continuo hacía el salón, y yo me gire con aire distraído para cerrar bien la puerta, cuando mire hacía fuera la gran moto negra, que un momento antes había captado mi atención, ya no estaba, y yo no me había dado cuenta, cada vez estaba más distraída, el dueño la habría recogido en mis narices y yo ni lo había visto, me estaba volviendo mas distraída de lo que ya era, aunque dudaba que eso fuese posible.

2 comentarios:

  1. acabo de encontrar tu historia, y me encanto, es muy buena.
    espero el siguiente cp .
    Bss
    aLba!!...

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias por tu comentario, eres la primera en dejar uno de estos.

    ResponderEliminar

La muerte de la virgen (Il Caravaggio)

La muerte de la virgen (Il Caravaggio)