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Entre agua y fuego esta inscrito en el registro de la propiedad intelectual de Granada con el expediente GR-565-09.

domingo, 28 de marzo de 2010

Información que quizás les interese

Bueno chicas, pues aquí estoy de nuevo. Estoy retomando el control de mi vida después de un periodo complicado, pero parece que todo saldrá bien. En fin, yo lo que quería con esta entrada era sumar a mi lista de agradecimiento a mis chicas de Whitestorm que les he cogido mucho cariño: Joana, Elizabhet, Marce, Alice y Melissa. Decirles que amo nuestras conversaciones locas y que son geniales. Y sobre todo a Meli, que siguió la historia y me dio mucho apoyo, igual que Natu, pero que no se puede quedar a Alejo, que me hace falta para seguir escribiendo.
Y ahí esta la otra cosa que quería decirles. Quiero continuar la historia, hacer una segunda parte. Tengo muchas ideas en la cabeza y pugnado por salir, así que si a ustedes les parece bien y quieren seguir acompañandome en esta aventura solo tienen que decirlo.

Infinitos besos Arae.

domingo, 21 de marzo de 2010

AGRADECIMIENTOS

Tengo mucho que agradecer y a muchas personas que hacérselo. Yo creo que la base de todo escritor comienza con su amor a la lectura, y mi amor a la lectura se debe a mi madre que siempre me ha enseñado lo importante que es un libro para crecer, participes de este amor a la literatura han sido también todos esos autores estupendos que han ido poblando mis sueños con sus magnificas obras y por supuesto mi profesora de literatura Susana que me ha enseñado ha amarlos aun más si cabe. Por otro lado esta mi padre, al que no le gusta leer y nunca he visto con un libro en la mano, pero que ha soportado de forma paciente mis peroratas sobre afras y demonios y mis continuos desvaríos. A mi novio que a tenido que soportar que le leyese cada capitulo, a mi primita Aroa por ser la criaturita más dulce y lista con su corta edad y a su madre por regalárnosla en estos momentos difíciles. A las maravillosas chicas de los blogs, en especial a Dawn, por ser un magnifico ejemplo a seguir y una estupenda referencia, a Hanna, que me ayudo con mi inicio en estos mundillos, a Analieta y sus garabatos, que sin duda es toda una artista, y a Gem, por acordarse de mi blog cuando ni yo misma lo hacía.

Por último quiero dedicar mi primer libro a una persona muy especial, a mi abuelo, aunque estamos en momentos difíciles los superemos juntos, puesto que tienes una familia que te adora y unos nietos que te admiran, todos juntos escribiremos nuestra propía historia.

Gracias a todos, por todo y por más.

Sois consciente de que son muchas las personas que he de agregar a esa lista que hace tiempo escribí, pero ahora no puedo ni es el momento. Esa historia que entre todos los miembros de mi íbamos a escribir, todas esas cosas que teníamos que superar han llegado a su fin, he perdido a esa persona especial a la que dediqué mi primer libro, y aun sabiendo hace tiempo que pasaría, no se como a sucedido.


sábado, 13 de marzo de 2010

EPÍLOGO

Bueno, pues hasta aquí llego todo. Este es el último capitulo. Estoy un poco triste y a la vez contenta. Me siento honrada por aquellos que siguieron mi historia hasta el final, en verdad gracias. Gracias a esas personas que dejaron comentarios alentadores como mi pequeña Meli, que la quiero mucho. y Natu.
Pero prefiero pensar que esto no es más que un hasta luego y no un adios, porque os aseguro que aun queda mucho que contar sobre las afras y los demonios.
Os quiero con la fuerza del agua y el calor del fuego, siempre vuestra: Arae.


-Te despiertas en el momento adecuado bella durmiente- fue lo primero que escuche cuando abrí los ojos. Frete a mí un sonriente rostro me sorprendió con su familiaridad.
-¿Luís? ¿Qué haces tú aquí?- mi pregunta fue totalmente audible y mi voz sonó como siempre, un buen signo.
-Anda, yo también me alegro de verte. Pues que tu amiguito a accedido a dejarme que te vele mientras el es nombrado.-
-¿Nombrado? ¿Quién? ¿De que me hablas?-
-Bueno, sería agradable decirte que Alejo a pasado de ti durante esta semana que has estado transpuesta y demás, pero soy un tío bueno, un gran defecto- añadió lo último con un guiño- el llamitas ese a estado aquí día y noche esperando a que te despertase, pero El Consejo de los doce y también El Consejo afras y demonios lo han elegido como el sustituto de su padre y ahora lo están nombrado en vuestro jardín, durante la fiesta que el ritual requiere, algo con lo que el no estaba de acuerdo.-
-Espera, si el a sido elegido como sustituto de su padre El Consejo acepto mi petición, por lo tanto de “vuestro” jardín nada.-
-Ahí te equivocas guapa- toda la alegría que me había invadido con la noticia se me escapo- los viejales decidieron que como solo eras medio demonio solo tenias la mitad de las leyes o algo así, así que la herencia se repartió entre los dos herederos, pero míralo por el lado bueno, te has librado de los cargos políticos.- la verdad es que visto así tenía razón. La puerta de el que al parecer seguía siendo mi dormitorio se abrieron y Sol entro luciendo un espectacular vestido dorado que resaltaba realmente su piel dorada y su cabello intensamente rojo. Era tan ajustado que no dejaba nada a la imaginación algo a lo que ayudaba la cantidad de tela de la que estaba hecho.
-¡Se ha despertado!- su emoción me confundió bastante, yo siempre pensé que ella era amable conmigo por su posición, pero su alegría revelaba algo más.-Estaba preocupada- musito ante la cara de asombro que Luís y yo compartíamos.
-Estoy bien, enserio, no te preocupes- retire las sabanas y me levante.
-No deberías levantarte así- me regaño el afra.
-Estoy fuerte como un toro, y huelo como uno, necesito una ducha-
-Estupendo, yo mientras buscare algo para que se lo ponga, si se apura puede llegar al nombramiento- Sol ya se había puesto en marcha.
-Gracias, Sol, haces gala de tu nombre- sonrío con una dulzura que la hacía diferenciarse por completo de sus hermanas mayores.
Tras la estupenda ducha volví a la habitación confiando en que Luís se hubiese marchado, pues había olvidado coger ropa limpia y estaba liada en una toalla. Salí con disimulo al principió, pero como la estancia parecía desierta camine tranquilamente.
-Que sexy- casi se me cae la toalla de la impresión, Luís estaba junto al gran espejo y por eso no lo había visto.
-¡Sal ahora mismo!- a causa del susto casi se me cae la toalla y utilice sin querer utilizar a la sumisión. Luís salio en apenas un par de segundos.
Me acerque a la mesita de noche y conseguí algo de ropa interior limpia, un conjunto de sujetador y cullot negros con una cintita roja, sencillos y cómodos. Un estridente chillido se escapo de mi garganta cuando, estando sentada en la cama tras acabar de ponerme la parte de abajo del conjunto, apareció en el centro de habitación una gran montaña de llamas que se fueron extinguiendo de forma progresiva hasta convertirse en el maniquí de busto de la otra vez. Esta ves en el había un sencillo vestido blanco de corte actual, con el largo a media pierna y tirantes finos a la sisa, afortunadamente la falda tenía vuelo y no se ajustaba. Junto a ella apareció la joven demonio.
-Siento haberos asustado- el tono con el que lo dijo revelo que no era del todo cierto -pero esta es la mejor forma de llevar cosas grande, y ahora en marcha.-
Me puse el vestido y ella me peino de forma sencilla, recogió los bucles de mi cabello un poco dejándolos caer en cascada. Utilizo algo de maquillaje para hacerme ver mejor y me entrego los zapatos del conjunto, para mi sorpresa eran unas sencillas sandalias sin tacón.
-Solo por esta vez porque aun esta débil- aclaro ante mi evidente alegría.
Salimos de la habitación y Luís esperaba en la puerta. Le pedí disculpas y le dije que no había sido mi intención usar la sumisión, con todo aclarado pusimos rumbo al jardín.
Al parecer el blanco era el color predominante en estos acontecimientos, los árboles del jardín llevaban cintas blancas y se habían puesto mesas de bebidas y comidas varias con manteles a juego. La música sonaba de fondo con piezas de piano que iban desde sonatas hasta jazz. Camine entre la gente que eran tanto afras como demonios, todos ataviados con trajes de fiesta y caros vestidos. El ambiente era tan relajado que era imposible pensar que estas dos especies estuviesen en una guerra tan encanecida como la que tenían.
-No te dejes engañar, si se comportan así es porque este acontecimiento es importante para ambas especies- las palabras fueron susurradas a mi oído, me gire y me encontré con mi madre que automáticamente me abrazo con fuerza.
-Estas preciosa cariño-
-Tu también- respondí reparado en el bonito vestido azul turquesa que llevaba.
-Tengo que volver a mis asuntos, sabes Aspir a sido sustituida en La Asamblea de las doce y me han propuesto su lugar- supuse que La Asamblea sería como El Consejo.
-Me alegro por ti, entonces continua- la abrace de nuevo y busque a Luís que venía detrás mía.
-Me he enterado de lo de tu madre- me miro durante unos segundos.
-No me duele, para mi era más una desconocida que una madre, para mi mis padres son humanos, ella me dejo con ellos porque se avergonzaba de tener a uno de los alterados por hijo.-
-¿Los alterados?- cada segundo de mi vida aparecían más cosas raras. El se río ante mi cara de confusión.
-Si, así llaman a los afras chicos y las demonio chicas, Sol es una alterada.- mire hacía la chica que estaba a mi lado, ella sonrío e hizo el gesto de victoria con los dedos.
En ese momento una voz sonó por encima de todas pidiéndonos que nos colocáramos en el lugar del nombramiento porque la ceremonia iba a tener lugar, todos obedecimos como corderos obedientes y nos agrupamos cerca del estado.
Sobre este estaba el chico más guapo que había visto en mi vida, vestía un traje negro con una camisa mostaza que resaltaba sus ojos naranjas, el cabellos castaño brillaba con la luz del sol. Su expresión era de desesperación y no paraba de mirar el reloj de pulsera y a una de las ventabas de la casa, mi ventana.
-Esto es un gran nombramiento, y como tal debemos contar con elementos imprescindibles- la voz que había anunciado el ritual pertenecía a Marc White en su papel de maestro de ceremonias.- En primer lugar los doce miembros del consejo han de estar presentes- uno a uno fuero subiendo los otros diez hombres que lo componían- como debe ser también tenemos que tener entre nosotros al nuevo miembro,- Alejo saludo con respeto al público y al consejo -y por último necesitamos al padrino del iniciado, en este caso sería madrina, pues es una mujer el demonio más cercano a el, pero por causas de salud no se encuentra entre nosotros.- comprendí entonces que se trataba de mí y sin pensarlo dos veces levante la mano y lo llamé.
-Espere señor White, estoy aquí- los murmullos llenaron el aire y la gene me abrió un pasillo hasta el escenario. Ante la asombrada mirada de todo el consejo y sobre todo de mi ahijado me coloque a su lado y apreté con carillo su mano.
El acto duro aproximadamente una hora en la que cada miembro del consejo le dijo a Alejo una ley de debía ser cumplida y una cualidad de los gobernantes, el debía jurar cumplir esa ley hacerla cumplir e intentar tener esa cualidad. Yo solo estaba de florero, pero me gusto poder apoyarlo en un momento tan importante de su vida. Cuando todo termino me abrazo con fuerza aun con toda la gente mirando.
-No sabes lo que te he extrañado- no paraba de repetirlo mientras me apretaba entre sus brazos.
-Me vas a hogar- conseguí musitar.
-Lo siento- me soltó pero no del todo- es que me moría por creer que por salvarme a mi te pudiera pasar algo a ti.-
-No seas tonto, solo necesitaba descansar- me miro con cara de desacuerdo.
-Si claro, como yo. Me han contado toda la historia, incluida tu petición al consejo, gracias por todo.-
-Déjate de palabras y agradécemelo bien- le dije con un descaro que no era propio de mí, sus ojos se abrieron de par en par antes de que lo cogiera del cuello y lo trajera hacia mí para besarlo. Con una impaciencia propia de un animal hambriento irrumpí en su boca con mi lengua y me deleite al probar de nuevo su sabor, su respuesta fue automática y me aferro por la cintura para atraerme más hacia el, la necesidad de tenerlo junto a mi que había sentido al acercase su muerte se había convertido ahora en un incontrolable deseo que me abrasaba. Me separo de el con cuidado y temí ser la única que sintiese esa necesidad, una voz interrumpió mis miedos.
-Alejo tu madre te busca- cogidos de la mano bajamos del escenario y entramos en la casa. Clara estaba en la cocina mirando a los camareros hacer. Se giro y nos sonrío de forma calida.
-Nalhué cariño, que sorpresa ha sido cuando has salido entre la gente, me alegro de que estés bien.-
-Gracias- le respondí abrazándola.
-Alejo- cambio la atención a su hijo- en tu habitación he dejado algo para ti.-
-Vale, ahora lo veo- salimos de la cocina y subimos por las escaleras hasta el dormitorio que ya no parecía tan lúgubre. Sobre la cama había una cajita. Cuando su propietario la abrió pude ver una daga parecida a la que yo misma tenía de mi visita al consejo.
-Es una daga ceremonial-
-Créeme, lo sé- le dije con un suspiro, el río abiertamente.
-Tendré que usarla en las reuniones, así que hasta entonces la guardare- se puse en pie y la guardo en uno de los cajones que había en un escritorio junto a la puerta. Yo tome ese gesto como la señal de que ya nos marchábamos, me acerque a la puerta cuando el me cogío por la muñeca.
-¿A dónde cree usted que va Señorita Bermúdez?-
-Regreso a la fiesta Señor Onetti-
-Te crees tu que te vas a escapar tan fácilmente- su tono de voz era ronco y pícaro a la vez. Haciendo gala de la fuerza de los demonios me tiro en su cama y se coloco sobre mi con sus manos apoyadas a cada lado de mi cara, comenzó a besarme de tal forma que todo me daba vueltas y solo quería tenerlo más cerca de mí. La necesidad de su cuerpo me gritaba haciéndome sentir cosas que nunca había sentido. Sus manos estaban en todas partes, su aliento en mi cuello, la firmeza de su deseo contra la parte baja de mi vientre haciendo aumentar mi avidez de el y provocando que los suspiros se escaparan de mis labios y los gruñidos nacieran en su garganta. Un mordisco juguetón en el cuello me hizo abrir los ojos. Alejo brillaba más que nunca envuelto en llamas rojas, y supe que yo también lo hacía. Mientras a nuestro alrededor las sabanas, el colchón y la cama en general, se calcinaban sin que a ninguno de los dos nos importase.


Fin

martes, 9 de marzo de 2010

Capitulo 31: Fuego vital, fuente de vida.

-Llama al medico- ordene al chico que estaba parado en la puerta -dile que venga en seguida.- no mire si obedecía pero escuche su apresurada carrera por el pasillo. A los poco minutos sus jadeos captaron mi atención.
-Señora lo siento, pero dice que si esta en esas condiciones ya no hay nada que hacer y que esta atendiendo asuntos importantes como para malgastar su tiempo con un caso perdido.-
-Márchate- no esperaba que mi voz sonase tan fría como lo hizo, pero poco me importaba en ese momento. Me levante con el crujido de la puerta al cerrarse y me acerque a la chimenea que había frente a la cama. Nunca había utilizado ninguno de los medios demoníacos, pero ahora me disponía ha hacerlo. Encendí el hogar con un movimiento de mano, respire y pensé en la persona con la que quería comunicarme, la imagen de medico apareció claramente entre las llamas.
-Ya le he dicho a su siervo que no hay nada que hacer.- actuaba de forma aburrida como quien habla a un niño -no pienso ir.-
-Le seré clara señor Koning, o viene inmediatamente, o yo misma me encargare de rastrearle por toda la faz de la tierra y cuando lo encuentre hacer que su eminencial culo de catedrático arda hasta que ruegue piedad. Aclarado esto ahora le pregunto ¿Esta seguro de que no va a venir?- el silencio que acompaño a su expresión de asombro duro un par de minutos.
-Enseguida voy-
-Eso pensaba- termine la conversación pasando la mano frete a mi rostro y apagando la hoguera.
Volví junto a la cama y espere mientras la tranquilidad de la estancia y la impaciencia me revolvían el estomago y me alteraban los nervios. Me sentía tan sola, sabía que la actitud que había tomado en las últimas horas era la adecuada, si quería sobrevivir en este mundo tenía que ser una mujer fuerte y segura, dejar de llorar cada vez que las situación me superase y asumir mi destino. Pero entonces comprendí que no tendría porque asumirlo sola, estaba mi madre y Clara. ¡No había avisado a Clara!.
-¡Sol!- casi antes de que dijese su nombre la puerta se abrió y la chica apareció en ella, esta era la parte buena de ser su “Señora” aunque odiaba ese termino.
-¿Señora?-
-Necesito un barreño con agua- su cara no cambio de expresión, asintió y desapareció.
Cuando tuve el barreño frente a mi seguí el mismo proceso que con el fuego de la chimenea. Tras unos minutos de espera una soñolienta Clara apareció en la superficie regular del agua.
-Clara tienes que venir enseguida, tu hijo esta muy mal- su rostro perdió todo rastro de sueño enseguida y yo incapaz de decirle nada más sin que la voz me fallara corte la conexión.
El enfermo gimoteo a mi lado y yo me afane en volver a su lado. Al acercarme unos preciosos ojos naranjas se abrieron para recibirme, con su brillo de siempre y las espesas pestañas que los hacían aun más intrigantes. Movió los labios, que estaban secos y agrietados, pero de ellos solo salió un balbuceo inteligible. Después cerro los ojos de nuevo y su respiración se dificulto aún más. La puerta se abrió una vez más en esta agotadora noche.
-Comienza a hacer enema- fue el saludo del medico al entrar en lúgubre estancia- esto no tiene arreglo señorita, ya se lo dije, pero aquí estoy ¿Qué quiere que haga?-
-Que busque una solución, siempre se puede hacer algo- en respuesta se froto las sienes de la cabeza intentando recobrar las esperanza.
-La única solución sería un milagro, este joven a perdido su energía vital que es imprescindible para que un demonio o un afra pueda vivir, lo que nosotros los demonios llamamos su llama vital y las hijas del agua llaman su fuente de vida, para el caso es lo mismo. Esta agotado y ya no tiene nada que hacer.-
-Pero usted dijo que se recuperaría- mi acusación estaba cargada de resentimiento.
-Se perfectamente lo que dije, porque se suponía que el recargaría la energía que le faltaba para recobrar la conciencia, pero es evidente que no lo ha hecho. Y siento decepcionarla señorita, pero esto no es como la sangre de los humanos, lo hay trasfusiones.-
Sin dignarme a responderle me senté de nuevo en la silla de la que me había levantado para recibirle y le ignore. Note movimiento a mis espaldas y me gire para encontrarme a la que se había convertido en mi compañera.
-Señora tal vez debería cambiarse y quitarse ya ese pesado vestido, le he traído esto para que pueda cambiarse en el baño- me tendió unos vaqueros que tenían aspecto de cómodos y una camiseta de hombre. Así que había estado ocultándome la ropa cómoda y dándome modelitos sexys.
-Tienes razón, gracias- tomo las prendas y entre en baño. No quería entretenerme por miedo a que lo pero pudiese pasar mientras yo estaba en el baño, pero me enjuague la cara con agua y me solté el pelo de todas aquellas pequeñas orquillas que me estaban matando. Metí las manos en los bolsillos de los vaqueros y encontré una goma, una pequeña sonrisa agradecida curvo mis labios. Utilice la goma para recogerme el pelo en una coleta que me permitiese apartarlo de la cara pero que no me hiciese doler aun más la cabeza.
Cuando salí Andriana reposaba su cuerpo en el marco de la puerta del baño y Clara había ocupado mi lugar junto a la cama.
-Cariño- dijo mi madre mientras me abrazaba.
La mujer de algodón de azúcar me miro directamente a los ojos y me quede perdida en su mirada, en la desesperación que emanaba y la cantidad de ruegos que encerraba. Sin más se levanto y camino hacía mí sin dejar de mirarme a los ojos, entonces me abrazo como nunca lo había hecho nadie antes, notaba todo lo que sentía y es que ambas sentíamos lo mismo, a muchos les dolería la perdida de Alejo, pero solo el dolor de ambas era equivalente. La sentí llorar temblar entre mis brazos y me di cuenta de que yo no podía flaquear, había demasiada gente que ahora dependía de mi. La ayude a volver a la silla y ella se dejo caer como un boxeador derrotado.
-Que alguien traiga otra silla- ordene al aire, cuando llegue al otro lado de la cama la silla me esperaba. Me senté y mire como Clara tomaba la mano de su hijo y con la otra intentaba retirarse las lágrimas que una tras otra bajaban por sus mejillas. Mire de nuevo al moribundo y casi falle en mi propósito de ser fuerte, acaricie con cariño sus mejillas, un cosquilleo me recorrió las yemas de los dedos. Dude por un segundo si eran imaginaciones mías, pose la palma completa de la mano en su rostro y comprobé que el cosquilleo se hacía más fuerte. Jadee por la sorpresa y levante la mirada hacía todos los ocupantes de la sala, el medico, seguramente por mido a mi amenaza, aun no se había marchado, entonces sus palabras me resonaron de nuevo en los oídos y decidí probar algo. Me levante con determinación y encarame una rodilla en la cama acercándome cada vez más a su ocupante. Todos me miraban con ojos inquisidores sin ser capaces de comprender que pretendía hacer. Respire profundamente y coloque mis manos a cada lado de la cara de Alejo, entonces me acerque a sus labios y lo bese como nunca antes lo había echo, intente poner en ese beso toda mi alma y mi energía, todo lo que yo era y que me hacía amar lo que era el. Las sacudidas eléctricas me sacudieron de pies a cabeza haciéndome sentir calambres, los ojos se me abrieron de forma involuntaria a causa de los espasmos y el dolor me recorría libremente, los brazos me fallaron y estuve apunto de desplomarme, pero unas manos me sujetaron por la cintura y me pareció ver el lugar de Clara vacío. No pude más y deje de luchar contra el dolor, me deje caer y las manos que me habían servido de apoyo no pudieron hacer nada para evitarlo. Me cabeza choco contra el pecho de Alejo tibio y agradable, y entonces los murmullos de voces aparecieron en la habitación, pero automáticamente fueron apagados por los latidos de un corazón y las sombras de la inconsciencia.

domingo, 7 de marzo de 2010

El susurro de mi vestido sobre el suelo de mármol acompañado por el ruido de mis tacones y los pasos de mis acompañantes era todo lo que podía oír. Llegue hasta el final del pasillo donde me tope con unas enormes puertas de roble de casi tres metros de altura y dos metros de ancho. Con un estridente chirrido las puertas se abrieron de par en par dejando ver un oscuro salón iluminado solamente por una chimenea y antorchas en las esquinas. En el centro de la sala había una mesa redonda rodeada por once siluetas sentadas a un lado de esta, todas de frente a mí. Iba a entrar en la sala, pero el movimiento a mis espaldas me hizo pararme en seco. Con movimientos idénticos a los que habían usado para colocarla Susana y Marina retiraron la capa que me cubría. Tras esto no pude evitar mirar hacía Sol que asintió animándome a entrar. Mire de nuevo al frente y di un par de pasos más hasta cruzar el umbral. Fue en ese momento cuando mi guardia se separo de mí y fueron a colocarse contra los muros de la habitación. No me había dado cuenta, pero allí ya había previamente mas gente, los que supuse serían la guardia de los componentes de El Consejo de los doce.
-Acércate a la mesa.- la voz que nos había recibido volvió a sonar, esta vez claramente provenía de la figura central.
Con paso firme y una determinación que no tenía me acerque hasta ellos. No se me ocurría como saludar, pues sabía que había un ritual para esto, uno que yo había olvidado aprender. Desesperada busque ayuda entre mi guardia y encontré a Sol reclinada en la pared frete a mi. Con sutileza me indico que levantase mi vestido y sacase la daga que llevaba en el muslo, yo lo hice sin pensarlo, mostrando sin quererlo mis piernas al extraño público. Después me indico que clavara la daga en la mesa, creí que estaba loca o que pretendían que me mataran, pero cuando mire a la mesa que tenía delante y todas las marcas que esta presentaba comprendí que ella tenía toda la razón. Con toda la fuerza que fuí capaz clave la daga en la tosca madera, dejandola clavada en esta.
-Mis saludos miembros del consejo.- por suerte la respuesta no se hizo esperar.
-Devolvemos tus saludos Nalhué. Estas aquí esta noche porque debes ocupar el cargo que te a sido otorgado en este órgano.- y aquí estaba el problema yo no quería este cargo, yo no quería nada de lo que había ganado por asesinato.
-Esperamos que la casa haya sido de su agrado, es una de las propiedades más antiguas en el poder de los demonios.- tenía que decir lo que había venido a decir.
-La casa es preciosa pero…- antes de que pudiese terminar la frase el me interrumpió.
-Nos alegramos de que le guste. Sabe es usted un ser curioso, una profecía que anunciaba su nacimiento, un equilibrio perfecto entre dos especies, haciendo que en realidad sea parte de las dos y a la vez no pertenezca a ninguna, definitivamente querida se encuentra entre agua y fuego.- me miraba como aun proyecto de ciencias y eso no me gustaba un pelo. -Es usted realmente especial y en sus manos tiene mucho poder, ¿supongo que es usted consciente de ello? Siento mucho que mi colega el señor Onetti perdiese el control de esas formas, pero no podemos olvidar que se causa era noble, el se preocupaba mucho por su especie, que en parte también es la tuya, y….- en esta ocasión fui yo la que lo interrumpió, no tenía ganas de más charlas de cortesía.
-El caso ¿señor?-
-White, Marc White-
-Pues señor White, es que yo no quiero ser la heredera de su colega. No quiero la casa ni nada de lo que hay en ella, tampoco deseo cualquier otra de las propiedades del señor Onetti, así como tampoco sus cargos políticos-
La sala perdió todo el silencio que hasta entonces había reinado en ella, el resto de los componentes del consejo comenzaron a hablar entre ellos y a murmurar cosas inteligibles.
-Niña insolente,- la voz de una mujer surgió sobre el resto dirigiéndose directamente había mí.- como te atreves a venir aquí a cuestionar las leyes por las que nos hemos regido durante siglos, no conoces nada de nuestra especie y sin embargo eres capaza de rechazar lo que nuestra ley te da por haber estado en peligro.-
El bullicio seguía subiendo y entre el escando pude distinguir frases que hablaban de desacato a la autoridad y falta de respeto a las leyes. El hombre del centro volvió a recobrar el control de la sala al tercer intento, después de probar con gritos y llamamientos y no servir de nada utilizo sus poderes para churrascarlos a todos un poco.
-Eso que dices es muy grave- me hablaba de nuevo a mi -nuestras leyes son muy estrictas sobre este tema y nadie se a atrevido nunca en cuestionarlas porque ellas representan lo que somos. Como tienes una falta de educación sobre nuestra cultura puedo ser un poco más condescendiente contigo, pero aun así tengo que aplicarte un castigo.- no comprendía lo que decía, ¿Por qué querían castigarme ahora? -serás condenada a cumplir los deseos de la orden durante tres meses.- la evidencia me golpeo como un puñetazo, esos tres meses terminarían conmigo esperando por lo menos un niño y me negaba a que eso se produjese. Pero era verdad que yo estaba desobedeciendo la ley, y también era comprensible que quisieran que yo la respetase, pero tenía que salir de este nuevo aprieto como fuese.
Una idea acudió a mi mente, esperaba que funcionase, porque no tenía plan B.
-Disculpen si los he ofendido. El caso es que yo quiero hacer cumplir las leyes, y por este mismo motivo me niego a aceptarlo que me han asignado.- las miradas se clavaban en mi, unas con rabia, otras indiferentes, pero también las había curiosas y pensativas.- Como antes el señor White dejo bien claro yo no soy por completo demonio, así pues no puedo recibir toda la herencia.- desee con todas mis fuerzas que funcionase. -Por lo tanto el que debería heredar sería el primogénito del fallecido.- ahora si que me miraban todos con atención.
-El consejo tendrá en cuenta sus argumentos y su petición, pero ahora debe marcharse.- comprendí que Marc pretendía calmar los humos al hacer desaparecer mi presencia.
-De acuerdo, gracias por su atención- retire mi daga de la mesa y volví a colocármela en el muslo. Antes de que lograse darme cuenta mis hombres estaban de nuevo tras de mí y la capa descansaba sobre mis hombros.
-Vamonos a casa- suspire mientras cruzaba e nuevo el umbral mágico que nos había llevado hasta allí.
De nuevo estábamos en el edificio abandonado con la esperanza prácticamente perdida y un posible castigo cerniéndose sobre mis espaldas.
-Salgamos de aquí por favor.- con la misma rapidez de antes los hombres se encargaron de retirar los tablones y permitirnos el paso. Caminamos por las calles ahora desiertas, la visita que había parecido realmente breve se había extendido durante horas. Hacía nosotros se acercaba una pareja de jóvenes, ella apoyaba la cabeza en el hombro del chico y ella sujetaba con dulzura su cintura. Mis ojos se quedaron prendidos de la bella escena anhelando el poder disfrutar de esa tipo de cosas sin que alguien intentase apoderarse de mi vida. La pareja siguió hacía delante sin fijarse ni un segundo en nuestro peculiar grupo.
Al llegar ante la puerta de la mansión puede ver un papel blanco ondeando en esta, había sido clavado en la madera con un puñal muy parecido al mío.

El consejo esta discutiendo su petición, hasta entonces le pido encarecidamente que no haga nada más que pueda dificultar la situación. Estimo enormemente a Alejo y por ello le agradezco su deferencia hacía el chico, en agradecimiento a su actitud y por propio interés intentare por todos los medios que acepten.
Marc White.

Quede impresionada por como habría podido hacer llegar la nota hasta allí en tan poco tiempo, decidí que sería otro truco de demonios y que no tenía ningún interés en saberlo. Entre en la casa y antes de que nadie pudiera hacerlo por mí me quite la capa que cada vez me resultaba más pesada. Mi mal humor y mi falta de ánimo se hacían más que palpables en el ambiente, sobre todo por las pequeñas llamitas de fuego que jugueteaban entre mis dedos.
Camine hasta mi habitación sabiéndome sola, ya que había visto a todos mis acompañantes marcharse uno a uno o en grupos. El vestido se me enredaba en los tobillos y las botas ya no parecían ni mucho menos tan cómodas como cuando me las puse. Estaba mareada por el cansancio a causa del esfuerzo que había supuesto para mí abrir el portal, no conocía del todo mis poderes y en ocasiones gastaba más energía de la que podía permitirme. Prácticamente jadeaba pasillo adelante cuando la puerta de la habitación de Alejo se abrió.
-¡Señora, señora!- los gritos del joven demonio eran enloquecedores. Corrió por el pasillo hacía mi y literalmente te arrojo a mis faldas sollozando como un perrito abandonado. -Lo siento mucho, yo no se que a pasado, intente localizarla pero no sabía como- entonces comprendí que todo lo que iba mal era apenas un adelanto de todo lo que podía ir mal. Corrí por el pasillo arrastrando al chico de unos diez años conmigo. En la habitación prácticamente en penumbra Alejo brillaba en centro de la habitación, su luz que siempre había sido tan intensa para mí se veía tenue y distante. Se estaba apagando, lo notaba con cada latido de su corazón y de mío, veía como la vida se escapa de su cuerpo de forma constante, lenta y mortífera. Me acerque junto a su cama con las rodillas temblando y sudor frío mojándome por la espalda. Esto no debería estar pasando, todo el mundo me había dicho que se recuperaría, que solo se trataba de cansancio, pero ahora su vida se estaba extinguió antes mis ojos. Tome su mano y aparte algunos cabellos castaño de su frente, solo podía pensar en lo mucho que lo necesitaba, en tanto como anhelaba tenerlo junto a mí, yo que nunca había querido nada que nunca había deseado conservar nada con las suficientes fuerzas para luchar, era irónico que ahora que tenía algo, mejor dicho alguien, que quería conservar par siempre se escapase de mi sin que yo pudiese hacer nada, absolutamente nada. Abrí los ojos que había cerrado sin darme cuenta, -Siempre se puede hacer algo- me dije a mi misma, no había llegado hasta aquí para rendirme, Alejo era mío y no dejaría que nadie me lo arrebatase y mucho menos la fría muerte.

viernes, 5 de marzo de 2010

Ayudemos a Chile

Chica y chicos, todos sabes lo que a ocurrido en Chile. Así que ahora es cuando hay que ayudar. Como a dicho Dani : La tierra se a movido, y ahora debemos movernos nosotros.

http://www.untechoparachile.cl/

martes, 2 de marzo de 2010

Capitulo 29: Portal

Recorrimos de nuevo los enormes pasillos del edificio y subimos las escaleras de mármol que llevaban a la segunda planta. Pasamos de nuevo por la habitación de Alejo y la angustia se me acumulo en la garganta, baje la mirada al suelo y seguí caminando. Cuando llegue a la que había sido asignada como mi habitación Sol ya estaba esperando. Como salido de la nada en el centro de la habitación había un maniquí que lucía un impresionante vestido. Era evidente cuando pedí a Sol que eligiera mi ropa que ella no escogería algo precisamente discreto, pero esto había superado todas mis expectativas. El vestido, en armonía con el edificio, era de época victoriana, con una larga falda que llegaba hasta el suelo y un corsé con cuello de barco y escote en forma de corazón. En el cuello del maniquí brillaba una preciosa gargantilla de estilo gótico que al igual que todo el conjunto era negra, contra todo pronostico no había rastro de violeta.
-Es precioso- musite mientras rozaba con mis dedos la suave tela.
-Me alegro que le guste mi señora, pero no hay tiempo que perder y su pelo tiene bastante trabajo- asentí mientras me sentaba como Sol me indicaba en el banquito que había frente al tocar de forja. Observe los frascos que ella había depositado allí, intente enfocar mi atención y ver algo, pero fue inútil.
Cerré los ojos para pasar el dolor de cabeza que la tarde de investigación forzada me había ocasionado, el trabajo de las manos de mi improvisada peluquera en el pelo me relajaba y me inducía al sueño. Cuando abrí los ojos los rizos habían desaparecido de mi cuello y estaban entrelazados en un cuidado moño alto con pequeños adornos negros que resaltaban con el color de mi cabello.
-¿Esto es porque eres un demonio?- pregunte asombrada.
-No señora- río ella- es porque me gusta la moda. Nos falta el maquillaje.- según lo dijo lo hizo, con lápiz de ojos y sombras grises resalto mi mirada, utilizo demás cosas, que yo no sabía ni lo que eran, para hacer que no me reconociera ni yo, parecía mucho mayor, más madura, justo lo que necesitaba para la situación que se me presentaba por delante.
-Ahora el calzado- se dio la vuelta y apareció con una caja enorme- he observado que no esta acostumbrada a llevar tacones, por eso he escogido esto- me tendió la caja y la abrí. En ella había una preciosas botas de cuero que llegaban hasta la parte baja de las rodillas, con cordones que se entrelazaban desde el tobillo hasta el final de ellas, tacón alto pero ancho y resistente.- Con ellas le será mucho más fácil andar.- me quite los vaqueros y me las puse. Sol vino hacía mi con el vestido en sus brazos, yo me quite la camiseta rápidamente y la ayude a pasarme el vestido por la cabeza. Ella me apretó el corsé tirando de las cintas, después me coloco la gargantilla. Mira hacía delante donde me encontré de frente con el gran espejo. No era capaz de reconocer a la mujer que se encontraba frente a mí, en primer lugar por que era una mujer, y yo siempre me había considerado una niña.
Ya iba a salir de la habitación cuando Sol me llamó. Me gire en redondo hacía ella, en sus manos sostenía una vaina de muslo, en ella sobresalía la empuñadura de una daga preciosa.
-Creo que quizás le sea de ayuda- sin decir nada más me levante el vestido y la abroche entorno a mi muslo derecho. Ahora si estaba preparada, salí de la habitación con Sol a mi espalda. Según recorríamos los pasillos de camino a la puerta de salida los que se habían convertido en mis demonios se iban uniendo a nosotras, como si de mi ejercito personal se tratasen. Al llegar a la puerta Marina y Susana estaban situadas a ambos francos de esta. Con gestos mecánicos colocaron una capa negra en mis hombros, levantaron la capucha y la dejaron caer sobre mi cabeza. Extendieron la capa que caía hacía atrás y se situaron detrás de mi junto a Sol. Y así cruce las puertas de la que ahora era mi mansión, como una peligrosa guerrera de la antigüedad acompañada por su ejercito, aunque ni era peligrosa, ni era una guerrera.
Fue al salir a la calle cuando fui consciente de la gran conmoción que yo y mi grupo podíamos causar a los viandantes, más en una hora punta como era esa. Pero ninguna mirada indiscreta se posó sobre nosotros, las exclamaciones no aparecían a nuestro paso y nadie parecía reparar en nuestra presencia.
Sin comprender por qué, pero sabiendo perfectamente a donde tenía que dirigirme guíe a los míos hacía un extraño y abandonado edificio. Las puertas estaban bloqueadas por dos tablones de madera, me pare ante ellos y dos de los demonios más fuertes no necesitaron otra señal para actuar, se situaron frente a estas y los arrancaron de cuajo. Avancé entre las penumbras del edificio arrastrando tanto la capa como el vestido por el polvoriento suelo y levantando nubes. Mis pasos me llevaron hasta una sala circular y de altos techos, la reconocí al instante, era un umbral al consejo, llevaba toda la tarde leyendo sobre esto así que no debía serme tan difícil. Me situé en el centro como sabía que debía hacer, mientras mis acompañantes me rodeaban en un circulo a tres o cuatro metros de mí. Uno a uno fui llamándolos por sus nombres, nombres que la mayoría de las veces tuvieron que decirme, y les daba permiso para liberarse, tras esto sus cuerpos comenzaban a arder liberando todo el poder demoníaco que llevaban en su interior y convirtiéndose en espectaculares antorchas gigantes. Cuando todo el mundo estuvo preparado llego mi momento. Me deje arrastrar por las fuerzas que latían en mi interior, el agua y el fuego me dominaban en igual medida, haciéndome parte de ambos, por lo que sentía como el calor inundaba mi cuerpo que a la vez se sentía fresco y relajado, abrí los ojos para encontrar como olas y llamas violetas me rodeaban por completo ante la asombrada mirada de mi audiencia. Ahora solo quedaba el último pasó. Levante los brazos y utilicé toda la potencia de mi voz.
-¡Consejo de los doce, aquí estoy, soy Nalhué y tus puertas deben abrirse para mí!-
En el mismo orden en que se habían encendido, cada una de las antorchas fue extinguiéndose, dejando así por último mi propia llama. Sonada de no se sabe donde una voz masculina y gutural nos dio la bienvenida.
-Nalhué por derecho propio las puertas del consejo siempre deberán permanecer abiertas para ti.- sin más una luz apareció frente a mí y se fue ampliando hasta poder ver a través de ella un amplio pasillo. La amplitud que había alcanzado la luz era suficientemente alta y amplia para que pasasen tres como yo. Me cuadre de hombros y mire a mis espaldas. Mis tropas se habían reagrupado en el mismo orden con el que habíamos salido de la mansión. Volví a mirar hacía delante, baje las manos por el vestido hasta notar el mango de la daga en mi muslo, acaricie la empuñadora bajo mis ropas, tomé aire y cruce al otro lado.

La muerte de la virgen (Il Caravaggio)

La muerte de la virgen (Il Caravaggio)