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Entre agua y fuego esta inscrito en el registro de la propiedad intelectual de Granada con el expediente GR-565-09.

martes, 12 de enero de 2010

Capitulo 15: Ha llegado el momento de hablar.

-¿Cómo me veo?- su pregunta no puedo desconcertarme más.
-Bien-
-No me refería a eso- hizo un gruñido molesto- ¿Qué aspecto tengo, que hay raro en mí?- ahora sabía perfectamente a lo que se refería, pero no si sería capaz de responderle.
-Ahora mismo nada- estaba confusa y no puede evitar clavar la mirada en el suelo, automáticamente el deslizo su mano bajo mi barbilla, obligando a que mis ojos mirasen los suyos.
-Habla- el estaba intentando hacer algo, estaba concentrado en mí, pero aunque no sabía lo que si tenía claro es que no funcionaba.
-No quiero- era irracional, lo sé, pero odió que me den ordenes.
-¿Cómo que no quieres?- sonaba tan alarmado que me estremecí- no se trata de lo que quieras, no puedes negarte a hacer lo que te ordeno, yo, yo…-algo fallaba y el no sabía como seguir.
-Te lo cuento por que quiero, no porque me lo ordenes. A veces, brillas, como una luz roja, pero es un brillo metálico, duro.- Asintío.
-Ha llegado el momento de hablar- estupendo, pensé.- yo conocí a tu padre.- por extraño que parezca no me sorprendió, había descubierto eso hacía poco rato, en una de las fotos, Alejo, con unos cinco años, estaba sentado en el regazo de mi padre, supe entonces para quien eran los cuentos de caballeros.
-Ya lo sé,- me adelante sin darle tiempo para continuar.-él escribió cuentos para ti.
-Si, mi padre lo contrato para que me escribiese y me leyese cuentos, luego desapareció, no supe nada de el hasta que te ví en el autobús.- premio, era evidente, resulta que frente a mí se alzaba el dueño de los ojos llameantes, que irónico, bueno la verdad no lo era.-tienes sus mimos ojos y la misma imaginación desbordante.- incluso en esta extraña situación se le escapo una risa- Así que…..-
-Tu me seguiste al instituto- le corte.
-No, eso fue casualidad, me vine a vivir con mi madre, ella me matriculo- vale, acababan de darle una monumental patada a mi ego.
-¿Qué eres?- su sonrisa se borro. - No me mires así, llevo mucho tiempo preguntándomelo y para ser sinceros, no me creí lo de las cerillas.- volvió a sonreír con pesar.
-Era evidente, siendo hija de quien eres. Soy un demonio.- mi cara se debió ver muy rara.- ¡oh por favor! Olvídate de esas tonterías de Satanás, odió los clichés.- di un cabezazo a modo de respuesta. - no tengo cola ni cuernos, por si te interesa saberlo, solo esa luz brillante que los humanos no pueden ver.-
-Pero no solo tu tienes ese brillo- vale, la cague, lo supe en el momento que sus ojos se posaron en los míos.
-¿Puedes ver a otros demonios?- su voz sonó como una pregunta, pero no lo era, eso tenlo por seguro. Sus palabras se vieron sofocadas por el ruido de la ventana al romperse, una mujer impresionante había entrado rodando en mi habitación, los cristales llenaban todo su cuerpo, pero ella no parecía notarlo.
-Señor,- la voz era mas que servicial, pero poderosa. -vuestro padre exige veros ahora mismo, esta muy disgustado y ya a quemado a cuatro de mis hombres. -Alejo cabeceo en respuesta, mientras la puerta tras nosotros se abría y la realidad, aunque aquello apenas guardaba relación con mi realidad, me golpeaba en todos los morros. Mi madre llevaba unos pantalones apretados blancos, y un corsé a juego, una gran espada se alojaba en su espalda dentro de una funda.
-Nalhué, cariño tenemos que huir,- eso fue todo lo que dijo antes de lanzarse contra la extraña mujer y con un movimiento imperceptible atravesarla con la espada, dejando sobre mi alfombra un motón de polvo, después se dirigió a Alejo.-¡No!- grite mientras me interponía entre ambos, la bestia de nuevo se libero en mi y Adriana callo al suelo, Alejo huyo y desapareció en la noche. Otra mujer vestida igual que mi madre apreció también en la puerta.
-Mi señora.-me dijo de forma respetuosa acompañándose con una profunda inclinación, su voz era melodiosa y fue lo último que oí antes de desmayarme.

-Bienvenida a casa pequeña- fue lo primero que escuche cuando conseguía abrir los ojos y te aseguro que me dieron ganas de volver a desmayarme. Estaba rodeada por un grupo de mujeres vestidas como mi madre, bueno como mi madre estuvo, porque ahora llevaba un largo vestido celeste y me miraba preocupada.
-¿Estas bien cariño?- su familiar voz me pregunto. ¿Qué se supone que debía contestar? Me había quejado porque en mi vida no había habido fantasía y ahora resultaba que mi madre era una especie de luchadora o algo así, la cual. había estado apunto de matar a lo más parecido que había tenido a un novio, o por lo menos, el único chico que me había besado, sin olvidar que este era un demonio, las ganas de hacerme el harakiri aumentaban por momentos.
Los comentarios entre las mujeres que me rodeaban solo servían para producirme un fuerte dolor de cabeza, así es que decidí desconectar y me dormí de nuevo.
Cuando volví en mí de nuevo todo pintaba mucho mejor. Estaba sola en la habitación, por las venta abierta entraba un fuerte olor a nardos, me asome a esta y pude contemplar un precioso campo con un riachuelo al fondo, al girarme me encontré enredada es las cortinas translucidas de color blanco y flores malvas, las paredes eran también de este color y en ellas dibujos que me eran muy familiares, los mismo motivos que las paredes de la tetería, demasiado información por el momento. Mire lo que llevaba puesto, mi pijama, el cual, al desmayarme sobre los restos de la mujer no debió quedar muy bien, había sido sustituido por un camisón blanco de lino. Demasiado perdida y cansada me deje caer de nuevo sobre la cómoda cama. En ese momento una puerta oculta se abrió, por ella mi madre asomo la cabeza, salió corriendo hacía mí y me abrazo.
-Mi pequeña, estaba tan preocupada- las lagrimas se mezclaron con su pelo y yo no sabía que decir, sentía que me estaba volviendo mas loca por momentos. -debiste decírmelo, no se puede andar con demonios así como así, aunque sea muy tentador.-
-¿Igual que tu me dijiste que te paseabas por hay con una espada de un metro en las espalda?- lo dije sin pensar, pero resulto ser una buena pregunta.
-Supongo que todos tenemos parte de culpa.- admitió.
-Yo no sabía que el era un demonio, me entere poco antes de que entrase en tu modo luchadora o lo que sea eso y mataste a aquella mujer- mis ojos se aferraron al suelo como a un salvavidas.
-Supongo que se puede llamar modo guerrera afra y si la mate fue porque era mi obligación.-
-Ella solo avisaba a Alejo de que su padre quería verlo.-
-Cariño, tienes demasiado que saber para discutir esto ahora, además la Sacerdotisa y las demás hermanas quieren verte, llevan once años sin verte, dúchate y ponte esto- me entrego ropas que no sabía de donde había sacado, pero hay estaban, luego me guío por la puerta que si era visible, de madera blanca, esta llevaba a una especie de cueva, con una cascada. Nada de duchas con chorritos para las guerreras Afra, pensé para mi.
Después de refrescarme me sentí algo mejor, pero no mucho mejor. Las prendas que me había dando mi madre consistían en algo de ropa interior y un largo vestido, también malva, muy parecido al suyo.
Cuando salí por donde había entrado una niña sentada en la cama me miraba con los ojos muy abiertos.
-Hola- dijo animadamente- soy Aroa- sus ojitos brillaban tanto que no parecía natural, el mecanismo en mi se encendió y ella tomo un tonito morado muy oscuro.
-Hola, yo soy Nalhué-
-Se quien eres- se rió- todas lo saben.- le sonreí porque no se me ocurría otra respuesta mejor.
-¿Tu eres una guerrera afra?- pregunte.
-No, soy una afra, pero no soy una guerrera.- interesante, todas no era guerras asesinas como mi madre. - Ahora tenemos que ir al jardín la Sacerdotisa nos espera, ella es mi mentoras sabes.-esa última parte la dijo con gran orgullo así que supuse que eso era un gran honor.
Cuando salí al jardín con la pequeña, que no tendría mas de cuatro años y hablaba como si fuese de mi edad, un grupo de mujeres rodeaban un pequeño lago.
-Nuestra Nalhué ha vuelto a casa, adorado sea el gran elemento.- las ganas de salir corriendo me invadieron de pies a cabeza y si en ese momento, la que supuse era la Sacerdotisa, con largo pelo blanco, a pesar de que no tendría mas de cuarenta años, y una túnica azul agua, no me hubiese abrazado, abría hecho una gran carrera sin intención de parar.
Estaba harta de toda esta historia así que no me importo arriesgarme a no ser respetuosa.-Vale, ¿alguien me cuenta de que va toda esta historia, porque estoy aquí, y porque anoche m madre cometió un asesinato?- todas me miraron con el miedo pintado en los ojos, como si temiesen que lar barriese de la faz de la tierra.
-Claro que si pequeña.- la Sacerdotisa asintió- Hermanas retírense a sus intereses, ha llegado el momento de hablar.- y esas palabras provocaron en mi un desagradable efecto repetición, mire a todos lados esperando que alguien fuese atravesado por una espada.

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