La cosa no mejoro precisamente cuando volvió a tocar el timbre, me levante de mala gana y me dirigí a mi siguiente clase. Nada mas entrar en el edificio la calefacción me robo el alivio que el aire libre me había regalado, suspire ante el malestar que esto me provoco y seguí mi camino.
Al llegar al aula algo volvió a romper mi rutina, definitivamente el mundo conspiraba en mi contra. El chico al cual había servido de entretenimiento hacia mas o menos veinte minutos se había sentado en mi sitio. Bastante enfadada y sin poder comprender nada me dirigí hacía él, aunque el profesor de historia ya ocupaba su lugar.
-Ese es mi pupitre.- le espete si más preámbulos, ya había tenido una mala experiencia con mis intentos de ser educada, y no pensaba repetir.
-¿Perdona?- Pestañeo unas cuantas veces, no pude evitar que sus ojos me llamaran la atención, eran cobrizos, casi naranjas.
-Que ese es mi asiento, no se porque estas ahí, pero no deberías estar.- Había sido clara y concisa, ¿Qué parte era la que no entendía?.
-Lo siento, el profesor me dijo que me sentase aquí- lo que me faltaba, pensé, resultaba que ahora era tan invisible para el mundo que ni siquiera los profesores se percataban de mi existencia.
-Quizás haya sido un error- concedí, estaba harta hasta de discutir, solo quería que esto se acabase -el lugar de al lado esta vacío, puede que no se explicase bien.-
-Habrá sido eso- dijo en voz baja, claramente molesto. Después cogió sus cosas y se sitúo en el asiento contiguo, aunque estoy segura de que si hubiese otro libre habría salido disparado hacía él. Como su primer día que era tuvo que pasar por la vergüenza de ser presentado oficialmente ante todos, se levanto con total confianza, ni un tropiezo, ni un mal paso, la envidia me dio un fuerte picotazo, si hubiese sido yo antes de levantarme ya me habría caído. Tenía que reconocer, ahora que ni la vergüenza ni la rabia me cegaban, que era bastante guapo, su sonrisa era deslumbrante, y el pelo le caiga desordenado a ambos lados de la cara, era de un castaño diferente y brillaba bajo las lámparas fluorescentes. Todas las chicas, a excepción mía, sacaron sus encantos para el recién llegado, pero lugar a dudas, el mejor repertorio era el de Amanda, como no. La verdad es que a mí el atractivo del chico solo me incumbía en una cosa, como esté se sentaba a mi lado, ahora todas mis compañeras se pasarían las clases mirando hacía atrás, y eso me pondría bastante más que nerviosa, aunque en realidad no me mirasen a mí. Su voz sonaba mucho mejor ahora, que no estaba ni desconcertado ni enfadado. Era melodiosa, y bastante rítmica, aunque tenía un matiz fuerte que no terminaba de encajar. Según dijo, su nombre era Alejo Onetti, contó algo más de él, de donde venía creo, pero yo desconecte para darme cuenta, de que no era normal en mí la atención que le estaba prestado, la forma en la que había analizado sus rasgos y los matices de su voz, hoy estaba haciendo cosas muy raras, pero claro, también el día estaba siendo muy raro.
Alejo volvió a su sitió, trayéndose con el las miradas de todas las adolescentes del aula, cuyas hormonas parecían haberse puesto en píe de guerra. Que bonita estampa, con tantas caídas de ojos, y movimiento de pelo aquello parecía un concurso de belleza. Estaba segura de que, si no hubiese estado el profesor, la candidatas se habrían levantado para mostrar sus armas, aunque el no parecía notarlo, supuse que estaría más que acostumbrado a esas situaciones.
-Un chico con suerte-reí para mis adentros, y una fuerte competencia, me preguntaba que pensaría Luís de esto, cuando lo vi morderse el labio notablemente enfadado, la verdad la situación estaba tomando una dirección bastante divertida, y no pude contener una risa.
El nuevo pareció darse cuenta, me quede mas tranquila al observar que estaba demasiado lejos como para que fuese verdad. Siguió hasta su recién ocupado sitio y se sentó. Me miro de reojo, y yo no pude evitar mirar hacía la ventana, como respuesta a mi reacción su mirada se volvió más descarada, y tras un par de minutos me gire sin poder borrar mi cara de desconcierto.
-Me llamo Alejo- dijo sin previo aviso, después de mirarme a los ojos durante unos segundo, que me parecieron interminables.
-Ya lo he oído- le respondí con toda la frialdad que pude.
-Vale.- la indiferencia se pinto en su voz con toda claridad, como debía ser, esto me hizo sentir mejor, pero antes de que pudiera regocijarme en mi triunfo su voz volvió a sonar para estropearme el momento- Como estabas tan ocupada observando la flora y fauna de los alrededores, me pareció que no habías escuchado.-
-Muy suspicaz por tu parte.- me atreví a decir, mientras me giraba de nuevo hacía la ventana, el moviendo fue bastante rápido, y un mecho de cabello se escapo de mi coleta, cayendo suelto sobre mi frente.
-¿Y tu nombre es?- la pregunta parecía una trampa letal.
-Nalhué- musite.
-¿Perdona?- no estaba segura de si de verdad no se había enterado, o si es que había detectado la vergüenza en mi voz y le gustaba torturarme.
-Nalhué- conteste, esta vez con voz mas alta.
-Bonito nombre- estaba esperando cualquier respuesta menos esa, ¿el tío este me estaba vacilando? o ¿era sensación mía?. Sea lo que fuese, resulto más evidente cuando no hizo las preguntas que estaba esperando. Ni que mi nombre fuese como para no hacerlas. Simplemente continúo atendiendo a la clase como si tal cosa, mientras una sonrisa fugitiva iluminaba su rostro, si hubiese podido me habría levantado y lo habría matado, pero como no podía, simplemente intente centrarme en el anarquismo, socialismo, comunismo, etc.
¿Hablamos?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario