Pero prefiero pensar que esto no es más que un hasta luego y no un adios, porque os aseguro que aun queda mucho que contar sobre las afras y los demonios.
Os quiero con la fuerza del agua y el calor del fuego, siempre vuestra: Arae.
-Te despiertas en el momento adecuado bella durmiente- fue lo primero que escuche cuando abrí los ojos. Frete a mí un sonriente rostro me sorprendió con su familiaridad.
-¿Luís? ¿Qué haces tú aquí?- mi pregunta fue totalmente audible y mi voz sonó como siempre, un buen signo.
-Anda, yo también me alegro de verte. Pues que tu amiguito a accedido a dejarme que te vele mientras el es nombrado.-
-¿Nombrado? ¿Quién? ¿De que me hablas?-
-Bueno, sería agradable decirte que Alejo a pasado de ti durante esta semana que has estado transpuesta y demás, pero soy un tío bueno, un gran defecto- añadió lo último con un guiño- el llamitas ese a estado aquí día y noche esperando a que te despertase, pero El Consejo de los doce y también El Consejo afras y demonios lo han elegido como el sustituto de su padre y ahora lo están nombrado en vuestro jardín, durante la fiesta que el ritual requiere, algo con lo que el no estaba de acuerdo.-
-Espera, si el a sido elegido como sustituto de su padre El Consejo acepto mi petición, por lo tanto de “vuestro” jardín nada.-
-Ahí te equivocas guapa- toda la alegría que me había invadido con la noticia se me escapo- los viejales decidieron que como solo eras medio demonio solo tenias la mitad de las leyes o algo así, así que la herencia se repartió entre los dos herederos, pero míralo por el lado bueno, te has librado de los cargos políticos.- la verdad es que visto así tenía razón. La puerta de el que al parecer seguía siendo mi dormitorio se abrieron y Sol entro luciendo un espectacular vestido dorado que resaltaba realmente su piel dorada y su cabello intensamente rojo. Era tan ajustado que no dejaba nada a la imaginación algo a lo que ayudaba la cantidad de tela de la que estaba hecho.
-¡Se ha despertado!- su emoción me confundió bastante, yo siempre pensé que ella era amable conmigo por su posición, pero su alegría revelaba algo más.-Estaba preocupada- musito ante la cara de asombro que Luís y yo compartíamos.
-Estoy bien, enserio, no te preocupes- retire las sabanas y me levante.
-No deberías levantarte así- me regaño el afra.
-Estoy fuerte como un toro, y huelo como uno, necesito una ducha-
-Estupendo, yo mientras buscare algo para que se lo ponga, si se apura puede llegar al nombramiento- Sol ya se había puesto en marcha.
-Gracias, Sol, haces gala de tu nombre- sonrío con una dulzura que la hacía diferenciarse por completo de sus hermanas mayores.
Tras la estupenda ducha volví a la habitación confiando en que Luís se hubiese marchado, pues había olvidado coger ropa limpia y estaba liada en una toalla. Salí con disimulo al principió, pero como la estancia parecía desierta camine tranquilamente.
-Que sexy- casi se me cae la toalla de la impresión, Luís estaba junto al gran espejo y por eso no lo había visto.
-¡Sal ahora mismo!- a causa del susto casi se me cae la toalla y utilice sin querer utilizar a la sumisión. Luís salio en apenas un par de segundos.
Me acerque a la mesita de noche y conseguí algo de ropa interior limpia, un conjunto de sujetador y cullot negros con una cintita roja, sencillos y cómodos. Un estridente chillido se escapo de mi garganta cuando, estando sentada en la cama tras acabar de ponerme la parte de abajo del conjunto, apareció en el centro de habitación una gran montaña de llamas que se fueron extinguiendo de forma progresiva hasta convertirse en el maniquí de busto de la otra vez. Esta ves en el había un sencillo vestido blanco de corte actual, con el largo a media pierna y tirantes finos a la sisa, afortunadamente la falda tenía vuelo y no se ajustaba. Junto a ella apareció la joven demonio.
-Siento haberos asustado- el tono con el que lo dijo revelo que no era del todo cierto -pero esta es la mejor forma de llevar cosas grande, y ahora en marcha.-
Me puse el vestido y ella me peino de forma sencilla, recogió los bucles de mi cabello un poco dejándolos caer en cascada. Utilizo algo de maquillaje para hacerme ver mejor y me entrego los zapatos del conjunto, para mi sorpresa eran unas sencillas sandalias sin tacón.
-Solo por esta vez porque aun esta débil- aclaro ante mi evidente alegría.
Salimos de la habitación y Luís esperaba en la puerta. Le pedí disculpas y le dije que no había sido mi intención usar la sumisión, con todo aclarado pusimos rumbo al jardín.
Al parecer el blanco era el color predominante en estos acontecimientos, los árboles del jardín llevaban cintas blancas y se habían puesto mesas de bebidas y comidas varias con manteles a juego. La música sonaba de fondo con piezas de piano que iban desde sonatas hasta jazz. Camine entre la gente que eran tanto afras como demonios, todos ataviados con trajes de fiesta y caros vestidos. El ambiente era tan relajado que era imposible pensar que estas dos especies estuviesen en una guerra tan encanecida como la que tenían.
-No te dejes engañar, si se comportan así es porque este acontecimiento es importante para ambas especies- las palabras fueron susurradas a mi oído, me gire y me encontré con mi madre que automáticamente me abrazo con fuerza.
-Estas preciosa cariño-
-Tu también- respondí reparado en el bonito vestido azul turquesa que llevaba.
-Tengo que volver a mis asuntos, sabes Aspir a sido sustituida en La Asamblea de las doce y me han propuesto su lugar- supuse que La Asamblea sería como El Consejo.
-Me alegro por ti, entonces continua- la abrace de nuevo y busque a Luís que venía detrás mía.
-Me he enterado de lo de tu madre- me miro durante unos segundos.
-No me duele, para mi era más una desconocida que una madre, para mi mis padres son humanos, ella me dejo con ellos porque se avergonzaba de tener a uno de los alterados por hijo.-
-¿Los alterados?- cada segundo de mi vida aparecían más cosas raras. El se río ante mi cara de confusión.
-Si, así llaman a los afras chicos y las demonio chicas, Sol es una alterada.- mire hacía la chica que estaba a mi lado, ella sonrío e hizo el gesto de victoria con los dedos.
En ese momento una voz sonó por encima de todas pidiéndonos que nos colocáramos en el lugar del nombramiento porque la ceremonia iba a tener lugar, todos obedecimos como corderos obedientes y nos agrupamos cerca del estado.
Sobre este estaba el chico más guapo que había visto en mi vida, vestía un traje negro con una camisa mostaza que resaltaba sus ojos naranjas, el cabellos castaño brillaba con la luz del sol. Su expresión era de desesperación y no paraba de mirar el reloj de pulsera y a una de las ventabas de la casa, mi ventana.
-Esto es un gran nombramiento, y como tal debemos contar con elementos imprescindibles- la voz que había anunciado el ritual pertenecía a Marc White en su papel de maestro de ceremonias.- En primer lugar los doce miembros del consejo han de estar presentes- uno a uno fuero subiendo los otros diez hombres que lo componían- como debe ser también tenemos que tener entre nosotros al nuevo miembro,- Alejo saludo con respeto al público y al consejo -y por último necesitamos al padrino del iniciado, en este caso sería madrina, pues es una mujer el demonio más cercano a el, pero por causas de salud no se encuentra entre nosotros.- comprendí entonces que se trataba de mí y sin pensarlo dos veces levante la mano y lo llamé.
-Espere señor White, estoy aquí- los murmullos llenaron el aire y la gene me abrió un pasillo hasta el escenario. Ante la asombrada mirada de todo el consejo y sobre todo de mi ahijado me coloque a su lado y apreté con carillo su mano.
El acto duro aproximadamente una hora en la que cada miembro del consejo le dijo a Alejo una ley de debía ser cumplida y una cualidad de los gobernantes, el debía jurar cumplir esa ley hacerla cumplir e intentar tener esa cualidad. Yo solo estaba de florero, pero me gusto poder apoyarlo en un momento tan importante de su vida. Cuando todo termino me abrazo con fuerza aun con toda la gente mirando.
-No sabes lo que te he extrañado- no paraba de repetirlo mientras me apretaba entre sus brazos.
-Me vas a hogar- conseguí musitar.
-Lo siento- me soltó pero no del todo- es que me moría por creer que por salvarme a mi te pudiera pasar algo a ti.-
-No seas tonto, solo necesitaba descansar- me miro con cara de desacuerdo.
-Si claro, como yo. Me han contado toda la historia, incluida tu petición al consejo, gracias por todo.-
-Déjate de palabras y agradécemelo bien- le dije con un descaro que no era propio de mí, sus ojos se abrieron de par en par antes de que lo cogiera del cuello y lo trajera hacia mí para besarlo. Con una impaciencia propia de un animal hambriento irrumpí en su boca con mi lengua y me deleite al probar de nuevo su sabor, su respuesta fue automática y me aferro por la cintura para atraerme más hacia el, la necesidad de tenerlo junto a mi que había sentido al acercase su muerte se había convertido ahora en un incontrolable deseo que me abrasaba. Me separo de el con cuidado y temí ser la única que sintiese esa necesidad, una voz interrumpió mis miedos.
-Alejo tu madre te busca- cogidos de la mano bajamos del escenario y entramos en la casa. Clara estaba en la cocina mirando a los camareros hacer. Se giro y nos sonrío de forma calida.
-Nalhué cariño, que sorpresa ha sido cuando has salido entre la gente, me alegro de que estés bien.-
-Gracias- le respondí abrazándola.
-Alejo- cambio la atención a su hijo- en tu habitación he dejado algo para ti.-
-Vale, ahora lo veo- salimos de la cocina y subimos por las escaleras hasta el dormitorio que ya no parecía tan lúgubre. Sobre la cama había una cajita. Cuando su propietario la abrió pude ver una daga parecida a la que yo misma tenía de mi visita al consejo.
-Es una daga ceremonial-
-Créeme, lo sé- le dije con un suspiro, el río abiertamente.
-Tendré que usarla en las reuniones, así que hasta entonces la guardare- se puse en pie y la guardo en uno de los cajones que había en un escritorio junto a la puerta. Yo tome ese gesto como la señal de que ya nos marchábamos, me acerque a la puerta cuando el me cogío por la muñeca.
-¿A dónde cree usted que va Señorita Bermúdez?-
-Regreso a la fiesta Señor Onetti-
-Te crees tu que te vas a escapar tan fácilmente- su tono de voz era ronco y pícaro a la vez. Haciendo gala de la fuerza de los demonios me tiro en su cama y se coloco sobre mi con sus manos apoyadas a cada lado de mi cara, comenzó a besarme de tal forma que todo me daba vueltas y solo quería tenerlo más cerca de mí. La necesidad de su cuerpo me gritaba haciéndome sentir cosas que nunca había sentido. Sus manos estaban en todas partes, su aliento en mi cuello, la firmeza de su deseo contra la parte baja de mi vientre haciendo aumentar mi avidez de el y provocando que los suspiros se escaparan de mis labios y los gruñidos nacieran en su garganta. Un mordisco juguetón en el cuello me hizo abrir los ojos. Alejo brillaba más que nunca envuelto en llamas rojas, y supe que yo también lo hacía. Mientras a nuestro alrededor las sabanas, el colchón y la cama en general, se calcinaban sin que a ninguno de los dos nos importase.
Fin
-¿Luís? ¿Qué haces tú aquí?- mi pregunta fue totalmente audible y mi voz sonó como siempre, un buen signo.
-Anda, yo también me alegro de verte. Pues que tu amiguito a accedido a dejarme que te vele mientras el es nombrado.-
-¿Nombrado? ¿Quién? ¿De que me hablas?-
-Bueno, sería agradable decirte que Alejo a pasado de ti durante esta semana que has estado transpuesta y demás, pero soy un tío bueno, un gran defecto- añadió lo último con un guiño- el llamitas ese a estado aquí día y noche esperando a que te despertase, pero El Consejo de los doce y también El Consejo afras y demonios lo han elegido como el sustituto de su padre y ahora lo están nombrado en vuestro jardín, durante la fiesta que el ritual requiere, algo con lo que el no estaba de acuerdo.-
-Espera, si el a sido elegido como sustituto de su padre El Consejo acepto mi petición, por lo tanto de “vuestro” jardín nada.-
-Ahí te equivocas guapa- toda la alegría que me había invadido con la noticia se me escapo- los viejales decidieron que como solo eras medio demonio solo tenias la mitad de las leyes o algo así, así que la herencia se repartió entre los dos herederos, pero míralo por el lado bueno, te has librado de los cargos políticos.- la verdad es que visto así tenía razón. La puerta de el que al parecer seguía siendo mi dormitorio se abrieron y Sol entro luciendo un espectacular vestido dorado que resaltaba realmente su piel dorada y su cabello intensamente rojo. Era tan ajustado que no dejaba nada a la imaginación algo a lo que ayudaba la cantidad de tela de la que estaba hecho.
-¡Se ha despertado!- su emoción me confundió bastante, yo siempre pensé que ella era amable conmigo por su posición, pero su alegría revelaba algo más.-Estaba preocupada- musito ante la cara de asombro que Luís y yo compartíamos.
-Estoy bien, enserio, no te preocupes- retire las sabanas y me levante.
-No deberías levantarte así- me regaño el afra.
-Estoy fuerte como un toro, y huelo como uno, necesito una ducha-
-Estupendo, yo mientras buscare algo para que se lo ponga, si se apura puede llegar al nombramiento- Sol ya se había puesto en marcha.
-Gracias, Sol, haces gala de tu nombre- sonrío con una dulzura que la hacía diferenciarse por completo de sus hermanas mayores.
Tras la estupenda ducha volví a la habitación confiando en que Luís se hubiese marchado, pues había olvidado coger ropa limpia y estaba liada en una toalla. Salí con disimulo al principió, pero como la estancia parecía desierta camine tranquilamente.
-Que sexy- casi se me cae la toalla de la impresión, Luís estaba junto al gran espejo y por eso no lo había visto.
-¡Sal ahora mismo!- a causa del susto casi se me cae la toalla y utilice sin querer utilizar a la sumisión. Luís salio en apenas un par de segundos.
Me acerque a la mesita de noche y conseguí algo de ropa interior limpia, un conjunto de sujetador y cullot negros con una cintita roja, sencillos y cómodos. Un estridente chillido se escapo de mi garganta cuando, estando sentada en la cama tras acabar de ponerme la parte de abajo del conjunto, apareció en el centro de habitación una gran montaña de llamas que se fueron extinguiendo de forma progresiva hasta convertirse en el maniquí de busto de la otra vez. Esta ves en el había un sencillo vestido blanco de corte actual, con el largo a media pierna y tirantes finos a la sisa, afortunadamente la falda tenía vuelo y no se ajustaba. Junto a ella apareció la joven demonio.
-Siento haberos asustado- el tono con el que lo dijo revelo que no era del todo cierto -pero esta es la mejor forma de llevar cosas grande, y ahora en marcha.-
Me puse el vestido y ella me peino de forma sencilla, recogió los bucles de mi cabello un poco dejándolos caer en cascada. Utilizo algo de maquillaje para hacerme ver mejor y me entrego los zapatos del conjunto, para mi sorpresa eran unas sencillas sandalias sin tacón.
-Solo por esta vez porque aun esta débil- aclaro ante mi evidente alegría.
Salimos de la habitación y Luís esperaba en la puerta. Le pedí disculpas y le dije que no había sido mi intención usar la sumisión, con todo aclarado pusimos rumbo al jardín.
Al parecer el blanco era el color predominante en estos acontecimientos, los árboles del jardín llevaban cintas blancas y se habían puesto mesas de bebidas y comidas varias con manteles a juego. La música sonaba de fondo con piezas de piano que iban desde sonatas hasta jazz. Camine entre la gente que eran tanto afras como demonios, todos ataviados con trajes de fiesta y caros vestidos. El ambiente era tan relajado que era imposible pensar que estas dos especies estuviesen en una guerra tan encanecida como la que tenían.
-No te dejes engañar, si se comportan así es porque este acontecimiento es importante para ambas especies- las palabras fueron susurradas a mi oído, me gire y me encontré con mi madre que automáticamente me abrazo con fuerza.
-Estas preciosa cariño-
-Tu también- respondí reparado en el bonito vestido azul turquesa que llevaba.
-Tengo que volver a mis asuntos, sabes Aspir a sido sustituida en La Asamblea de las doce y me han propuesto su lugar- supuse que La Asamblea sería como El Consejo.
-Me alegro por ti, entonces continua- la abrace de nuevo y busque a Luís que venía detrás mía.
-Me he enterado de lo de tu madre- me miro durante unos segundos.
-No me duele, para mi era más una desconocida que una madre, para mi mis padres son humanos, ella me dejo con ellos porque se avergonzaba de tener a uno de los alterados por hijo.-
-¿Los alterados?- cada segundo de mi vida aparecían más cosas raras. El se río ante mi cara de confusión.
-Si, así llaman a los afras chicos y las demonio chicas, Sol es una alterada.- mire hacía la chica que estaba a mi lado, ella sonrío e hizo el gesto de victoria con los dedos.
En ese momento una voz sonó por encima de todas pidiéndonos que nos colocáramos en el lugar del nombramiento porque la ceremonia iba a tener lugar, todos obedecimos como corderos obedientes y nos agrupamos cerca del estado.
Sobre este estaba el chico más guapo que había visto en mi vida, vestía un traje negro con una camisa mostaza que resaltaba sus ojos naranjas, el cabellos castaño brillaba con la luz del sol. Su expresión era de desesperación y no paraba de mirar el reloj de pulsera y a una de las ventabas de la casa, mi ventana.
-Esto es un gran nombramiento, y como tal debemos contar con elementos imprescindibles- la voz que había anunciado el ritual pertenecía a Marc White en su papel de maestro de ceremonias.- En primer lugar los doce miembros del consejo han de estar presentes- uno a uno fuero subiendo los otros diez hombres que lo componían- como debe ser también tenemos que tener entre nosotros al nuevo miembro,- Alejo saludo con respeto al público y al consejo -y por último necesitamos al padrino del iniciado, en este caso sería madrina, pues es una mujer el demonio más cercano a el, pero por causas de salud no se encuentra entre nosotros.- comprendí entonces que se trataba de mí y sin pensarlo dos veces levante la mano y lo llamé.
-Espere señor White, estoy aquí- los murmullos llenaron el aire y la gene me abrió un pasillo hasta el escenario. Ante la asombrada mirada de todo el consejo y sobre todo de mi ahijado me coloque a su lado y apreté con carillo su mano.
El acto duro aproximadamente una hora en la que cada miembro del consejo le dijo a Alejo una ley de debía ser cumplida y una cualidad de los gobernantes, el debía jurar cumplir esa ley hacerla cumplir e intentar tener esa cualidad. Yo solo estaba de florero, pero me gusto poder apoyarlo en un momento tan importante de su vida. Cuando todo termino me abrazo con fuerza aun con toda la gente mirando.
-No sabes lo que te he extrañado- no paraba de repetirlo mientras me apretaba entre sus brazos.
-Me vas a hogar- conseguí musitar.
-Lo siento- me soltó pero no del todo- es que me moría por creer que por salvarme a mi te pudiera pasar algo a ti.-
-No seas tonto, solo necesitaba descansar- me miro con cara de desacuerdo.
-Si claro, como yo. Me han contado toda la historia, incluida tu petición al consejo, gracias por todo.-
-Déjate de palabras y agradécemelo bien- le dije con un descaro que no era propio de mí, sus ojos se abrieron de par en par antes de que lo cogiera del cuello y lo trajera hacia mí para besarlo. Con una impaciencia propia de un animal hambriento irrumpí en su boca con mi lengua y me deleite al probar de nuevo su sabor, su respuesta fue automática y me aferro por la cintura para atraerme más hacia el, la necesidad de tenerlo junto a mi que había sentido al acercase su muerte se había convertido ahora en un incontrolable deseo que me abrasaba. Me separo de el con cuidado y temí ser la única que sintiese esa necesidad, una voz interrumpió mis miedos.
-Alejo tu madre te busca- cogidos de la mano bajamos del escenario y entramos en la casa. Clara estaba en la cocina mirando a los camareros hacer. Se giro y nos sonrío de forma calida.
-Nalhué cariño, que sorpresa ha sido cuando has salido entre la gente, me alegro de que estés bien.-
-Gracias- le respondí abrazándola.
-Alejo- cambio la atención a su hijo- en tu habitación he dejado algo para ti.-
-Vale, ahora lo veo- salimos de la cocina y subimos por las escaleras hasta el dormitorio que ya no parecía tan lúgubre. Sobre la cama había una cajita. Cuando su propietario la abrió pude ver una daga parecida a la que yo misma tenía de mi visita al consejo.
-Es una daga ceremonial-
-Créeme, lo sé- le dije con un suspiro, el río abiertamente.
-Tendré que usarla en las reuniones, así que hasta entonces la guardare- se puse en pie y la guardo en uno de los cajones que había en un escritorio junto a la puerta. Yo tome ese gesto como la señal de que ya nos marchábamos, me acerque a la puerta cuando el me cogío por la muñeca.
-¿A dónde cree usted que va Señorita Bermúdez?-
-Regreso a la fiesta Señor Onetti-
-Te crees tu que te vas a escapar tan fácilmente- su tono de voz era ronco y pícaro a la vez. Haciendo gala de la fuerza de los demonios me tiro en su cama y se coloco sobre mi con sus manos apoyadas a cada lado de mi cara, comenzó a besarme de tal forma que todo me daba vueltas y solo quería tenerlo más cerca de mí. La necesidad de su cuerpo me gritaba haciéndome sentir cosas que nunca había sentido. Sus manos estaban en todas partes, su aliento en mi cuello, la firmeza de su deseo contra la parte baja de mi vientre haciendo aumentar mi avidez de el y provocando que los suspiros se escaparan de mis labios y los gruñidos nacieran en su garganta. Un mordisco juguetón en el cuello me hizo abrir los ojos. Alejo brillaba más que nunca envuelto en llamas rojas, y supe que yo también lo hacía. Mientras a nuestro alrededor las sabanas, el colchón y la cama en general, se calcinaban sin que a ninguno de los dos nos importase.
Fin
Auuuuuu !! Que lindo final Arae !! Pero realmente que pena que terminara :( Tu blog era una entretencion basica en mi rutina :D Pero como dijiste anteriormente, esperemos que no sea un adios y sea un hasta luego !! Te deseo lo mejor y seguire pasando para ver si hay alguna novedad !! Sigue asi, eres una personita exepsional !!
ResponderEliminarBesoooos
Muy liindo el final Arae ^^
ResponderEliminarY :( qe triste qe terminara
pero espero qe sigas escribiendo ^^
Suerte!! y qe te vaya muyy biien
xxx