Dormí durante todo el camino que supuse duro horas, a lo lejos oía a Clara murmurar, aunque no entendía nada y tampoco le prestaba atención.
Cuando llegamos a nuestro destino comprobé que había estado equivocada, aquello no era Madrid o al menos no la capital. La casa, que parecía construida en mármol blanco, se situaba sobre una colina, estaba rodeada por un pórtico de columnas corintias, con preciosas hojas de acanto y fustes acanalados, era, y espero que lo sigua siendo, totalmente increíble. Clara me apremio para que entrase, subí las escaleras que conducía a la puerta de entrada sin conseguir cerrar la boca. Una vez cruzamos la puerta nos recibió un pasillo, no era largo, y es que a pesar de su magnifica arquitectura la casa no era muy grande.
De forma automática y sin darme tiempo a respirar, mi anfitriona me empujo a un baño. Me quite el camisón, que a pesar de no haber sido expuesto demasiado, tenía los bajos marrones, y me metí en la ducha. Disfrute al máximo del agua caliente recorriendo mi piel, subí la temperatura de esta, un poco mas a cada segundo, finalmente cuando termine estaba roja de pies a cabeza.
Sobre el lavabo, y supuse que gracias a Clara, se habían materializado algo de ropa interior, demasiado provocativa para mi, pero estaba limpia y a estrenar, así que no podía quejarme; acompañada por un pantalón de chándal amarillo pálido y una sudadera negra. Deslice la ropa sobre mi piel y su agradable aroma me inundo. Cuando salí del baño mi rescatadora me esperaba en el pasillo.
-Te ves bien.- me sonrió- supuse que ya tuviste bastante de celestes, malvas etc. Así que cogí ropa de Alejo, pero los pantalones eran demasiado grandes, esos son los menos afra, por decirlo de algún modo, que encontré en mi armario y … -seguí hablando pero yo no escuchaba, solo podía pensar en el agradable olor que me envolvía, y en los primero rayos del sol, que empezaban a filtrarse por la ventana del baño, situada a mi espalda.
Desayunamos en la cocina, era blanca y espaciosa. Las preguntas en mi cabeza luchaban contra el cansancio que me hacía incapaz de plantearlas. A los pocos minutos, mientras sujetaba una tostada de mantequilla entre mis dedos, las primeras ganaron la batalla.
-Yo pensé que todas las afras vivían en la hermandad, que mi madre era un caso especial por mi condición indefinida.- ella me miro unos segundo y luego sonrío.
-No todas como ya ves, en realidad cuando tenemos un hijo nos vemos obligadas a marcharnos de la hermandad, sobre todo sin son varones.- asentí para mostrar mi interés -Es una forma de prevenir que los niños no estén mas unidos a una parte que la otra, y para que los futuros demonios no sepan donde nos ocultamos.
-Pero, a mi me dijeron, que animados por las dos partes mis padres se habían ido a vivir juntos hasta que se supieran cuales eran mis poderes.-
-Ay pequeña, es tanto lo que se oculta tras los grandes cargos, y sinceramente no creo que yo pueda decirte mucho más, pero supongo que la excepción en ellos fue el tiempo que vivieron juntos, según creo fueron seis años, cuando esa convivencia no suele superar los dos.-
-Quizás fuese por eso, es que yo no desarrolle mis poderes.- ella asintió dándome a entender que ya lo sabía.-¿ Y las afras siempre que tiene relaciones es con demonios? ¿ Y estas uniones son por amor?-
-Por partes jovencita. En primer lugar no, las afras no siempre tenemos relaciones con demonios, en muchas ocasiones son con humanos, pero el resultado de estas son mas humanos, un poco mas sensibles al agua que el resto, pero nada más. Por otra parte, mientras que estas relaciones si son por amor, las que tenemos con los demonios no, es simple supervivencia, si no fuese por estas nos extinguiríamos, y los mismo pasaría con ellos. Cuando se forma una pareja de demonio y afra no es por elección de los componentes, si no que son seleccionados por los dirigentes de las dos partes para asegurar la reproducción.- Yo la miraba atónita, todo eso sonaba tan frío que me daba asco, ella pareció entender mi expresión. -Ten en cuenta princesa, que no dejamos de ser enemigos, y si te enamoras del enemigo mueres con el, bastante complicado es ya luchar contra tus hijos, aun cuando no sabes cual es el tuyo, porque en cuanto desarrollan sus poderes se los llevan para que no nos apeguemos a ellos.- la duda me asalto de nuevo.
-¿Pero, entonces como es que Alejo vive contigo?- sus ojos llamearon.
-Nosotros tenemos una relación muy especial, no se si lo sabrás, pero al poco de nacer Alejo, cuando aun estábamos en el periodo de convivencia, su padre entro en el consejo de los demonios, convirtiéndose en alguien muy ocupado para ocuparse de su hijo, así que Alejo vivió solo conmigo. Su poderes aparecieron a los dos meses, fue muy precoz, pero yo pude mantenerlos ocultos por casi seis años. Bueno, en realidad había un demonio que sabía que ya se habían desarrollado, el venía a contarle cuentos y ver sus progresos, es decir a sustituir a su padre. No recuerdo bien su nombre, pero nunca informo a sus superiores, decía que conmigo estaba mucho mejor de lo que estaría con su padre.- mi ojos empezaron a gotear como dos grifos abiertos, y lo que salía de mi boca no eran palabras si no onomatopeyas. Tras varios intentos logre gimotear algo entendible.
-Alejandro, se llamaba Alejandro, era mi padre.- ella sonrío.
-Tienes sus mismos ojos, y la misma imaginación desbordante.- no era la primera vez que oía eso.- Lo cierto es que cuando Alejo cumplió los seis años su padre se presento aquí, y sin mas se lo llevo. Pero contra todo pronostico mi niño no me olvido, y al cumplir los diecisiete, y aprovechando la posición de su padre, hizo un trato con el, le ayudaría con su negocios a cambió de que se le preemitiese venir a vivir conmigo. Así que cuando me llego su carta contándomelo pedí permiso a la Sacerdotisa, arregle nuestra antigua casa, alquile un local, le busque un colegió y abandone la hermandad.- yo asentí comprendiendo todo- Y ahora se acabo el interrogatorio, a dormir.- Sabiendo que no conseguiría nada más no lo intente, me levante con calma y la seguí.
Nos desplazamos escaleras arriba de nuevo. Avanzamos por el pasillo dejando el baño a la derecha, pasamos dos puertas más y nos dirigimos a la ultima del fondo. Antes de que la abriese hable de nuevo.
-Clara-
-¿Si?-
-Cuando una afra se enamora de un humano, ¿Qué pasa?-
-Pues normalmente se le permite escoger, entre quedarse en la hermandad, o marcharse con su humano.- dudo un momento antes de continuar. -Pero si escoge la segunda opción todo contacto con sus hermanas, y todo lo relacionado con estas desaparecerá, solo conservara de su vida anterior sus poder sobre el agua, el cual se ira debilitando.- el miedo ante el citado castigo brillaba en sus ojos intensamente.
-Ahora a descansar.- concluyo mientras abría la puerta para mí.
Entre el habitación pobremente iluminada por el sol, que se filtraba por la persiana a medio bajar. El inconfundible olor que flotaba a mi alrededor me hizo estremecerme, mientras la curiosidad se despertaba. Aprovechando que Clara se había marchado, cerrando la puerta tras de ella, me deslice por la estancia hasta la torre de cedes junto a la venta, Bon Jovi, Toto, U2, Pink floyd , etc. No sabía si era lo que esperaba de el. Los pies descalzos contra el suelo de madera no hacían ningún ruido, y me sentí segura de seguir mirando. El color de las paredes, de un azul oscuro hacía la habitación, en combinación con los muebles de roble, sombría y elegante. Sobre el cabecero de la cama colgaba un cuadro que habría reconocido en cualquier parte “La muerte de la virgen” de Il Caravaggio. Mi siguiente parada fue su librería, el contenido era variado. -Nitzsche- murmure mientras mis dedos rozaban el lomo de “El crepúsculo de los ídolos”. También había poesía y esto si me que extraño, Safo, Petrarca, Shakespeare, Neruda, destacaron a mis ojos, seguidos por la novela, mi hallazgo de un ejemplar de “Madame Bovary” me sorprendió de forma grata, “El lobo estepario” de Hensse Herman y algunos más pasaron mas desapercibidos, pero no pude evitar una sonrisa cuando me encontré con “Orgullo y prejuicio” y es que este es el tipo de libro que habría jurado que el nunca leería. Me sentí identificada con la forma en la que Elizabeth juzga al señor Darcy. Retire la mirada de los libros para dejarla reposar en el escritorio, situado frente a la cama, un grupo de carpetas estaban distribuidas de forma ordenada en este, sin pensármelo me abalance sobre ellas. Cogí la primar, tenía fecha de casi un año atrás, con cuidado la abrí. Dentro había una foto de una chica preciosa, larga melena dorada, pómulos prominentes, labios carnosos, y lo que mas me extraño, sus ojos eran morados. Junto a la foto había una ficha personal, con datos normales y a la vez extraños.
Nombre: Marianella.
Apellidos: Accattoli Accattoli.
País: Italia.
Ciudad: Recanatí.
Madre: Alma, afra.
Padre:---, humano.
Profesor: Usenko Lirusso, demonio.
La deje y cogí la siguiente, al parecer estaban ordenadas por orden cronológico, esta correspondía a unos meses después. Al abrirla encontré lo mismo. Otra joven muy bonita, cabello corto rizado, de color marrón café, y ojos violetas. Acompañando a la foto la respectiva ficha.
Nombre: Érina.
Apellidos: Dominé Dominé.
País: Francia.
Ciudad: Oloran-Sainte-Marie.
Madre: Liberte, afra.
Padre: ---, humano.
Profesor: Corentin Florit, demonio.
La carpeta que cogí a continuación la abrí sin fijarme en la fecha, pero tampoco me hizo falta. La negra melena de la chica en la correspondiente foto no dejaba lugar a dudas, yo la había visto en carne y hueso cuando subía a la moto con Alejo, ese maravilloso día, estoy siendo irónica, en el que empecé a ver cosas raras. Sus ojos morados parecían taládrame con una mirada de superioridad, deje las paranoias y me centre en la información.
Nombre: Marina.
Apellidos: Romero Romero.
País: España.
Ciudad: Madrid.
Madre: Susurro, afra.
Padre:---, humano.
Profesor: Pablo Reyes, demonio.
Seguí revisando todas las carpetas. Los periodos de tiempo entre unas y otras eran cada vez mas cortos, de meses pasaban a semanas, incluso había algunas del mismo día. Alejo había tenido más encuentros de los que yo había pensado. La evidencia era perceptible hasta para mí, todas ellas eran hijas de afras, con nombres muy propios de la especie por cierto, y humanos, todas tenían el mismo apellido de primero y de segundo, y todas tenían los ojos de algún tono de morado. Alejo, o mejor dicho su padre, estaba buscando a alguien, no sabía el motivo, pero aun cuando estaban perdidos y sus patrones de seguimiento solo eran correctos en el apellido, estaba completamente segura que era a mí.
Ahora no podía pensar más en eso. Me deslice en las sabanas esperando impregnarme de la esencia de su propietario, para mi decepción eran limpias. Cerré los ojos, y como últimamente hacía con mucha frecuencia, me abandone al sueño.
¿Hablamos?
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