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Entre agua y fuego esta inscrito en el registro de la propiedad intelectual de Granada con el expediente GR-565-09.

domingo, 31 de enero de 2010

Capitulo 20: Espectáculo.

Abril se fue tan rápido como llego, y cuando me di cuenta el mes se me había pasado entre las paredes del pequeño apartamento. Estaba cada vez más aburrida. Llevaba cuarenta días sin poner un píe en la calle, y es que mis anfitriones, que cada vez se me asemejaban más a carceleros, velaban de forma celosa por mi seguridad, hasta extremos insanos diría yo.
En estos días solo conseguía acordarme de lo que había dejado atrás, mi casa, mi madre que me hacia falta a cada momento, el colegio, mis nuevos amigos, Luís; ellos estarían apunto de graduarse, y yo estaba encerrada en un minúsculo apartamento en el centro de Roma. Ante mi creciente mal humor Clara pensó que me haría bien salir, a mí la idea me pareció estupenda, necesitaba aire puro, y cuando decidí vestirme me di cuenta que también ropa.
Salimos por la tarde y recorrimos varias calles. Alejo nos acompañaba con cara de pocos amigos, su madre le había dicho que se quedara en casa, pero como miembro integrante del género masculino, sin importar especie, se había negado a dejar a dos mujeres solas, como si Clara y yo no nos las apañáramos estupendamente para defendernos.
Nuestra caminata desemboco en el centro comercial Euroma2. Nada más entrar la imponente cúpula acristalada cacto y mi atención, haciendo que caminase mirando al techo, como resultado de lo cual me empotre contra un hombre de casi de dos metros; cuyo buen humor no era proporcional a su altura porque empezó a decirme un montón de cosas y agradecí en mi fuero interno no saber nada de italiano.
Un par de horas después, tras varias entradas y salidas de tiendas, tenía tres pares nuevos de vaqueros, cuyas marcas debían ser conocidas porque menudos precios, dos camisetas de manga corta, una sudadera y una chaquetita corta, todo cortesía de mi diablo favorito; cada vez me inquietaba más de donde sacaba este chico tanto dinero, pero no pregunte.
Todo estaba hecho y volvíamos al apartamento cuando me di cuenta de que el agua de la botella que Clara compro había cambiado de color. Estaba hirviendo, bueno era el mismo comportamiento, pero no estaba caliente. Las imágenes se ocultaban entre las escurridizas burbujas, pero cuando las distinguí era demasiado tare, un grupo de unas sesenta mujeres ataviadas con el traje de batalla de las afras, pantalón y corsé blancos, nos tenían rodeados. La gran sacerdotisa encabezaba la comitiva, sin más preambulos salio disparada hacía mí, mientras que las demás se arrogaban sobre mis compañeros. Aspir tenia sus finas manos alrededor de mi cuello y yo solo pensar que para que tanta gente cuando nosotros solo éramos tres.
-Ven con nosotras,- me ordeno -es una llamada sagrada, así que no puedes negarte.-
-¿Quieres ver como me niego?, yo no voy contigo a ningún sitio- pero que manía tenían todos de darme ordenes-
-No puedes hacer eso-
-Pues lo estoy haciendo- yo seguía en mis trece, pero cada vez me faltaba más el aire - y suelta que me esta ahogando.- automáticamente sus manos perdieron su agarre, no había contado con esto, ya sabía como hacer que las afras dejaran de perseguirme.
El plan era perfecto, ahora necesitaba llevarlo acabo. Mire a mi alrededor para encontrarme a la pobre Clara luchando contra sus hermanas, parecía perdida y me di cuenta que La dichosa Llamada Sagrada estaría influenciándola de nuevo de forma progresiva, por su parte Alejo había sacado una espada de yo no se donde, y estaba defendiéndose como podía de las guerreras del agua, tenía que hacer algo y pronto. Me gire y me encontré a la Sacerdotisa arremetiendo contra mi de nuevo, esta vez fui más concreta con lo que ordenaba.
-No te muevas de ahí, y las manos quietas- sus ojos destilaban veneno pero moverse no se movía. Corrí por el centro comercial, donde la gente atónita miraba la escena sin saber que pensar. Subí a la segunda planta dispuesta a gritar mis ordenes a pleno pulmón, pero la tienda de juguete de donde tome prestado un megáfono me ahorro el esfuerzo.
-Hijas del agua- dije esperando que si fueran italianas mi capacidad para dar ordenes fuese internacional -La Llamada Sagrada queda anulada, volved con los vuestros.-
Sin más todas se dieron la vuelta completamente coordinadas y se marcharon, mientras yo suspiraba de alivio.
Encontré a Aspir donde la había dejado.
-Tienes que cumplir tu misión, tienes que darnos un ser completo- los acontecimientos del día no habían ayudado a mi mal carácter.
-Lo que te voy a dar es una patada en el culo como no te calles,- sus ojos se abrieron como platos- dile a tu consejo, que se que lo tienes, que yo, sea lo que sea que soy, no soy un perro de pedigrí que puedes aparear con quien quieras para obtener mejores cachorros, y que si las afras me quieren será por como soy, no por unas estúpida profecía, hasta que no aceptéis eso no pienso volver. Ahora vuelve a casa.- al igual que habían hecho el resto la Sacerdotisa se fue, dejando un centro comercial lleno de humanos asombrados. Alejo fue rápido y me quito el megáfono:
-Speriamo che hanno goduto lo spettacolo sponsorizzato da Euroma due [1]- con esas palabras pareció solucionarlo todo, y la gente empezó a aplaudir.
-Ha sido estupendo lo que le has dicho a esa mujer- me felicito mientras me devolvía el megáfono.
-Pues prepárate, porque los siguientes son los tuyos- le advertí mientras me giraba para marcharme.
A mi paso salió una mujer de cabello rubio cobrizo y unos preciosos ojos verdes anegados en lágrimas.
-Mamá- llore, después de todo lo que había pasado ese fue el momento en el que ya no pude más.
-Mi pequeña, mi Nalhué. Siento no haberte buscado antes, pero La Llamada Sagrada…-
-Lo se mamá.- la corte antes de que terminase.
-Yo no te hubiera llevado con ella si hubiese sabido que lo único que quería era cumplir la profecía.-
-No importa mamá, ya da igual, nadie controlara mi vida.- y aunque no lo hice a propósito estas últimas palabras fuero directamente dirigidas a Alejo; el asintió y abrazando a Clara, y yo colgada de mi madre, nos dirigimos los cuatro al pequeño apartamento, del que parecía no debíamos haber salido.







[1] Quiere decir: Esperamos que le haya gustado el espectáculo patrocinado por Euroma dos.

miércoles, 27 de enero de 2010

Capitulo 19: Ordenes.

-Hija del agua, discípula del fuego, a los ojos malva, la luz lleva dentro. Descubridora de verdades, podrá sin quererlo, saber con su magia, la esencia del sujeto. Al calor de la llama, del amor primero, su sangre se derrama, con cada beso. De ella depende, el poder del momento, crear nueva vida, sin ningún complemento. Especie sin especie, agua sin el fuego, fuego sin el agua, pero igualmente completo.- la voz del joven hecha susurros impregnaba el pequeño salón. Hacía una semana que nos habíamos visto obligados a huir de la que yo había bautizado como “la casa de mármol”. Ahora estábamos en Italia, en el apartamento de una habitación que Alejo poseía. De forma precipitada y un poco precaria habíamos conseguido un vuelo hasta Roma, bueno, en realidad lo habían conseguido ellos, y aquí estábamos.
Abril estaba a las puertas, un calor poco común en este mes se había adueñado del clima. Yo estaba sentada en el quicio de la venta. Seguía utilizando ropa prestada, concretamente una camiseta blanca que me llegaba hasta las rodillas y unos pantalones cortos. Alejo estaba tirado en el sofá, cuyo respaldo le impedía verme. Me levante y me apoye en este, el miraba el techo.
-¿ A que viene esto ahora?- no habíamos tenido una conversación de verdad desde que nos marchamos.
-Querías saber la profecía, pero tu orgullo no te deja preguntar- vale si, ya me conocía bastante bien.
- ¿Por qué esas chicas? ¿Qué entendió tu padre en la profecía para elegirlas a ellas?- por fin pregunte tras una semana de desearlo.
-Sencillo, son hijas del agua, puesto que tienen madres afra-
-Yo también- aclare. El asintió y continúo.
-Son discípulas del fuego, puesto que sus profesores son demonios.-
-Para mi mí mentor fue mi padre, tal vez eso cuente- asintió de nuevo.
- A los ojos violeta, mi padre pensó que tendría los ojos de ese color-
-Bueno, yo creo que se refiere al color que desprendo-
-¿El color que desprendes?-
-Si, ¿te acuerdas que te conté que tu tenías una luz roja?-
-Si claro, eso sería la siguiente parte, la capacidad para ver la esencia del sujeto.-
-Pues, la luz que yo me veo es malva, una mezcla uniforme de rojo y azul.-
-La muestra del equilibrio- musito para si mismo. Luego miro directamente a mi cara clavando sus ojos naranjas en mí. -Y luego esta la parte que me hizo estar seguro de que eras tu.- me sonroje porque comprendí a lo que se refería -Al calor de la llama, del amor primero, su sangre se derrama con cada beso.- rápido como el pensamiento se incorporo en el sofá, sus brazos me rodearon antes de que me diese tiempo a respirar, tiro de mi y me dejo caer sobre el. Acabe sentada en su regazo, con sus estupendos brazos rodeándome y su boca a pocos centímetros de la mía. Demasiado pocos, la tentación me pudo y me abalance sobre sus labios haciéndole caer hacía atrás. El instinto me guío de forma eficiente, lamí sus labios, me deslice por su boca, disfrute cada segundo, note sus manos desplazarse por mi espalda hasta el trasero y entonces, la puerta se abrió y Clara, cargada de bolsas, apareció por ella. Se río sin disimular y se perdió en la cocina, mientras la vergüenza cubría mis mejillas de carmesí y Alejo simplemente se arreglaba el pelo.
Me levante rápidamente, pues aun estaba sobre el. Corrí hacia el baño y cerré la puerta con seguro tras de mí. Cuando me gire ante el espejo mi reflejo me recordó a un cartel fluorescente, las mejillas rojas y color malva que me envolvía. Escuche las voces que venían del salón.
-Siento la interrupción- Clara se disculpo entre risas.
-Si te dijera que no me importa te mentiría,- su voz era ronca y forzada -sabes lo que siento por ella.-
-Y tú sabes que eso es un triunfo para tu padre, uno con el que no contaba.- la risa de Alejo sonó como un gruñido.
-Ya ves, y él que intento que dejase de verla, porque decía que interfería en mi misión.-
La voces continuaron, pero ahora solo eran murmullos, de los que no conseguía entender nada. Mi imagen en el espejo ya no brillaba.
Salí del baño y pasando por el salón fui al único dormitorio del apartamento, en el que dormíamos Clara y yo.
Me deje caer en la cama doble, con la frente en la almohada. Me concentre en mis oídos. Sabía que tenía esa capacidad, así que tenía que aprender a usarla. Pasaron diez minutos en los cuales nada sucedió.
Resignada me levante de la cama y me dirigí a la puerta. El ensordecedor golpeteo tras esta me sobresaltó, era el latido de un corazón, me volví a concentrar en bajar el volumen, esta vez mi don respondió como si se tratase de un mando a distancia. Sobre el, ahora suave, sonido pude escuchar un toque en la puerta.
Sin responder volví a la cama, al poco la puerta se abrió, y mi percepción auditiva regreso a la normalidad. Alguien se sentó junto a mi, y me acaricio el pelo.
-No te preocupes,- susurro -no ha sido para tanto, Clara esta acostumbrada.-
No se que fue peor, todo se desbocó en mi interior, reagrupándose en mis manos. Como me sudaban intente secarlas, restregándolas con las sabanas mientras me incorporaba, automáticamente estas estallaron en llamas. El no presto atención al fuego mientras este consumía la ropa de cama.
-¡¿Cómo que esta acostumbrada?!- grite.
-No eres la primera, pensé que lo sabías, y desde que me fui a vivir con mi madre, pues, nunca me he escondido.- con un movimiento de su mano las llamas se extinguieron, convirtiéndose en cenizas. -Pero ninguna como tu, lo que siento por ti es especial y …- mi voz broto en un grito desgarrado.
-¡Mejor cállate!- su protesta se volvió muda, y todo rastro de voz pereció en el acto. Sabía que otra cosa rara acababa de pasar, pero no sabía que.
-Vale- susurre, con una idea de cómo arreglar el último problema -probaremos así: Habla.- ordene esperanzada, automáticamente una serie de improperios salieron de sus carnoso labios.
-Tienes que aprender a controlar eso, o acabaras matando a alguien.-
-Lo siento, es que no se como hacerlo- había avanzado un poco con lo del oído, pero aun no parecía oportuno decírselo.
-¿A que huele?- pregunto Clara entrando en la habitación -Parece seda quemada- y exactamente eso era, las preciosas sabanas rojas tenían un impresionante agujero de bordes tostados. -¿Qué ha pasado?- sus ojos azules no se apartaron de la cama, cuyo colchón también tenía manchas marrones allí donde las llamas lo habían lamido.
-Pues que aquí la “profetizada” tiene problemas para controlar su humor y sus poderes.- Clara me miro comprensiva, y luego me abrazo de formar tierna lo que me hizo recordar lo mucho que extrañaba a mi madre. -Y por cierto, tiene otro nuevo- su voz seguía teñida de resentimiento.
-¿Y en que consiste?- la sonrisa de mi anfitriona se ilumino con la pregunta, aunque su hijo no compartía el sentimiento.
-Pues, bueno, no se como explicarlo- dije mientras me frotaba la nuca.-
-Mejor demuéstralo- propuso ella, yo asentí y obedecí.
-Baila- ordene, puesto que era lo único que se me ocurría. Clara se agitaba al ritmo de una música que solo ella podía oir. -Es suficiente.- se detuvo de inmediato.
-Ya veo- murmuro - voy a ver si encuentro algo relacionado.- y tal y como había venido se marcho. Alejo iba a hacer lo mismo, pero lo evite.
-Detente- estaba segura de que me acostumbraría a mi nuevo poder mejor que a ninguno, aunque sus ojos llameaban cuando sin poder desobedecer se quedo quieto en el sitio. Yo me acerque. -Siento a verte hecho eso, pero no sabía controlarlo.-
-Pues has aprendido pronto, y sigues haciendolo.- gruño.
-Bueno, tampoco te pongas así, tiene su parte buena.- en su expresión se leía la incredulidad. Sonreí de forma involuntaria y continuación volví a usar mi nuevo don.
-Bésame- sus ojos se abrieron como platos antes de que sus labios se apretaran contra los míos con la fuerza de un huracán, yo respondí con la misma intensidad mientras irrumpía en su boca con mi lengua y le mordía el labio inferior, el me rodeo con sus brazos y me atrajo más. Sus caderas empujaban contra las mías cuando me aprisiono contra la pared. Yo me retire con la respiración entre cortada. -No tienes que besarme si no quieres- dije rebatiendo la orden anterior, pero el volvió a la carga bebiendo de mi como si fuese agua en el desierto.

martes, 26 de enero de 2010

Alejo II

Buenos pues estos son los otros dos candidatos, como nadie a propusto ninguno más al final de este semana pondre una escuesta para que decidan. Besitos.


Mathias ( no estoy segura del apellido)


Este trae el nombre puesto.

sábado, 23 de enero de 2010

Propongo dos propuesta jiji

Bueno pues aquí os dejo mis propuestas en forma de chicos.


Gaston soffritti


Justin Gaston

El papel que se reparten es el de Alejo asi que espero que me deis vuestras sabias opiniones y si creis que otro es más adecuado tambien.

Capitulo 18: Profecía.

Hacía poco que me había percatado de que mis sentidos se habían desarrollado, lo habían hecho de forma lenta y apenas perceptible, pero, aunque seguía siendo igual de torpe, ahora era capaz de captar cosas que antes ni siquiera abría soñado. Fue el uso de mi mejorada capacidad auditiva lo me hizo despertarme, pero no abrí los ojos, mi olfato me aviso de forma muy eficiente que el aroma de la estancia se había intensificado, unido a la sensación de que alguien me estaba mirando, era evidente lo que encontraría al abrir los ojos. Finalmente lo hice de forma lenta y despreocupada, estirándome a la vez como un gato perezoso.
-La verdad,- comenzó la familiar voz desde los pies de la cama- cuando he pensado en ti ahí metida tenías bastante menos ropa.- con esas palabras mi papel de despreocupación se fue al traste y abrí los ojos como paltos. ¡Sería burro!.
-Como diría tu madre, ¿eso son formas de despertar a una señorita?- le reprendí, intentando contener la sonrisa, y es que había estado pensando en mi. -¿Tienes por costumbre desaparecer?- pregunte mientras salía de su cama en un intento de cambiar de tema.
- No es una costumbre, pero he de reconocer que suelo hacerlo cuando la madre me mi novia trata de matarme.-
-Perdona, pero la que intento matarte fue mi madre, y yo no soy tu novia.- esta discusión era absurda, y no es que me desagradase la idea de tener un papel así en su vida, pero a mí no me habían pedido opinión y no estaba dispuesta a que nadie eligiese por mi- Además, como ya habrás deducido, soy una afra, y no podemos estar juntos.- ni si quiera sabía porque había dicho eso, pero ya lo había hecho.
-Tienes razón en que los demonios y las afras no pueden tener relaciones que no sean como simple mecanismo de reproducción, pero,- su pausa dejo bien claro que ahora venía la parte interesante- los dos sabemos que tu no eres una afra.- como no sabía como continuar decidí que la indignación era el mejor camino.
-Afra o no- sonaba realmente irritada, lo estaba haciendo genial- a mi nadie me pido opinión para definir lo que hay entre nosotros, y eso es cosa de dos no solo de un demonio rarito.-
-Acabáramos, así que es eso, tendré que darle la razón a mi padre, da igual la especie si el sexo es femenino.- la sonrisa en sus labios era resplandeciente como si hubiese encontrado solución a todos los problemas del mundo. -Nalhué, ¿Te parece bien si …- en ese momento la puerta se abrió de forma alborotada y Clara apareció en ella muy alterada.
-Tenéis que ver esto.- su voz acompañaba a su aspecto. Cuando salí tras de ella siguiendo sus pasos Alejo se acerco a mi por detrás. Su aliento caliente sobre mi cuello altero todo mi cuerpo mientras, de forma delicada, dijo: -No te imaginas lo que me alegro de que estés bien-. Me quede parada como una tonta, el me adelanto con una sonrisa triunfal.
Otra de las puertas del pasillo resulto ser una magnífica biblioteca revestida por completo de pino. Centrada en la pared frente a la puerta había una chimenea enorme, y sobre esta una televisión, supuse que las noticia llegarían a través de esta, pero me equivoque. Clara fue directa a una gran pecera que había en uno de los laterales, Alejo la siguió, así que yo hice lo propio. Cuando los tres estuvimos entorno a esta la anfitriona movió las manos por la superficie, y del interior del agua empezaron a salir voces, las oía pero no conseguía entenderlas.
-La están buscando- Clara aclaro- es La Llamada Sagrada de nuevo, esta vez incluye llevarla de regreso, pero no me afecta, me imagino el porque.- el asintió totalmente de acuerdo, quizás yo también lo estuviese si alguien me lo explicase, pero parecían haberse olvidado de mí presencia, y hablaban de mi como si no estuviese.
Su hijo hizo lo que le tocaba, se acerco a la chimenea, paso la mano sobre las ascuas y estas prendieron al instante, acontinuación otro grupo de voces brotaron de estas, eran menos cantarinas y mucho mas graves, pero al igual que antes no entendí nada.
-Ellos no saben aun quien es, ni siquiera que las afras ya la encontrasteis, papá esta tranquilo pensando que estará entre una de mis misiones- ellos se pusieron a conversar, ninguno de los dos había desconectado lo que quiera que hubiesen hecho, y por algún motivo los sonidos de ambos lugares comenzaron a aumentar.
-¿Queréis apagar eso? Me esta volviendo loca- mi comentario parece que hizo que dejara de ser invisible, y ahora los dos me miraban sin parpadear.
-¿Oyes el agua?- Clara tomo la palabra.
-Si claro que la oigo, como para no hacerlo si grita como si la estuviesen matando, pero no entiendo nada, y si antes de que lo preguntes- corte cuando Alejo iba hablar.
-lo mismo me pasa con el fuego.- los dos asintieron y con pases de manos parecidos a los de antes el silencio se hizo en la sala. -Y ahora ¿Quién me explica porque me buscan?- los dos se miraron pero ninguno hablo -Ah- recordé en ese momento- y que tengo que ver con las misiones que te manda tu padre- mi dedo inquisidor apuntaba directamente entre los dos ojos naranjas en los que todo era iris.
-Vale- la afra parecía haber reunido el valor suficiente para contestara a mis preguntas -tu puedes solucionar el problema de la reproducción- mira que me esperaba cosas, no se, que había una enfermedad letal y yo era el antídoto, que eran una mutación extraña entre especies y debían eliminarme, que era un problema porque tenía poderes raro, lo que sea, pero esto era demasiado. Ante mi reacción el demonio se apresuro a completar.
-Ya sabes que necesitamos una especie de otra para reproducirnos, porque nuestros sexos van unidos a la especie- asentí -no se si sabrás que cuando hay cambio de especie y sexo el sujeto es estéril- lo anime a continuar- esto hace que una especie no pueda destruir la otra, ¿pero imaginas lo que ocurriría, si hubiese un sujeto capaz de dar a luz a niños de una especie, que independientemente del sexo fuesen fértiles?- vale, y ese sujeto era yo, eso me pasaba por preguntar, y lo que pasaría, pues muy sencillo, que si ya no se necesitaban y eran enemigos, no tendrían ningún problema en destruir a la otra especie. Alejo pareció seguir el curso de mis pensamientos, y inclino la cabeza con pesar.
-¿Por qué se odian las afras y los demonios?- sus caras atónitas dejaron muy claro que esta no era la pregunta esperada.
-Pues no se sabe,- la voz suave de la mujer estaba empapada por el cansancio -es de suponer que es cuestión de afinidad, a fin de cuentas el agua y el fuego se pueden considerar contrarios.-
-Tal vez contrarios- mis pensamientos fluyeron en voz alta y no me di cuenta- pero se necesitan mutuamente, tal vez no sea algo que se vea claramente, pero su unión guarda el equilibrio, si faltase uno el otro se destruiría por su propia inercia.- ambos me sonreían ahora estos cambios eran de locos.- Y bueno, ¿Por qué se supone que ese sujeto, como dices tu existe?, es más, ¿Por qué creen que soy yo?- evidentemente no era como ninguno de ellos, pero eso no quería decir que yo fuese el elemento restante en su plan de reproducción independiente.
-Hay una profecía, la cual, fue dicha hace mucho tiempo- lo que faltaba.
La cólera acudió a mi tras oír las palabras de Alejo. -¿Me estas diciendo, que toda mi vida se ha ido al traste, a causa de algo que dijo alguien hace no se sabe cuanto tiempo?- Ahora madre e hijo brillaban intensamente a mis ojos. -¿y porque se supone que soy yo, porque una especie que se extiende por todo el mundo están convencidos de eso?, no tengo nada en común con las chicas a las que entrevistas.- estupendo la acababa de cagar.
-Esas chicas- me respondió él como si no se hubiese percatado de que sabía algo que no debía saber -cumplen con la descripción de la profecía, pero parece que solo al sentido que le dio mi padre.-
-Así que para eso reunías con ellas para asegurarte de si eran "el sujeto", y luego entregarlas a tu padre para que las usase, ¿y si yo soy el sujeto, eso es lo que vas a hacer conmigo, utilizarme sin más?- la lagrimas brotaron de mis ojos, el llanto era incontrolable, me sentía tan sola, tan frágil. Las lágrimas de mis mejillas comenzaron a temblar, podía sentir como vibraban sobre mi piel, antes de que pudiera reaccionar el agua de la pecera siguió el mismo movimiento. Ninguno de mis acompañantes parecía darse cuenta, pero yo la estaba viendo moverse, con cada vibración aparecía algo extraño, hasta que estas se unieron para forma imágenes claras. Aspir, seguida por mi madre y algunas afras más salían por la puerta de la hermandad. Llevaban sus espadas colgadas a la espalda y invocaban al agua para buscar mi esencia. Algo en mi interior me grito que no tardarían mucho, odiaba huir de mi madre, pero sabía que era lo que tenía que hacer.
Durante mi desconexión los ojos presentes en la sala se habían posado en mi. La voz que salió de mi garganta distaba mucho de ser la mía, pero aun así fue suficiente.
-Vienen a por mí, lo he visto, el agua me lo ha mostrado.- la admiración en Clara se hizo evidente.
-Una visión, una visión en el agua, ni siquiera la Sacerdotisa a conseguido algo así, aunque claro, tampoco es tan de extrañar cuando desafiaste su magia en la hermandad y rompiste La Llamada Sagrada.-
-Yo también estoy sorprendido mama, pero ahora hay que marcharse- ambas asentimos y los tres nos pusimos manos a la obra. Mientras recogíamos las cosas que parecían necesarias un deseo que no había tenido antes de saber de la famosa profecía me inundo, pero con lo que había ocurrido hacía poco mi orgullo no me permitía preguntar, la curiosidad tendría que esperar.

miércoles, 20 de enero de 2010

Capitulo 17: Orden Cronológico.

Dormí durante todo el camino que supuse duro horas, a lo lejos oía a Clara murmurar, aunque no entendía nada y tampoco le prestaba atención.
Cuando llegamos a nuestro destino comprobé que había estado equivocada, aquello no era Madrid o al menos no la capital. La casa, que parecía construida en mármol blanco, se situaba sobre una colina, estaba rodeada por un pórtico de columnas corintias, con preciosas hojas de acanto y fustes acanalados, era, y espero que lo sigua siendo, totalmente increíble. Clara me apremio para que entrase, subí las escaleras que conducía a la puerta de entrada sin conseguir cerrar la boca. Una vez cruzamos la puerta nos recibió un pasillo, no era largo, y es que a pesar de su magnifica arquitectura la casa no era muy grande.
De forma automática y sin darme tiempo a respirar, mi anfitriona me empujo a un baño. Me quite el camisón, que a pesar de no haber sido expuesto demasiado, tenía los bajos marrones, y me metí en la ducha. Disfrute al máximo del agua caliente recorriendo mi piel, subí la temperatura de esta, un poco mas a cada segundo, finalmente cuando termine estaba roja de pies a cabeza.
Sobre el lavabo, y supuse que gracias a Clara, se habían materializado algo de ropa interior, demasiado provocativa para mi, pero estaba limpia y a estrenar, así que no podía quejarme; acompañada por un pantalón de chándal amarillo pálido y una sudadera negra. Deslice la ropa sobre mi piel y su agradable aroma me inundo. Cuando salí del baño mi rescatadora me esperaba en el pasillo.
-Te ves bien.- me sonrió- supuse que ya tuviste bastante de celestes, malvas etc. Así que cogí ropa de Alejo, pero los pantalones eran demasiado grandes, esos son los menos afra, por decirlo de algún modo, que encontré en mi armario y … -seguí hablando pero yo no escuchaba, solo podía pensar en el agradable olor que me envolvía, y en los primero rayos del sol, que empezaban a filtrarse por la ventana del baño, situada a mi espalda.
Desayunamos en la cocina, era blanca y espaciosa. Las preguntas en mi cabeza luchaban contra el cansancio que me hacía incapaz de plantearlas. A los pocos minutos, mientras sujetaba una tostada de mantequilla entre mis dedos, las primeras ganaron la batalla.
-Yo pensé que todas las afras vivían en la hermandad, que mi madre era un caso especial por mi condición indefinida.- ella me miro unos segundo y luego sonrío.
-No todas como ya ves, en realidad cuando tenemos un hijo nos vemos obligadas a marcharnos de la hermandad, sobre todo sin son varones.- asentí para mostrar mi interés -Es una forma de prevenir que los niños no estén mas unidos a una parte que la otra, y para que los futuros demonios no sepan donde nos ocultamos.
-Pero, a mi me dijeron, que animados por las dos partes mis padres se habían ido a vivir juntos hasta que se supieran cuales eran mis poderes.-
-Ay pequeña, es tanto lo que se oculta tras los grandes cargos, y sinceramente no creo que yo pueda decirte mucho más, pero supongo que la excepción en ellos fue el tiempo que vivieron juntos, según creo fueron seis años, cuando esa convivencia no suele superar los dos.-
-Quizás fuese por eso, es que yo no desarrolle mis poderes.- ella asintió dándome a entender que ya lo sabía.-¿ Y las afras siempre que tiene relaciones es con demonios? ¿ Y estas uniones son por amor?-
-Por partes jovencita. En primer lugar no, las afras no siempre tenemos relaciones con demonios, en muchas ocasiones son con humanos, pero el resultado de estas son mas humanos, un poco mas sensibles al agua que el resto, pero nada más. Por otra parte, mientras que estas relaciones si son por amor, las que tenemos con los demonios no, es simple supervivencia, si no fuese por estas nos extinguiríamos, y los mismo pasaría con ellos. Cuando se forma una pareja de demonio y afra no es por elección de los componentes, si no que son seleccionados por los dirigentes de las dos partes para asegurar la reproducción.- Yo la miraba atónita, todo eso sonaba tan frío que me daba asco, ella pareció entender mi expresión. -Ten en cuenta princesa, que no dejamos de ser enemigos, y si te enamoras del enemigo mueres con el, bastante complicado es ya luchar contra tus hijos, aun cuando no sabes cual es el tuyo, porque en cuanto desarrollan sus poderes se los llevan para que no nos apeguemos a ellos.- la duda me asalto de nuevo.
-¿Pero, entonces como es que Alejo vive contigo?- sus ojos llamearon.
-Nosotros tenemos una relación muy especial, no se si lo sabrás, pero al poco de nacer Alejo, cuando aun estábamos en el periodo de convivencia, su padre entro en el consejo de los demonios, convirtiéndose en alguien muy ocupado para ocuparse de su hijo, así que Alejo vivió solo conmigo. Su poderes aparecieron a los dos meses, fue muy precoz, pero yo pude mantenerlos ocultos por casi seis años. Bueno, en realidad había un demonio que sabía que ya se habían desarrollado, el venía a contarle cuentos y ver sus progresos, es decir a sustituir a su padre. No recuerdo bien su nombre, pero nunca informo a sus superiores, decía que conmigo estaba mucho mejor de lo que estaría con su padre.- mi ojos empezaron a gotear como dos grifos abiertos, y lo que salía de mi boca no eran palabras si no onomatopeyas. Tras varios intentos logre gimotear algo entendible.
-Alejandro, se llamaba Alejandro, era mi padre.- ella sonrío.
-Tienes sus mismos ojos, y la misma imaginación desbordante.- no era la primera vez que oía eso.- Lo cierto es que cuando Alejo cumplió los seis años su padre se presento aquí, y sin mas se lo llevo. Pero contra todo pronostico mi niño no me olvido, y al cumplir los diecisiete, y aprovechando la posición de su padre, hizo un trato con el, le ayudaría con su negocios a cambió de que se le preemitiese venir a vivir conmigo. Así que cuando me llego su carta contándomelo pedí permiso a la Sacerdotisa, arregle nuestra antigua casa, alquile un local, le busque un colegió y abandone la hermandad.- yo asentí comprendiendo todo- Y ahora se acabo el interrogatorio, a dormir.- Sabiendo que no conseguiría nada más no lo intente, me levante con calma y la seguí.
Nos desplazamos escaleras arriba de nuevo. Avanzamos por el pasillo dejando el baño a la derecha, pasamos dos puertas más y nos dirigimos a la ultima del fondo. Antes de que la abriese hable de nuevo.
-Clara-
-¿Si?-
-Cuando una afra se enamora de un humano, ¿Qué pasa?-
-Pues normalmente se le permite escoger, entre quedarse en la hermandad, o marcharse con su humano.- dudo un momento antes de continuar. -Pero si escoge la segunda opción todo contacto con sus hermanas, y todo lo relacionado con estas desaparecerá, solo conservara de su vida anterior sus poder sobre el agua, el cual se ira debilitando.- el miedo ante el citado castigo brillaba en sus ojos intensamente.
-Ahora a descansar.- concluyo mientras abría la puerta para mí.
Entre el habitación pobremente iluminada por el sol, que se filtraba por la persiana a medio bajar. El inconfundible olor que flotaba a mi alrededor me hizo estremecerme, mientras la curiosidad se despertaba. Aprovechando que Clara se había marchado, cerrando la puerta tras de ella, me deslice por la estancia hasta la torre de cedes junto a la venta, Bon Jovi, Toto, U2, Pink floyd , etc. No sabía si era lo que esperaba de el. Los pies descalzos contra el suelo de madera no hacían ningún ruido, y me sentí segura de seguir mirando. El color de las paredes, de un azul oscuro hacía la habitación, en combinación con los muebles de roble, sombría y elegante. Sobre el cabecero de la cama colgaba un cuadro que habría reconocido en cualquier parte “La muerte de la virgen” de Il Caravaggio. Mi siguiente parada fue su librería, el contenido era variado. -Nitzsche- murmure mientras mis dedos rozaban el lomo de “El crepúsculo de los ídolos”. También había poesía y esto si me que extraño, Safo, Petrarca, Shakespeare, Neruda, destacaron a mis ojos, seguidos por la novela, mi hallazgo de un ejemplar de “Madame Bovary” me sorprendió de forma grata, “El lobo estepario” de Hensse Herman y algunos más pasaron mas desapercibidos, pero no pude evitar una sonrisa cuando me encontré con “Orgullo y prejuicio” y es que este es el tipo de libro que habría jurado que el nunca leería. Me sentí identificada con la forma en la que Elizabeth juzga al señor Darcy. Retire la mirada de los libros para dejarla reposar en el escritorio, situado frente a la cama, un grupo de carpetas estaban distribuidas de forma ordenada en este, sin pensármelo me abalance sobre ellas. Cogí la primar, tenía fecha de casi un año atrás, con cuidado la abrí. Dentro había una foto de una chica preciosa, larga melena dorada, pómulos prominentes, labios carnosos, y lo que mas me extraño, sus ojos eran morados. Junto a la foto había una ficha personal, con datos normales y a la vez extraños.
Nombre: Marianella.
Apellidos: Accattoli Accattoli.
País: Italia.
Ciudad: Recanatí.
Madre: Alma, afra.
Padre:---, humano.
Profesor: Usenko Lirusso, demonio.
La deje y cogí la siguiente, al parecer estaban ordenadas por orden cronológico, esta correspondía a unos meses después. Al abrirla encontré lo mismo. Otra joven muy bonita, cabello corto rizado, de color marrón café, y ojos violetas. Acompañando a la foto la respectiva ficha.
Nombre: Érina.
Apellidos: Dominé Dominé.
País: Francia.
Ciudad: Oloran-Sainte-Marie.
Madre: Liberte, afra.
Padre: ---, humano.
Profesor: Corentin Florit, demonio.
La carpeta que cogí a continuación la abrí sin fijarme en la fecha, pero tampoco me hizo falta. La negra melena de la chica en la correspondiente foto no dejaba lugar a dudas, yo la había visto en carne y hueso cuando subía a la moto con Alejo, ese maravilloso día, estoy siendo irónica, en el que empecé a ver cosas raras. Sus ojos morados parecían taládrame con una mirada de superioridad, deje las paranoias y me centre en la información.
Nombre: Marina.
Apellidos: Romero Romero.
País: España.
Ciudad: Madrid.
Madre: Susurro, afra.
Padre:---, humano.
Profesor: Pablo Reyes, demonio.
Seguí revisando todas las carpetas. Los periodos de tiempo entre unas y otras eran cada vez mas cortos, de meses pasaban a semanas, incluso había algunas del mismo día. Alejo había tenido más encuentros de los que yo había pensado. La evidencia era perceptible hasta para mí, todas ellas eran hijas de afras, con nombres muy propios de la especie por cierto, y humanos, todas tenían el mismo apellido de primero y de segundo, y todas tenían los ojos de algún tono de morado. Alejo, o mejor dicho su padre, estaba buscando a alguien, no sabía el motivo, pero aun cuando estaban perdidos y sus patrones de seguimiento solo eran correctos en el apellido, estaba completamente segura que era a mí.
Ahora no podía pensar más en eso. Me deslice en las sabanas esperando impregnarme de la esencia de su propietario, para mi decepción eran limpias. Cerré los ojos, y como últimamente hacía con mucha frecuencia, me abandone al sueño.

domingo, 17 de enero de 2010

Capitulo 16: Malva.

Básicamente lo que la Sacerdotisa, la cual descubrí se llama Aspir, me contó es que las afras y los demonios siempre habían sido enemigos, pero lo de enemigos es un poco extraño, porque se reproducen entre ellos. Contra todo lo que yo había pensado las afra son seres diferentes de los humanos, al igual que los demonios. Ellas era hijas del agua y a ella se debían, mientras que los otros se debían al fuego como su señor. Por lo visto todas las hembras que nacen de sus relaciones resultan ser afras, mientras que los machos siempre son demonios, aunque hay casos excepcionales, como el de la noche anterior, en los cuales los sujetos desarrollan cualidades del otro sexo, pero son estériles. Toda esta historia lleva a la parte de que mi padre fue un demonio, así que no es de extrañar su relación con Alejo, mientras mi madre es una afra, al igual que la madre de Alejo, el mundo daba vueltas, yo quería bajarme y no sabía como. Todas la explicaciones, que por un lado quería, pero por otro lado me mareaban, siguieron adelante. Cuando yo nací, aun cuando mi sexo indicaba que debía ser una afra, ningún poder se manifestó en mi, mis padres, animados por ambas partes que apreciaban cada nuevo retoño como agua de mayo, decidieron irse a vivir juntos y desarrollar su vida como cualquier pareja, así yo demostraría para que lado apuntaba, pero luego antes de que se supiese nada mi padre murió, así que las afras ganaron mi voto, por decirlo de algún modo. Pero yo seguía sin demostrar poderes de algún tipo y es más, con la muerte de mi padre me había vuelvo demasiado rara hasta para ellas, así que mi madre y yo nos quedamos a vivir como siempre y donde siempre. Mi gran cambio, como ella lo llamaba, había hecho platearse a mi madre volver con sus hermanas, por eso vino a buscarme anoche vestida de esa guisa.
La explicación duro horas y el cielo comenzó a oscurecerse, supuse que serían las ocho mas o menos, aunque siempre he mala para este tipo de cosas. Mi madre apareció con una bandeja de fruta, de la cual comí algo, pero el apetito no era mi mejor cualidad en este momento. Tras esto volví, a la que según me habían dicho, era mi habitación, me tumbe en la cama y dormí de nuevo.
La certeza de que algo se me había pasado por alto saco de mi sueño. La habitación estaba iluminada por la luz de la luna, que se filtraba a través de la ventaba abierta, el silencio se extendía por todo el edificio, construido en la roca. Lo que me hizo despertarme golpeaba ansioso en mi mente, en contra de lo que todas pensaban yo si que había desarrollado mis poderes, los había utilizado en el callejón, cuando aquel tipo, ahora se que era un demonio, me había asustado tanto; pero sobre lo poco que sabía estos no correspondía a las cualidades de una afra, y por fortuna, tampoco a los de un demonio. Empecé a enlazar ideas en mi mente, los demonios se caracterizaban para mí por su color rojizo, a los sumo naranja intenso; no había visto a ninguna afra brillar; ¿o si? Aroa tenía un tono morado, el equivalente a una mezcla desigual de azul y rojo. Supe en ese momento que color desprendían las afras adultas. Supuse que Aroa no hacía mucho que se había definido como afra, así que aun había una parte demonio en ella, una parte que debía desaparecer con los años.
Me levante de la cama, el camisón arrastraba por el suelo, así que como era típico de mi lo pise, haciéndome caer sobre la pared, donde encontré otra puerta, la verdad es que este sitio estaba lleno de sorpresas. Cruce el umbral y me encontré en el jardín de nuevo, pero esta vez justo junto al lago, me gire y la puerta ya no estaba, así que me senté y contemple mi reflejo en el agua. Algo había cambiado. Mis ojos siempre marrones habían dejado de serlo, no del todo, pero algo extraño había en ellos, el cabello era más claro, mas rubio y los rizos algo mas definidos, aunque no mucho mejor. Una lagrima se deslizo por mi mejilla, había perdido mi vida, sabía que debía afrontarlo todo bien y con una sonrisa, pero no podía, extrañaba mi casa, mi cama y mis libros, extrañaba la tetería, a Clara, a Luís y sobre todo, a ese maldito demonio. El dolor y la rabia se alimentaban mutuamente en mi interior y el interruptor salto de forma automática. Cuando las lagrimas se secaron, y el llanto se convirtió en mudas convulsiones el reflejo en el agua capto mi atención. Todo era malva en mi piel, el mismo color de mi vestido, el mismo de mi habitación, la mezcla equilibrada de azul y rojo, quizás con un poco de blanco. Ellas sabían esto, mientras todas vestían de azul a mí me habían asignado el malva, ellas sabían algo más y me lo estaban ocultando, no podía confiar en nadie.
El crujido de la hierba me hizo girarme, la puerta había vuelto ha aparecer tras de mí. Me dirigí a ella puesto que no sabía otra forma de volver a la habitación. Cuando cogí el pomo se giro solo en mi mano, la puerta se abrió, y Clara apareció en ella. Sus ojos estaban completamente rojos y las lagrimas fluían por sus mejillas, los típicos vaqueros que solía vestir habían sido sustituidos por el característico vestido azul.
-Oh Nalhué, dime que esta bien, dime que no le ha pasado nada a mi pequeño- su voz era caótica y suplicante.
-No te preocupes, no le hicieron nada.- no se me ocurrió nada más para continuar así que callé.
-Hace tres noches, tres noches ya, que salió de casa para una de esas extrañas reuniones de su padre, y aun no ha vuelto- el llanto arranco de nuevo, y esta ocasión se llevo por delante las lagrimas que yo llevaba tanto intentando contener, había estado tres días y dos noches inconsciente, y mientras tanto Alejo estaba desaparecido.-No me dejaron esperarlo, hicieron La Llamada, La Llamada Sagrada, hacía décadas que no había una de esas. Avisaron de que habías vuelto y todas las hermanas debíamos venir a protegerte.- empecé a temblar, no podía contenerme, y ni siquiera sabía porque era.
-No entiendo nada, no logro entender nada, sácame de aquí Clara, te lo ruego sácame de aquí- ella me abrazaba pero no cedía a mi suplicas.
-No puedo hacer eso, soy una afra, la Sacerdotisa hizo la llamada, no puedo desobedecerla, aunque quiera no puedo, mi cuerpo no responderá a ningún impulso que desobedezca La Llamada Sagrada…- Clara seguía debatiéndose consigo misma, y entonces no pude más, vomite, vomite la rabia, el dolor, la frustración, el miedo, eche fuera todo lo que me estaba consumiendo. Mire a través de mis pestañas mojadas directamente a la cara de Clara, estaba mas bonita que nunca, sus ojos azules, tan azules como el mar, espera, no eran sus ojos los que eran azules, era toda entera, en ese momento me pego un tirón y empezó a correr mientras que yo arrastrada por su brazo corría tras de ella, si saber a donde o por donde iba.
El aire caliente me golpeo en la cara, claro que sabía a donde iba, Clara me estaba sacando de allí. Cruzamos pasillos desiertos que parecían infinitos y terminamos en una habitación completamente blanca. Ella abrió en la pared lo que parecía ser una taquilla, se puso su ropa de diario y me miro de arriba a bajo, luego movió la cabeza hacia los lados y cerro la taquilla.
-Vamos a salir de aquí, pero no tengo ropa para ti, así que tendrás que hacerlo con eso.- yo asentí enérgicamente.
Esta vez me cogió dulcemente de la mano en lugar de arrastrarme. Otra nueva puerta apareció ante nosotras.
-Que extraño- susurro mi jefa -estamos haciendo algo que va en contra de la llamada de la Sacerdotisa, y sin embargo, la magia nos responde, o cuando fui al baño y la puerta me llevo hasta ti.- me miro de reojo -Bueno, no es momento de pararse- y cruzamos la puerta, al otro lado de la cual había un enorme valle, en este los coches se amontonaban. Divise el Seat Toledo de Clara en un lateral, corrimos hacía el con el corazón el la garganta. Nos montamos en el coche y pusimos rumbos hacía el amanecer, dirección Madrid, o eso esperaba, o porque no tenía ni idea de donde estábamos.

martes, 12 de enero de 2010

Capitulo 15: Ha llegado el momento de hablar.

-¿Cómo me veo?- su pregunta no puedo desconcertarme más.
-Bien-
-No me refería a eso- hizo un gruñido molesto- ¿Qué aspecto tengo, que hay raro en mí?- ahora sabía perfectamente a lo que se refería, pero no si sería capaz de responderle.
-Ahora mismo nada- estaba confusa y no puede evitar clavar la mirada en el suelo, automáticamente el deslizo su mano bajo mi barbilla, obligando a que mis ojos mirasen los suyos.
-Habla- el estaba intentando hacer algo, estaba concentrado en mí, pero aunque no sabía lo que si tenía claro es que no funcionaba.
-No quiero- era irracional, lo sé, pero odió que me den ordenes.
-¿Cómo que no quieres?- sonaba tan alarmado que me estremecí- no se trata de lo que quieras, no puedes negarte a hacer lo que te ordeno, yo, yo…-algo fallaba y el no sabía como seguir.
-Te lo cuento por que quiero, no porque me lo ordenes. A veces, brillas, como una luz roja, pero es un brillo metálico, duro.- Asintío.
-Ha llegado el momento de hablar- estupendo, pensé.- yo conocí a tu padre.- por extraño que parezca no me sorprendió, había descubierto eso hacía poco rato, en una de las fotos, Alejo, con unos cinco años, estaba sentado en el regazo de mi padre, supe entonces para quien eran los cuentos de caballeros.
-Ya lo sé,- me adelante sin darle tiempo para continuar.-él escribió cuentos para ti.
-Si, mi padre lo contrato para que me escribiese y me leyese cuentos, luego desapareció, no supe nada de el hasta que te ví en el autobús.- premio, era evidente, resulta que frente a mí se alzaba el dueño de los ojos llameantes, que irónico, bueno la verdad no lo era.-tienes sus mimos ojos y la misma imaginación desbordante.- incluso en esta extraña situación se le escapo una risa- Así que…..-
-Tu me seguiste al instituto- le corte.
-No, eso fue casualidad, me vine a vivir con mi madre, ella me matriculo- vale, acababan de darle una monumental patada a mi ego.
-¿Qué eres?- su sonrisa se borro. - No me mires así, llevo mucho tiempo preguntándomelo y para ser sinceros, no me creí lo de las cerillas.- volvió a sonreír con pesar.
-Era evidente, siendo hija de quien eres. Soy un demonio.- mi cara se debió ver muy rara.- ¡oh por favor! Olvídate de esas tonterías de Satanás, odió los clichés.- di un cabezazo a modo de respuesta. - no tengo cola ni cuernos, por si te interesa saberlo, solo esa luz brillante que los humanos no pueden ver.-
-Pero no solo tu tienes ese brillo- vale, la cague, lo supe en el momento que sus ojos se posaron en los míos.
-¿Puedes ver a otros demonios?- su voz sonó como una pregunta, pero no lo era, eso tenlo por seguro. Sus palabras se vieron sofocadas por el ruido de la ventana al romperse, una mujer impresionante había entrado rodando en mi habitación, los cristales llenaban todo su cuerpo, pero ella no parecía notarlo.
-Señor,- la voz era mas que servicial, pero poderosa. -vuestro padre exige veros ahora mismo, esta muy disgustado y ya a quemado a cuatro de mis hombres. -Alejo cabeceo en respuesta, mientras la puerta tras nosotros se abría y la realidad, aunque aquello apenas guardaba relación con mi realidad, me golpeaba en todos los morros. Mi madre llevaba unos pantalones apretados blancos, y un corsé a juego, una gran espada se alojaba en su espalda dentro de una funda.
-Nalhué, cariño tenemos que huir,- eso fue todo lo que dijo antes de lanzarse contra la extraña mujer y con un movimiento imperceptible atravesarla con la espada, dejando sobre mi alfombra un motón de polvo, después se dirigió a Alejo.-¡No!- grite mientras me interponía entre ambos, la bestia de nuevo se libero en mi y Adriana callo al suelo, Alejo huyo y desapareció en la noche. Otra mujer vestida igual que mi madre apreció también en la puerta.
-Mi señora.-me dijo de forma respetuosa acompañándose con una profunda inclinación, su voz era melodiosa y fue lo último que oí antes de desmayarme.

-Bienvenida a casa pequeña- fue lo primero que escuche cuando conseguía abrir los ojos y te aseguro que me dieron ganas de volver a desmayarme. Estaba rodeada por un grupo de mujeres vestidas como mi madre, bueno como mi madre estuvo, porque ahora llevaba un largo vestido celeste y me miraba preocupada.
-¿Estas bien cariño?- su familiar voz me pregunto. ¿Qué se supone que debía contestar? Me había quejado porque en mi vida no había habido fantasía y ahora resultaba que mi madre era una especie de luchadora o algo así, la cual. había estado apunto de matar a lo más parecido que había tenido a un novio, o por lo menos, el único chico que me había besado, sin olvidar que este era un demonio, las ganas de hacerme el harakiri aumentaban por momentos.
Los comentarios entre las mujeres que me rodeaban solo servían para producirme un fuerte dolor de cabeza, así es que decidí desconectar y me dormí de nuevo.
Cuando volví en mí de nuevo todo pintaba mucho mejor. Estaba sola en la habitación, por las venta abierta entraba un fuerte olor a nardos, me asome a esta y pude contemplar un precioso campo con un riachuelo al fondo, al girarme me encontré enredada es las cortinas translucidas de color blanco y flores malvas, las paredes eran también de este color y en ellas dibujos que me eran muy familiares, los mismo motivos que las paredes de la tetería, demasiado información por el momento. Mire lo que llevaba puesto, mi pijama, el cual, al desmayarme sobre los restos de la mujer no debió quedar muy bien, había sido sustituido por un camisón blanco de lino. Demasiado perdida y cansada me deje caer de nuevo sobre la cómoda cama. En ese momento una puerta oculta se abrió, por ella mi madre asomo la cabeza, salió corriendo hacía mí y me abrazo.
-Mi pequeña, estaba tan preocupada- las lagrimas se mezclaron con su pelo y yo no sabía que decir, sentía que me estaba volviendo mas loca por momentos. -debiste decírmelo, no se puede andar con demonios así como así, aunque sea muy tentador.-
-¿Igual que tu me dijiste que te paseabas por hay con una espada de un metro en las espalda?- lo dije sin pensar, pero resulto ser una buena pregunta.
-Supongo que todos tenemos parte de culpa.- admitió.
-Yo no sabía que el era un demonio, me entere poco antes de que entrase en tu modo luchadora o lo que sea eso y mataste a aquella mujer- mis ojos se aferraron al suelo como a un salvavidas.
-Supongo que se puede llamar modo guerrera afra y si la mate fue porque era mi obligación.-
-Ella solo avisaba a Alejo de que su padre quería verlo.-
-Cariño, tienes demasiado que saber para discutir esto ahora, además la Sacerdotisa y las demás hermanas quieren verte, llevan once años sin verte, dúchate y ponte esto- me entrego ropas que no sabía de donde había sacado, pero hay estaban, luego me guío por la puerta que si era visible, de madera blanca, esta llevaba a una especie de cueva, con una cascada. Nada de duchas con chorritos para las guerreras Afra, pensé para mi.
Después de refrescarme me sentí algo mejor, pero no mucho mejor. Las prendas que me había dando mi madre consistían en algo de ropa interior y un largo vestido, también malva, muy parecido al suyo.
Cuando salí por donde había entrado una niña sentada en la cama me miraba con los ojos muy abiertos.
-Hola- dijo animadamente- soy Aroa- sus ojitos brillaban tanto que no parecía natural, el mecanismo en mi se encendió y ella tomo un tonito morado muy oscuro.
-Hola, yo soy Nalhué-
-Se quien eres- se rió- todas lo saben.- le sonreí porque no se me ocurría otra respuesta mejor.
-¿Tu eres una guerrera afra?- pregunte.
-No, soy una afra, pero no soy una guerrera.- interesante, todas no era guerras asesinas como mi madre. - Ahora tenemos que ir al jardín la Sacerdotisa nos espera, ella es mi mentoras sabes.-esa última parte la dijo con gran orgullo así que supuse que eso era un gran honor.
Cuando salí al jardín con la pequeña, que no tendría mas de cuatro años y hablaba como si fuese de mi edad, un grupo de mujeres rodeaban un pequeño lago.
-Nuestra Nalhué ha vuelto a casa, adorado sea el gran elemento.- las ganas de salir corriendo me invadieron de pies a cabeza y si en ese momento, la que supuse era la Sacerdotisa, con largo pelo blanco, a pesar de que no tendría mas de cuarenta años, y una túnica azul agua, no me hubiese abrazado, abría hecho una gran carrera sin intención de parar.
Estaba harta de toda esta historia así que no me importo arriesgarme a no ser respetuosa.-Vale, ¿alguien me cuenta de que va toda esta historia, porque estoy aquí, y porque anoche m madre cometió un asesinato?- todas me miraron con el miedo pintado en los ojos, como si temiesen que lar barriese de la faz de la tierra.
-Claro que si pequeña.- la Sacerdotisa asintió- Hermanas retírense a sus intereses, ha llegado el momento de hablar.- y esas palabras provocaron en mi un desagradable efecto repetición, mire a todos lados esperando que alguien fuese atravesado por una espada.

sábado, 9 de enero de 2010

Capitulo 14: Ofensa de sangre.

Sus visitas se hicieron comunes, por las noches aparecía en mi habitación después de la cena si estaba mi madre, o para cenar conmigo si estaba sola, hablábamos de cosas triviales, libros, música, etc. En algunas ocasiones mi interior se agitaba y lo veía brillar con esa luz roja, y a veces cuando caminaba por la calle algo se prendía dentro de mí, y algunos de los transeúntes emitían estos destellos, todos diferentes y de distinta intensidad, pero siempre en tonos calidos, en estas ocasiones optaba por no mirar. Pensé varias veces en preguntarle a Alejo, sabía a ciencia cierto que el no era normal y que seguramente podía explicarme que me pasaba, pero yo tenía miedo de decir cualquier cosa que pudiese molestarle, temía de veras que volviese a desaparecer.
Una noche de marzo descansaba en mi cama, estaba tumbada atravesada mirando la venta abierta, sabía que el vendría, lo había hecho todas la noches durante el último mes. Apoye la cabeza en mis brazos doblados y cerré los ojos, poco después note que me acariciaban el pelo, me gire con cuidado, sus ojos naranjas me miraban directamente, le sonreí, pero el no me respondió.
-Hoy no me puedo quedar- me di cuenta de que iba mas arreglado que de costumbre, su cabellos castaño estaba cuidadosamente colocado hacía atrás, los vaqueros habían sido sustituidos por un pantalón negro, una camisa azul completaba su atuendo.
-Entiendo- le respondí, claro que entendía, el me había hablado de sus negocios, el salía, según el se reunía, con chicas, las cuales, se suponía, no tenía ningún interés para el, pero por no se que motivo tenía que hacerlo, cosas de su padre. Yo no me lo creía mucho, pero a fin de cuentas tampoco tenía derecho a decir nada, solo éramos amigos.
-No quería que te quedases esperándome-
-Vale, gracias por avisarme, que tengas suerte en tu cita- como siempre que algo me hacía enfadar mi ironía me tomaba ventaja.
-No es una cita,- aclaro con voz pausada, demasiado pausada -ya lo sabes, solo son negocios.-
Asentí y me volvía girar.
-Pues que te valla bien en tus negocios- su cara apareció en mi campo de visión y desprendía la lucecita roja, el interruptor se había encendido.
-Tu estas celosa- dijo con sonrisa triunfante.
-Olvídate de mi- ya se que no era la mejor respuesta, pero fue la única que puede pronunciar.
-Sabes, eres adorable-
- Y tú imbécil-
-Ya no eres tan adorable.- continuaba sonriendo y yo le saque la lengua como si tuviese seis años.-Por cierto, dice mi madre que no es necesario que el sábado vallas a trabajar- lo mire con los ojos como platos.
-¿Tu madre, es decir mi jefa, sabe que te cuelas por las noches en mi habitación?- era incapaz de creerlo.
-Si, yo no hago nada sin que lo sepa mi madre.- estupendo pensé.- Bueno, a lo que iba, ¿podríamos salir el sábado?- entonces lo supe, no es que Clara hubiese dicho que no tenía que ir, sino que el se lo había pedido. De todos modos asentí.
-Bueno pues me marcho ya- sin previo aviso acerco sus labios a los míos y cuando estaba segura de lo que iba a pasar beso mi frente. -cuando salgamos podías ponerte el vestido de la princesa Apan.- sus palabras se perdieron en el viento de la noche junto con su figura, la sangre que goteaba de mi nariz mancho la almohada, mientras yo no conseguía entender como lo sabía todo.
No conseguía dormirme, tras pasar varias noches acostándome tarde para conversar con mi visitante había cambiado mi rutina. Pensé en leer, pero ninguno de mis libros me llama especialmente, la televisión tampoco era una opción y aunque me lo platee, tampoco iba a llamar a Luís para que fuese mi segundo plato. Retome la idea de algo que hacía mucho tendría que haber hecho, me deslice a la plata baja y rebusque en el armario bajo la escalera.
Ahí estaba, una caja marrón, cerrada con cinta, en ella mi madre había archivado para siempre todos los trabajos de mi padre, todos sus proyectos. Con manos temblorosas por el peso la lleve hasta mi habitación, donde, envuelta por una nube de polvo comencé mi viaje al pasado.
Saque sus cuentos, su novela, Pisar mierda trae buena suerte, la cual había sido un autentico desastre, había fotos de amigos, de personas que supuse compañeros del trabajo, contratos de entregas. Empecé a leer sus historias, estaban ordenadas por fechas. Las lagrimas vencieron el la batalla cuando comencé a leer, pero combinadas con risas, tenía tantos recuerdos guardados entre esos párrafos; la mayoría de los cuentos fueron escritos para mí, para animarme a seguir adelante, o para cosas como enseñarme a no temer a la oscuridad, donde, según mi padre, se escondía el hada Humbra, la cual protegía mis sueños. Todos los cuentos eran muy variados, pero dejaban un rastro de hadas, princesas y por decirlo de algún modo, colores pastel. Pero llego un momento en el que estos cuentos se entremezclaban con algunos mas sangrientos, dragones, caballeros y grandes batallas, poco a poco personajes tenebrosos iban apareciendo con más frecuencia, es más, los últimos cuentos solo tenían estos personajes y estaba segura que yo no los había leído nunca, aun cuando en esa época creía leer todo lo que mi padre escribía.
La ventana se abrió sin previo aviso y el corazón se me atasco en la garganta. Alejo estaba sentado en el quicio de mi ventana y me sonreía abiertamente.
-Te asuste- un risa ahogada se escapo de sus labios.
-Si lo hiciste, ¿Qué haces aquí?-
-Ya termine- lo mire asombrada -Nalhué, son la cuatro de la mañana, pase por aquí y al ver tu luz encendida no pude resistirme a subir.-
No conseguía salir de mi asombro, llevaba horas leyendo y no me había dado cuenta.
-¿Qué has estado haciendo?- sus ojos inquisidores contemplaban la caja.
-Recordando el pasado- me pareció suficiente con esa información, sin mediar palabra el se acerco y me beso, pero por primera vez este fue un beso profundo, me estremecí de pies a cabeza y solo podía sentir el contacto de sus labios en los míos, calidos y dulce, mientras sus manos me sostenían en la curva de mi espalda y las rodillas me temblaban bajo el peso de mi cuerpo. El dulce sabor de su aliento paso a ser salado y un calor inesperado me desconcentro, me retire de Alejo para ver mi sangre en sus labios.
-Estas sangrado.-informo el de algo que era más que evidente.
-No importa- le sonreí- me pasa a menudo.-
-¿Cómo de a menudo?- su voz parecía cortar.
-Siempre que estas muy cerca.

martes, 5 de enero de 2010

Capitulo 13: El callejón del grito.

No conseguí dormir en todo lo que quedo de noche, me sentía enferma y agotada, completamente rendida, y hay me quede, con los codos sobre el marco de la ventana y la mirada perdida en la vacía calle, mientras la certeza de que me estaba volviendo loca me golpeaba de forma atronadora en la cabeza. Había visto, o mejor dicho creía a ver visto, a un joven de dieciecisiete años a las tres de la mañana en mi habitación y no me había resultado para nada extraño, solo le había pedido que no se fuese. Me volví a la cama cuando el sol comenzó a despuntar a lo lejos, mientras me daba cuenta que mi vida, que tanto trabajo me había costado organizar, estaba mas patas arriba que nunca y yo no sabía que hacer.
De forma inevitable me quede dormida y tras el sueño reparador vino la duda, ¿de verdad el había estado allí?, era más sensato pensar que lo había soñado, en verdad lo echaba de menos.
Seguí mi vida normal, me convencí de todo fue un sueño, pero, solo por si acaso, por las noches dejaba la ventana abierta, como resultado de lo cual conseguí un estupendo resfriado, no me importo.
Ese domingo me lo reserve para mi, solía salir con Luís y sus amigos, en algunas ocasiones solo con Luís, a dar una vuelta y tomar algo, el había desistido en sus intentos de seducción y es que desde que no se encontraba amenazado en su territorio, simplemente, me había añadido a su aren, aunque yo le había dejado claro que no era una de sus concubinas el prefería pensar que si, yo por mi parte, simplemente lo ignoraba, es difícil razonar con un saco de hormonas orgulloso, pero es buen chico. Dedique mi tarde a pasear, a disfrutar del frío, que aseguro que lo hacía, por eso me extrañaron tanto las pequeñas carpas que se colocaban alrededor de la fuente del discreto parque, la gente entraba y salí de ellas y antes de que me diese cuenta cambien mi rumbo.
En la primera que entre era roja, en su interior había una mesas cargada de pendientes de cristales y abalorios, pase a la siguiente y a la siguiente, en todas ellas las joyas se amontonaban, pensé lo mucho que hubiese disfrutado Andriana. Seguí caminando entre ponchos y pañuelos, había una mesa con pulseras de cuero variadas, una de ellas me llamo especialmente la atención, no lo pensé y la compre.
De vuelta a casa jugaba con mi adquisición, era negra con pequeños dibujos naranjas y rojos, el motivo por el cual la había comprado era evidente y me reprendí a mi misma, demasiado tarde. Esa noche volví a dormir con la ventana abierta, mientras la pulsera descanaba en el quicio de esta. En la mañana me levante a toda prisa y fui a mirar, no estaba, se podía haber caído, o simplemente la podría a ver arrastrado el aire, fuera como fuese no me importo, ese día no podía hacer otra cosa que sonreír.
Luís volvió a faltar a clase, sus ausencias eran comunes, pero yo nunca le pregunte por estas, hoy tampoco me importo demasiado, pase el día desvariando, pensando en Alejo, el era especial, era evidente, pero ninguna de mis teorías satisfacía a mi inquieta imaginación.
Llegue a casa y mi madre no estaba, me dio ganas de hacer galletas y simplemente las hice, por lo que cuando fui a la tetería le lleve una cuantas a Clara.
-Parece que estas mas animada- dejo caer como quien no quiere la cosa.
-Sip- le confirme con mi mejor sonrisa mientras preparaba un té palestino.
-¿Y ese cambio de humor?-
-Pues sencillamente, que en contadas ocasiones la vida es maravillosa.- según termine la frase me reí de mi misma.
Cuando salí de la tetería para volver a casa la sonrisa seguía brillando en mi cara y parecía que la cosa incluso podía mejorar, porque a dos calles de mi trabajo había aparcada una Halery-Davindson Night Rod y no una cualquiera, sus llameante decoración sobre la pintura negra no dejaba lugar a dudas. Se me ocurrió espera junto a la bestia mecánica y cuando me dirigía a ella algo me paro, Alejo se acercaba a su moto, acompañado por una preciosa chica de pelo negro hasta la cintura, con una chaqueta de cuero igual que la de el, se pusieron los cascos y la ayudo a subir. El alarido de la moto al ser arrancada se reprodujo en mi corazón, ellos pasaron junto a mi, sus ojos naranjas quemaron los míos. Esa noche fue la primera en muchas en que dormí con la ventana cerrada.
Mi humor fue pésimo todo el día siguiente, en la tetería Clara me miraba continuamente y trato de conversar conmigo, pero yo solo era capaz de responderle con monosílabos. De camino a casa me aleje de mi ruta, no me apetecía ver a nadie, no quería me mi madre me preguntase que me pasaba, y sobre todo, no quería pensar en Alejo y su guapa acompañante, aunque fue lo único que pensé desde que salí de la tetería. Respire hondo y me centre en mi camino, pero me había alejado de las calle iluminadas y esta no tenía salida, el frío me recorría de la cabeza a los pies y algo se agitaba en mi interior, luchando por salir. Los pasos tras de mi espalda me hicieron girarme, clave los ojos en su procedencia y no pude evitar sentirme enferma; la sonrisa desdentada apreció en la cara del hombre, sus dos metros de altura y ancha constitución me impedían volver por donde había venido. En sus brazos desnudos los tatuajes se trenzaban de forma compleja y estoy segura de que estos continuaban bajo su camisa de tirantes que algún tiempo debió de ser blanca. Sus ojos ardían literalmente y el aire vibraba a su alrededor. Estaba asustada, pero no solo por el extraño tipo, si no por mi misma, algo me estaba pasando y solo quería vomitar.
-No te acerques al chico.- su desagradable voz solo consiguió que todo se acrecentara dentro de mí, y no pude evitar que mi cuerpo se doblase en una arcada. Cuando abrí los ojos el ser ante mí resplandecía, su cuerpo y rostro habían cambiado adquiriendo un color rojizo metálico, sus ojos ávidos vigilaban mis movimientos.
Solo podía pensar en gritar, en liberar eso que me quemaba por dentro, abrí la boca y cerré los ojos, el calor me abandono, la luz se filtraba a través de mis parpados y solo escuchaba mi propio grito. Cuando volví a mirar nada había a mi alrededor, un montos de escombros se extendían por la callejuela, respondí a mi instinto y solo corrí.

Hice el resto del camino de una vez, sin parar de correr, sin mirara atrás. Al entrar en mi calle ví la moto donde siempre y enfadada como estaba solo se me ocurrió una cosa.
Entre en mi casa, mi madre no estaba, di un portazo y grite
-Alejo, ya puedes irte que ya he llegado- tras esto subí las escaleras y fui a mi habitación. El estaba apoyando en la ventaba, miraba el suelo y parecía avergonzado.
-No voy a salir corriendo.-murmuro.
-Eso si que es una novedad- el gruño en respuesta-
-Quería verte- seguía murmurando- siento haber entrado así.- no aparte mi mirada de el ni dije nada, llevaba la mima ropa de ayer, tan parecida a la de su compañera.
-Vine anoche- continuo -pero la puerta, digo, la ventaba esta cerrada.
-Supuse que estarías ocupado,- deje caer- no pensé que quisieras venir.- aunque intente evitarlo el rencor se filtro en mi voz. Por primera vez en toda la conversación levanto la vista del suelo y la clavo en mí.
-¿Estas celosa?- ¿¡Pero que se había creído!?, pues si estaba celosa, pero ni en broma se lo iba a decir a él.
-¿Qué quieres?- dije con voz cansada mientras me sentaba en el borde de la cama, lo que había ocurrido hacía apenas medía hora seguía pesando sobre mí, aunque no sabía muy bien que era. La extraña sensación del callejón volvió, pero esta vez no parecía una bestia incontrolada, si no un gatito ronroneando.
-Ya te lo he dicho, verte-
-¿Dónde has estado?- Las palabras se escaparon de mis labios y ambos nos sorprendimos por mi pregunta. Su cuerpo se tenso al contestar.
-Con mi padre.- lo mire por primera vez desde que me había sentado, ahora el brillaba, con el mismo matiz rojizo del tipo del hombre, pero era mas tenue, incluso agradable.
-¿Qué ocurre?- el pregunto ante mi cara fascinada. Yo no supe que contestar, estaba helada y no paraba de temblar desde el fatídico encuentro, ni siquiera la carrera me había ayudado a entrar en calor. El se quito su chaqueta de cuero y se acerco para dejarla caer en mis hombros, justo como su madre le habría enseñado a hacer. Mi pulsera brillaba en su muñeca y eso me regocijo. Se sentó a mi lado y yo me gire para encontrarme su cara muy cerca de la mía.
-Te he extrañado.- dije sin saber porque y sin conocer mi voz.
-Yo también, sino, no estaría aquí- una sonrisa calida se había prendido en su boca, haciendo que la mía se hiciesa agua.
En ese momento la puerta de la calle se abrió de forma escandalosa.
-Nalhué, ya estoy aquí- mi madre siempre oportuna me llamó.
-Será mejor que me valla- Alejo dijo.
-Si, supongo- le respondí traicionando mis verdaderos pensamientos por completo. Cuando fui a quitarme la chaqueta el me lo impido.
-Quédatela- me insistió mientras sus labios se posaban en mi mejilla.-a fin de cuentas, yo tengo tu pulsera- cuando termino la frase ya no estaba el la habitación, en apenas unos segundos puede oír el motor de la Harley cobrar vida, en esos mismos segundos la sangre comenzó a brotar de mi nariz.

domingo, 3 de enero de 2010

Capitulo 12: Desaparecido.

Las semanas transcurrieron, mi trabajo era alucinante y en el instituto todo iba estupendamente, incluso lo extrañe durante las vacaciones de navidad, pero desde ese día, tras aquella comida en el chino, no volví a ver a Alejo, los profesores no preguntaban por él y a Luís le alegraba que se hubiese marchado, Clara por su parte se ponía triste cuando algo le recordaba a el, pero nunca me dijo donde estaba, una vez dejo caer algo como que debía pasar una temporada con su padre, entonces fue cuando descubrí que estaban divorciado, aunque este reparto de la custodia era bastante raro. No deje que su marcha me afectase y seguí con mi vida, mis libros, mis amigos etc.
Lo intente, juro que lo intente, sabía que eso no debía pasar, pero para que engañarme, fueron muchas las tardes que pase tumbada en la cama pensando en esos enigmáticos ojos naranjas, oía su risa en todas partes y su ausencia me estaba volviendo loca, gracias al cielo Clara era la única que parecía darse cuenta y es que en mas de una ocasión me pillo mirando las cosas que el había dejado en la tetería con cara de añoranza.
Ese día fue demasiado, haría tres meses que no sabía nada de el y hasta la clase de literatura jugaba en mi contra, ¿el motivo?, Alejo Carpentier, un gran autor normalmente, una mala reseña en este momento. Al salir de clase no fui a casa, si no que me fui directa a la tetería, afortunadamente Clara estaba allí y no se como, enseguida supo porque las lagrimas se deslizaban por mis mejillas, me abrazo fuerte.
-No te preocupes, te prometo que pronto estará de vuelta- las otras ocasiones que ella me había dicho algo por el estilo yo le había asegurado que eso no era lo que me pasaba, pero esta vez estaba demasiado cansada como para seguir engañandola, o mejor dicho, para engañarme a mi misma.

Abrí los ojos de par en par, el sudor me bajaba por el cuello y mis medio rizos estaban hechos una maraña, serian las tres de la mañana. No me moví un centímetro de cómo estaba, alguien se deslizaba a los pies de mi cama y estaba segura de que no era mi madre, a la que oía roncar en su habitación.
No sabía que hacer, tenía miedo de moverme, hasta de respirar. El calor en la habitación era asfixiante y unido a la tensión mi garganta se había secado.
Se que estas pensando que soy tonta, o al menos poco suspicaz, tu sabes perfectamente quien es el que estaba en mi habitación, de quien era la moto que siempre aparcaba frente a mi puerta y tienes toda la razón, pero aunque parecía una locura yo también lo supe y el instinto no me fallo.
-Alejo- me incorpore mientras decía su nombre y antes de que me diese cuenta se lanzo por la ventana abierta, corrí tras el y grite al viento -no te vallas.- la moto ya se alejaba sin que yo pudiese hacer nada.

La muerte de la virgen (Il Caravaggio)

La muerte de la virgen (Il Caravaggio)