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martes, 5 de enero de 2010

Capitulo 13: El callejón del grito.

No conseguí dormir en todo lo que quedo de noche, me sentía enferma y agotada, completamente rendida, y hay me quede, con los codos sobre el marco de la ventana y la mirada perdida en la vacía calle, mientras la certeza de que me estaba volviendo loca me golpeaba de forma atronadora en la cabeza. Había visto, o mejor dicho creía a ver visto, a un joven de dieciecisiete años a las tres de la mañana en mi habitación y no me había resultado para nada extraño, solo le había pedido que no se fuese. Me volví a la cama cuando el sol comenzó a despuntar a lo lejos, mientras me daba cuenta que mi vida, que tanto trabajo me había costado organizar, estaba mas patas arriba que nunca y yo no sabía que hacer.
De forma inevitable me quede dormida y tras el sueño reparador vino la duda, ¿de verdad el había estado allí?, era más sensato pensar que lo había soñado, en verdad lo echaba de menos.
Seguí mi vida normal, me convencí de todo fue un sueño, pero, solo por si acaso, por las noches dejaba la ventana abierta, como resultado de lo cual conseguí un estupendo resfriado, no me importo.
Ese domingo me lo reserve para mi, solía salir con Luís y sus amigos, en algunas ocasiones solo con Luís, a dar una vuelta y tomar algo, el había desistido en sus intentos de seducción y es que desde que no se encontraba amenazado en su territorio, simplemente, me había añadido a su aren, aunque yo le había dejado claro que no era una de sus concubinas el prefería pensar que si, yo por mi parte, simplemente lo ignoraba, es difícil razonar con un saco de hormonas orgulloso, pero es buen chico. Dedique mi tarde a pasear, a disfrutar del frío, que aseguro que lo hacía, por eso me extrañaron tanto las pequeñas carpas que se colocaban alrededor de la fuente del discreto parque, la gente entraba y salí de ellas y antes de que me diese cuenta cambien mi rumbo.
En la primera que entre era roja, en su interior había una mesas cargada de pendientes de cristales y abalorios, pase a la siguiente y a la siguiente, en todas ellas las joyas se amontonaban, pensé lo mucho que hubiese disfrutado Andriana. Seguí caminando entre ponchos y pañuelos, había una mesa con pulseras de cuero variadas, una de ellas me llamo especialmente la atención, no lo pensé y la compre.
De vuelta a casa jugaba con mi adquisición, era negra con pequeños dibujos naranjas y rojos, el motivo por el cual la había comprado era evidente y me reprendí a mi misma, demasiado tarde. Esa noche volví a dormir con la ventana abierta, mientras la pulsera descanaba en el quicio de esta. En la mañana me levante a toda prisa y fui a mirar, no estaba, se podía haber caído, o simplemente la podría a ver arrastrado el aire, fuera como fuese no me importo, ese día no podía hacer otra cosa que sonreír.
Luís volvió a faltar a clase, sus ausencias eran comunes, pero yo nunca le pregunte por estas, hoy tampoco me importo demasiado, pase el día desvariando, pensando en Alejo, el era especial, era evidente, pero ninguna de mis teorías satisfacía a mi inquieta imaginación.
Llegue a casa y mi madre no estaba, me dio ganas de hacer galletas y simplemente las hice, por lo que cuando fui a la tetería le lleve una cuantas a Clara.
-Parece que estas mas animada- dejo caer como quien no quiere la cosa.
-Sip- le confirme con mi mejor sonrisa mientras preparaba un té palestino.
-¿Y ese cambio de humor?-
-Pues sencillamente, que en contadas ocasiones la vida es maravillosa.- según termine la frase me reí de mi misma.
Cuando salí de la tetería para volver a casa la sonrisa seguía brillando en mi cara y parecía que la cosa incluso podía mejorar, porque a dos calles de mi trabajo había aparcada una Halery-Davindson Night Rod y no una cualquiera, sus llameante decoración sobre la pintura negra no dejaba lugar a dudas. Se me ocurrió espera junto a la bestia mecánica y cuando me dirigía a ella algo me paro, Alejo se acercaba a su moto, acompañado por una preciosa chica de pelo negro hasta la cintura, con una chaqueta de cuero igual que la de el, se pusieron los cascos y la ayudo a subir. El alarido de la moto al ser arrancada se reprodujo en mi corazón, ellos pasaron junto a mi, sus ojos naranjas quemaron los míos. Esa noche fue la primera en muchas en que dormí con la ventana cerrada.
Mi humor fue pésimo todo el día siguiente, en la tetería Clara me miraba continuamente y trato de conversar conmigo, pero yo solo era capaz de responderle con monosílabos. De camino a casa me aleje de mi ruta, no me apetecía ver a nadie, no quería me mi madre me preguntase que me pasaba, y sobre todo, no quería pensar en Alejo y su guapa acompañante, aunque fue lo único que pensé desde que salí de la tetería. Respire hondo y me centre en mi camino, pero me había alejado de las calle iluminadas y esta no tenía salida, el frío me recorría de la cabeza a los pies y algo se agitaba en mi interior, luchando por salir. Los pasos tras de mi espalda me hicieron girarme, clave los ojos en su procedencia y no pude evitar sentirme enferma; la sonrisa desdentada apreció en la cara del hombre, sus dos metros de altura y ancha constitución me impedían volver por donde había venido. En sus brazos desnudos los tatuajes se trenzaban de forma compleja y estoy segura de que estos continuaban bajo su camisa de tirantes que algún tiempo debió de ser blanca. Sus ojos ardían literalmente y el aire vibraba a su alrededor. Estaba asustada, pero no solo por el extraño tipo, si no por mi misma, algo me estaba pasando y solo quería vomitar.
-No te acerques al chico.- su desagradable voz solo consiguió que todo se acrecentara dentro de mí, y no pude evitar que mi cuerpo se doblase en una arcada. Cuando abrí los ojos el ser ante mí resplandecía, su cuerpo y rostro habían cambiado adquiriendo un color rojizo metálico, sus ojos ávidos vigilaban mis movimientos.
Solo podía pensar en gritar, en liberar eso que me quemaba por dentro, abrí la boca y cerré los ojos, el calor me abandono, la luz se filtraba a través de mis parpados y solo escuchaba mi propio grito. Cuando volví a mirar nada había a mi alrededor, un montos de escombros se extendían por la callejuela, respondí a mi instinto y solo corrí.

Hice el resto del camino de una vez, sin parar de correr, sin mirara atrás. Al entrar en mi calle ví la moto donde siempre y enfadada como estaba solo se me ocurrió una cosa.
Entre en mi casa, mi madre no estaba, di un portazo y grite
-Alejo, ya puedes irte que ya he llegado- tras esto subí las escaleras y fui a mi habitación. El estaba apoyando en la ventaba, miraba el suelo y parecía avergonzado.
-No voy a salir corriendo.-murmuro.
-Eso si que es una novedad- el gruño en respuesta-
-Quería verte- seguía murmurando- siento haber entrado así.- no aparte mi mirada de el ni dije nada, llevaba la mima ropa de ayer, tan parecida a la de su compañera.
-Vine anoche- continuo -pero la puerta, digo, la ventaba esta cerrada.
-Supuse que estarías ocupado,- deje caer- no pensé que quisieras venir.- aunque intente evitarlo el rencor se filtro en mi voz. Por primera vez en toda la conversación levanto la vista del suelo y la clavo en mí.
-¿Estas celosa?- ¿¡Pero que se había creído!?, pues si estaba celosa, pero ni en broma se lo iba a decir a él.
-¿Qué quieres?- dije con voz cansada mientras me sentaba en el borde de la cama, lo que había ocurrido hacía apenas medía hora seguía pesando sobre mí, aunque no sabía muy bien que era. La extraña sensación del callejón volvió, pero esta vez no parecía una bestia incontrolada, si no un gatito ronroneando.
-Ya te lo he dicho, verte-
-¿Dónde has estado?- Las palabras se escaparon de mis labios y ambos nos sorprendimos por mi pregunta. Su cuerpo se tenso al contestar.
-Con mi padre.- lo mire por primera vez desde que me había sentado, ahora el brillaba, con el mismo matiz rojizo del tipo del hombre, pero era mas tenue, incluso agradable.
-¿Qué ocurre?- el pregunto ante mi cara fascinada. Yo no supe que contestar, estaba helada y no paraba de temblar desde el fatídico encuentro, ni siquiera la carrera me había ayudado a entrar en calor. El se quito su chaqueta de cuero y se acerco para dejarla caer en mis hombros, justo como su madre le habría enseñado a hacer. Mi pulsera brillaba en su muñeca y eso me regocijo. Se sentó a mi lado y yo me gire para encontrarme su cara muy cerca de la mía.
-Te he extrañado.- dije sin saber porque y sin conocer mi voz.
-Yo también, sino, no estaría aquí- una sonrisa calida se había prendido en su boca, haciendo que la mía se hiciesa agua.
En ese momento la puerta de la calle se abrió de forma escandalosa.
-Nalhué, ya estoy aquí- mi madre siempre oportuna me llamó.
-Será mejor que me valla- Alejo dijo.
-Si, supongo- le respondí traicionando mis verdaderos pensamientos por completo. Cuando fui a quitarme la chaqueta el me lo impido.
-Quédatela- me insistió mientras sus labios se posaban en mi mejilla.-a fin de cuentas, yo tengo tu pulsera- cuando termino la frase ya no estaba el la habitación, en apenas unos segundos puede oír el motor de la Harley cobrar vida, en esos mismos segundos la sangre comenzó a brotar de mi nariz.

1 comentario:

  1. ayyy k wayyy x fin regreso!!! ya lo estaba deseando ejejeje estoy k no puedo aguantar las ganas de leer mas capitulos xD me gusta muxo!! un beso

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