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Entre agua y fuego esta inscrito en el registro de la propiedad intelectual de Granada con el expediente GR-565-09.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Capitulo 10: Ni claras ni transparentes.

El lunes entró en la semana con la fuerza de un rayo, sacándome de la cama con ganas de comerme el mundo. Salí de casa sin paraguas, y me perdí en las calles de camino a la parada, las gotas de agua me caían por el rostro, resbalándome en la nariz. El cielo tenía un precioso color rojo, y la niebla lo difuminaba todo. Llegue a mi destino, y me resguarde bajo la cajeta de metacrilato forrada de carteles. Me quede mirando el cielo a través de esta, viendo como las gotitas repiqueteaban contra el techo transparente, una de las gotas cacto mi atención, y luego otra, no eran transparentes, si no rojas, salí corriendo fuera cubículo, y abrí la mano para poder verlas mejor. << ¡Esta lloviendo sangre!>> pensé. Una voz me sobresalto, me gire sobre mi misma y me encontré con las misma sonrisa burlona de hacia unos días.
-Te he vuelto a asustar- Alejo estaba plantado delante de mí, regalándome una de sus sonrisas.
-Si- dije yo aun conmocionada mientras bajaba los ojos hasta mi mano, la cual, permanecía abierta, y observaba las gotas que había en esta; totalmente claras e incoloras.
-¿Estas bien?- supuse que mi cara sería un cuadro, intente recuperar mi expresión, total ¿Qué iba ha hacer?, ¿Decirle que se me estaba yendo la pinza?, eso seguro que no.
-Si, claro, solo estaba distraída- intente sonreír, aunque no lo logre.
-Eso de estar distraída es normal en ti- muy suspicaz por su parte, aunque su expresión era tan dulce que no podía apartar los ojos de él.
-Si, jeje- reí de forma tonta, y al escucharme a mi misma me obligue a volver a la realidad- ¿Y que haces tu aquí?, ¿Nunca te he visto coger el autobús del instituto?-
-Es que mi trasporte me ha fallado, es temporal- me miro de arriba a bajo- aunque puede que encuentre un motivo para que no lo sea- volvió a reír, y yo lo mire con mala cara ¿Quién se había creído que era?, mi rostro debió de reflejar lo que pensaba porque rápidamente intento arreglarlo.
-Lo siento, no quería molestarte, solo era una broma.-
Yo le respondí con mi mas frío -No importa.-
En ese momento el gran bulto con ruedas llego, abrió sus fauces, y todos nos dirigimos a su interior. Con paso lento ocupe un lugar junto a Luís, el cual estaba ya sentado, pues vivía mas lejos, y tomaba el autobús un par de paradas antes. Mire hacía atrás y ví a Alejo dejarse caer en los últimos asientos, frente al pasillo, su expresión era severa y me hizo estremecerme.
-¿Qué hace ese aquí, pensé que siempre iba al instituto por su cuenta?- No me hizo falta girarme para saber a quien se refería Luís.
-Ha tenido un problema con su transporte, o eso a dicho, es algo temporal- Luís gruñó algo por lo bajo pero no pude escucharlo, estaba demasiado embobada en el recuerdo de las extrañas gotas.
El día se volvió oscuro, no como los de antes, pero estaba ausente y no conseguía concentrarme, lo único que me apetecía era tumbarme en la hierba y mirar el cielo. Luís me pregunto en varias ocasiones si me estaba agobiando, yo le dije que no, a fin de cuentas, mi cambio de humor no tenía nada que ver con el, la que se estaba volviendo loca era yo.

El día paso lenta y pesadamente, igual que la nubes que anuncian una tormenta, y lo de la tormenta era totalmente literal, porque a la hora de la salida el cielo estaba negro por completo y las gotas camicaces chocaban con todo lo que estuviese en su camino, incluida yo. Aunque fui en el transporte escolar eso no evito que llegase a casa totalmente empapada, no era capaz de recordar si esa mañana no había cogido paraguas, o simplemente lo había dejado olvidado en cualquier sitio, que siendo yo tampoco era algo nuevo.
Entre en casa calada hasta los huesos y el pelo pegado en la frente, las carcajadas de mi madre fueron paralelas a mi entrada, así que la ignore y fui directamente a mi refugio, no sin dejar un brillante rastro de agua a mi paso.
Y tras este estupendo lunes vino un simétrico martes, acompañado por el miércoles que tampoco tubo nada de especial, y el jueves que no fue ninguna novedad, aunque yo recupere el animo y la sonrisa, parecía que el clima no estaba de acuerdo, porque las nubes continuaban con su intensa descarga. El viernes seguía lloviendo, y lo que es peor tronando, no es que sea asustona, pero ese tipo de ruido no creo que sea agradable para nadie. Las clases se hicieron descomunalmente pesadas, y he de reconocer que parte de esto se debió a la ausencia de Luís, me hice una nota mental para llamarlo por la tarde. Y como buen viernes que era, llego mi hora favorita. La clase de Literatura Universal estaba compuesta por un grupo de nueve personas y la profesora, bueno, en realidad, ahora éramos diez, resulta evidente el porque. Dábamos vueltas de un lugar a otro ya que no teníamos un aula concreta, es lo que nosotros definíamos como: Asignatura de pasillo. Los viernes solíamos estar en la biblioteca, y eso daba doble emoción a esta hora, aunque muchos no lo puedan entender las bibliotecas tienen un ambiente especial, como mágico. Y hoy empezábamos autor nuevo, Shakespeare, ese gran hombre, hizo de todo lo relacionado con el teatro, desde actor, hasta empresario, pasando, como no, por autor, además de escribir en todos los géneros, centrándose en el teatro por motivos económicos, y dentro de este cultivo los tres subgéneros, aunque a mí, lo que más me gustan, son la tragedias.
Todos sacamos nuestros ejemplares del tan conocido Romeo y Julieta, y comenzamos a leer por la el primer encuentro de los amantes, en el baile que organizaba la familia de ella. Después nos colocamos por parejas para comentar por escrito los personajes, el lenguaje y el desarrollo de la escena. Yo siempre había hecho este tipo de ejercicios sola, pero ahora, con la reciente incorporación del “Italianito” éramos pares, lo que convertía al nuevo en mi pareja de comentario. No lo puedo negar, fue asombroso, nunca pensé que un modelo de Calvin Klein, si, ya se que no lo era, pero podía a verlo sido, tendría algo en la cabeza que no fuese el mismo, pero lo cierto es que lo tenía, y encima sabía como expresarlo. Aparte de mi descubrimiento de la parte sensible de Alejo no hubo nada más, bueno eso pensaba yo, hasta que estuve en el autobús. Cuando me acomode en mi asiento no puede evitar dejar la mente vagar y vagar y vagar… y cuando volvía a la realidad me di cuenta de que aun me daba tiempo a hacer algo, así que saque mi ejemplar de Romeo y Julieta y me dispuse a leer, al abrirlo, el nombre en la primera pagina me golpeo sin previo aviso: Alejo Onetti.

2 comentarios:

  1. ayyyy me encanta me encanta me encantaaa!!! enserio me gusta muxiiisimo tu historia ya estoy deseando el proximo capitulo xD te he dixo k me encanta???

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  2. Y a mi me encanta que te encante jeje

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