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Entre agua y fuego esta inscrito en el registro de la propiedad intelectual de Granada con el expediente GR-565-09.

domingo, 28 de febrero de 2010

Capitulo 28: Leyes

Serían las seis de la tarde cuando mi incansable búsqueda quedo suspendida por falta de éxito. Llevaba desde las doce de la mañana intentando encontrar entre las leyes demoníacas algo que me abstuviese de tener que quedarme con la herencia que la muerte, o mejor dicho el asesinato, de mi suegro me había franqueado. Todo lo que encontraba reafirmaba mi obligación de hacerme cargo del legado e intentar que los nombres de los descendientes del fallecido no se viesen ensuciados por el cobarde gesto del difunto. No se me ocurrida nada mas que utilizar mi sumisión y obligarlos a todo a acatar mi voluntad, algo que no era muy practico ni democrático.
Levante la vista de la pila de papeles que tenía delante, me escocían los ojos, estaba apunto de arrancarme el pelo y no había tocado el plato de comida que me habían dejado. Nadie entendía porque me tomaba tan a la tremenda este tema, nadie entendía que yo odiaba ser la dueña de la herencia que por derecho pertenecía a Alejo, que no quería un cargo entre la gente que tanto afán habían puesto en intentar controlarme, solo quería salir de todo ese lío, seguir con mi vida y no preocuparme de si algún día daría a luz a un ser completo.
Apoye la cabeza en la mesa y resople otra vez, como si eso fuese a aclararme las ideas de forma mágica. Volvía leer el mismo párrafo que ya casi tenía grabado en la mente, el que explicaba eso de que un demonio atacado tiene derecho a matar a su atacante y heredar sus bienes; esto me daba la opción de atacar a Alejo y que el me matara. Era evidente lo que fallaba en mi súper plan, yo no quería morir y Alejo no me mataría, y menos aún que estaba completamente transpuesto en una de las habitaciones de la enorme mansión. Las vistas de los jardines de la mansión no tenían desperdicio, había decidido sentarme en el jardín para realizar mi tarea, el clima de junio era bastante agradable y me sentiría muy bien si no fuese por lo que estaba haciendo y el motivo de esto.
-Trabajas demasiado-
-Hola mamá- respondí a la voz sin levantar la cabeza de la mesa. Su mano recorrió mi espalda igual que hacia en los primeros meses de pesadillas tras la muerte de mi padre.
-Clara esta con Alejo- comento mientras se sentaba a mi lado.
-Normal, es su hijo. ¿Cómo esta ella?, esto debe serle especialmente duro.-
Espere pero no obtuve respuesta, por lo que levante la cabeza de la mesa y la mire. Mi madre siempre había sido bonita, pero ahora rodeada de vegetación y liberada de todo lo que ocultaba estaba preciosa. La contemple admirando lo fuerte que había sido y todo lo que había pasado.
-¿Me has dicho algo?- volvió de donde se encontrase y centro su atención de nuevo en mi.
-Te he preguntado por Clara-
-Ah, pues esta bien. Sabe que lo de Alejo no es serio y se alegra de que ambos hayáis salido bien parado de un encuentro con la bestia esa.- asentí como respuesta. -Anda come- me pidió mientras señalaba el plato de pasta que había en uno de los laterales de la mesa. Comí por obligación, sin ganas y sin atención, tragaba con trabajo y sentía como con cada bocado se me cerraba cada vez más la garganta. Mi madre asentía al verme comer, eso siempre le ha hecho sentir que yo estaba sana y como sabía que en esos momentos necesitaba más que nunca verme así acabe comiéndome todo el plato, pero no sin enfuerzo.
Hacía poco que había terminado de comer cuando Clara se nos unió. Una extraña paz inundaba su rostro, algo que yo no entendía. Su hijo estaba como en coma, no sabíamos cuando volvería a recobrar la conciencia, pero ella brillaba como si hubiese alcanzado la cumbre de la perfección, entonces lo entendí. Usenko había muerto, ahora no tendría que compartir a su hijo y vivir con el miedo a que su padre lo reclamase para misiones a causa de su condición de demonio, ahora Alejo estaba a mi cargo y yo lo quería más de lo que me quería a mi misma, y ella sabía eso.
-Señora- de forma lenta aparte la mirada de Clara y la pose en Sol que reclamaba mi atención desde la puerta. -faltan apenas dos hora para su visita con el Consejo y debe prepararse. Tiene todo lo necesario en sus aposentos y ahora mismo iremos para ayudaros con vuestro cabello.-
-Tienes razón Sol, enseguida voy-
-Como gustéis- ofreció como despedida junto con una inclinación antes de volver dentro.
-Cuando termines de arreglarte no estaremos así que suerte- mi madre me sonreía pero esta sonrisa no llegaba a sus ojos.
-Suerte Nalhué-
-Gracias mamá y a ti también Clara- inspire con fuerza y solté el aire con un suspiro, me di la vuelta y seguí el rumbo de Sol.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Capitulo 27: Señora.

Miraba el reflejo de mis ojos marrones en el espejo de dos metros enmarcado en forja que cubría por completo una de las paredes de la estancia. Los cambios que había sufrido en este tiempo era más que evidentes, era de suponer que tenían algo con haber madurado y asumido situaciones bastantes difíciles, pero aun así me sentía enormemente perdida, tenía mucho que solucionar y cada vez que un problema parecía llegar a su fin otro lo sustituía. Llene mis pulmones todo lo que pude y lo deje escapar, me pase los dedos por el pelo y me senté en el borde de la enorme cama con dosel de forja que reinaba en la habitación. La puerta se abrió y entro la pequeña de las demonio, se llamaba sol y era la única soportable de las tres.
-Señora aquí esta la ropa que me había pedido- el cambio de comportamiento había sido de trescientos grados desde nuestro primer encuentro.
-Gracias Sol.- mire el camisón que llevaba puesto, raso rojo con encajes en los tirantes y el escote, claramente no era de mi estilo. -Sol,-la llame antes de saliese de la habitación tras dejar la ropa en los pies de la cama -deja de llamarme Señora.-
-Si Señora- bufe como protesta mientras ella salía.

Me acerque a examinar la ropa, realmente no confía en lo que estas demonio consideraban discreto y menos aun después de el camisón que llevaba puesto. Al parecer esta vez no estaba tan mal, unos vaqueros de talle bajo, pero los suficiente alto para poder mantenerlo todo dentro y una blusa roja algo ajustada pero llevable, al menos sin tener en cuenta el escote demasiado prominente. No tenía otra cosa que ponerme así que me vestí sin pensármelo demasiado o no lo haría. Despues entre al baño me mojé un poco el cabello para ahuecármelo con las manos. Esta lista para la rutina que había llevado durante esta semana. Recorrí con lentitud los pasillos del enorme edificio de estilo victoriano que había sido propiedad de los Onetti desde hacía décadas y que ahora tras los hechos acontecidos me pertenecía a mi. Llegue a la puerta de roble y la preocupación que ya sentía se incremento al saber lo que me encontraría cuando la cruzase. Entre y me senté junto a la cama, tome su mano y me quede mirando como sus ojos se movían bajo los parpados, no soportaba verlo así pero no podía hacer nada más y no iba a dejarlo solo. Según habían dicho solo había que dejarlo descansar, intentando rescatarme había lanzado intitules ataques de fuego, que contra otro demonio apenas tenían efecto, y menos cuando este es más fuerte que tu, se había agotado hasta este extremo y ahora solo nos quedaba esperar que descansara y estuviese listo para recuperar el conocimiento.
-Señora- la estridente voz venía de la puerta así que me gire a mirar- el consejo a solicitado verla esta misma noche.-
Sabía que esto pasaría, a fin de cuentas no solo había heredado una preciosa casa, unas sustanciosas cuentas bancarias y varios siervos incondicionales, también venía en el lote un estupendo puesto en el consejo demoníaco y en el de acuerdos con las afras. Todo ello como resultado por haber matado con a su anterior ocupante, las leyes de los demonios eran algo extrañas. Si un demonio mataba a otro sin motivo el era igualmente condenado a muerte, pero si el demonio asesinado había atacado previamente a su asesino este heredaba todas sus posesiones.
-Claro- conteste, el hombre asintió y volvió salir. -Sabe- le dije a Alejo aun sabiendo que no me oiría- necesito tu ayuda con esto, sabes que no soy un demonio, y tener una parte demonio no hace que esto sea más fácil ¿Sabes?, necesito que despierte y me expliques como salir de esta- ni un solo cambio se produjo en el. Me levante de la silla y me encamine hacía la puerta, pero antes le bese suavemente en los labios.
-Sol- llamé.
-¿Señora?- la muchacha apareció de inmediato. Resignada a que no conseguiría que me llamase de otro modo no me moleste en protestar.
-Necesito que me busques algo adecuado para llevarlo esta noche-
-Enseguida Señora- y con una reverencia desapareció envuelta en llamas.
Seguí por el pasillo principal sin saber a donde me dirigía. Habría recorrido apenas un par de metros cuando el teléfono que llevaba en mi bolsillo trasero empezó a sonar, era el primer móvil que tenía y se había convertido en cuestión de necesidad.
-Hola mamá, me alegro de oírte- lo dije de forma automática por que era la única que me llamaba.
-Hola cielo, Clara y yo vamos para ya a ver a Alejo- su voz sonaba cansada.
-De acuerdo, avisare para que no os achicharren- era lo más común que podía pasar cuando las afras se acercaban a las mansiones de los demonios.
-Gracias cielo, nos vemos pronto-
-Adiós mamá- seguí caminando como opción para despejarme. Sin darme cuenta comencé a aumentar el ritmo, cada vez mas hasta que acabe corriendo por el enorme pasillo que parecía infinito. Los cuadros eran borrones en los márgenes de mi vista y los demonios que por allí rondaban me miraban preocupados, pero a quien le importaba. El pasillo se termino en una enorme y blanca puerta doble. La empuje con toda la fuerza de mi cuerpo y el impulso de venir corriendo desde lejos. Frene en el centro de la increíble sala cuyas pareces estaban completamente llenas de estanterías repletas de libros. Me acerque a una de ellas, eran novelas en su mayoría. Pero al cambiar de estante me di cuenta que a excepción de dos estanterías el resto contenían registros de datos de los demonios. No me contó mucho encontrar una con el nombre de mi padre. En el se relataba de forma detallada toda su vida, la aparición de sus poderes y todos sus cambios, acompañados con fotos de cada periodo de su vida, esto era un gran descubrimiento que tenía que investigar con mas detenimiento, pero este no era el momento, Clara y mi madre estarían al llegar y yo tenía que encontrar un motivo para no convertirme en parte del gobierno demoníaco, tenía mucho que hacer y nada de tiempo que perder.

domingo, 21 de febrero de 2010

Capitulo 26: Cosas de demonios.

Con el corazón latiéndome en la garganta me tambaleaba escaleras abajo del lujoso hotel, con las rodillas que apenas me soportaban y menos con el peso de Alejo sobre mis hombros. Un poco antes el había recuperado algo de su estabilidad, pero seguía estando débil y era condenadamente difícil mantenerlo en píe. Afortunadamente aun no nos habíamos encontrado con nadie, pero sabía que en el momento en el que esto ocurriese sería muy difícil justificar el aspecto que teníamos ambos y los desperfectos de la habitación, así como el motivo de que sus residente hubiesen desaparecido extrañamente.
Tome una de las puertas que llevaban a las escaleras de emergencia, con un poco de suerte no nos toparíamos con nadie. Mis pies resonaban estrepitosamente contra la escalera metálica, por mucho que yo me esforzase en pisar con cuidado y mi acompañante no era de ayuda. Continué nuestro complicado descenso, los brazos me dolía por el esfuerzo y el sudor me empapaba por completo. En varias ocasiones estuvimos cerca de caer y en una de estas el vestido que llevaba puesto se había desgarrado en un tirante al engancharse con la barradilla. Estaba quejándome de mi mala suerte y regocijándome en la autocompasión cuando el ruido de unos pasos lejanos y nerviosos que subían me alertaron del posible pasillo. Me asome al hueco de la escalera y pude ver las luces naranjas que se encontraban cinco platas por abajo y acortando distancia. Asustada y demasiado cansada para usar ninguno de mis poderes intente volver por donde había venido pero ellos eran demasiado rápidos y yo llevaba demasiado peso. Lo intente de todos modos y arrastrado a mi compañero como podía me di la vuelta y comencé a subir las escaleras de nuevo, el esfuerzo me dejaba la garganta seca, tenía ganas de vomitar y estaba enormemente mareada. Conseguí llegar una planta más arriba, donde había otra de esas puertas que llevaban al interior del hotel. Entre de nuevo, mis pies se enredaron con la moqueta y me caí de bruces contra el suelo arrastrando el cuerpo semiinconsciente conmigo. Casi me era imposible volver a levantar a Alejo que cada vez parecía pesar más, lo arrastre como pude pasillo adelante, cuando llegue a otro pasillo que giraba a la derecha cinco o seis metro mas adelante no me lo pensé y fui directa a el. Nada más dar la vuelta en la curva el sonido de la puerta metálica que daba a las escaleras me alerto, hice acopio de fuerzas y tire más fuerte de mi compañero, las sombras de varios cuerpos cruzaron el pasillo principal que nosotros habíamos dejado atrás. En es momento me di cuenta de que si conseguía girar la curva que había delante de mi conseguiría ocultarme y seguir avanzando. Los brazos me dolían y tenía calambres por todo el cuerpo, las gotas de sudor bajaban y dibujaban caminos por mi espalda descubierta, las cenizas se habían quedado adheridas en algunos partes de mi piel y los rizos se me pegaban a la cara, las lagrimas por el esfuerzo me resbalaban por las mejillas, estaba cansada, asustada y bastante traumatizada, pero no pensaba rendirme. Cual fue mi decepción cuando al dar la vuelta a ese maldito pasillo me encontré con la puerta de una habitación, nada más ni una salida, ni otra opción que una triste ventana por la que pude comprobar los veinte pisos que nos separaban del suelo. Los pasos nerviosos volvieron a sonar esta vez acompañados de voces impacientes, resuellos de cansancio y exclamaciones de descontento. La desesperación se apodero de mí y comencé a golpear la puerta de la habitación mientras rogaba a sus posibles ocupantes que nos abriesen, como es evidente esto no hizo otra cosa que alertar a nuestro perseguidores de donde nos encontrábamos. En cuestión de segundos el pequeño rellano del pasillo fui invadido por una quincena de cuerpos altos y bien formados aunque las edades eran diversas, desde los diecisiete a los cuarenta años calculé. Las fuerzas me abandonaron por completo y las lagrimas de esfuerzo se convirtieron en un torrente violento que me oprimía la garganta. Me deje caer en el suelo y con la poca energía que me quedaba me acerque hasta el cuerpo de Alejo, le coloque la cabeza en mi regazo mientras con los dedos peinaba su cabello castaño. Siempre he sido una luchadora, pero incluso las fuertes luchadoras tienes sus malos momentos y este era el peor momento para mí, me sentía tan pequeña e insignificante, no importaban mis poderes que el cansancio me impedía usar, y tampoco ninguna profecía que no podría salvar y que solo me había causado problemas, cerré los ojos y espere el final.
Golpes amortiguados contra el suelo me hicieron abrir los ojos de nuevo, ante mí se postraban los quince hombre con una rodilla clavada en la moqueta, alce la cabeza y los mire desconcertada.
-Que tu chispa prenda con fuerza nueva señora, nuestro fuego te será fiel hasta tú final- sus voces monocordes me dejaron estupefacta y la solemnidad del juramento me bloqueo por completo.
En mi regazo los preciosos ojos naranjas de lo que sin poder evitarlo me había enamorado se abrieron y pestañearon.
-Esa eres tú- susurro su propietario temblando antes de caer en la inconsciencia.

miércoles, 17 de febrero de 2010

¿Les gustan los rol?

Pues si la respuesta es sí les traigo uno que a mi me encanta.
Se trata del internado White storm, y como su propio nombre indica es un internado, en esta caso para niñ@s bien y chic@s becados. Entre sus anticuisimos muros se enconden millones de historias y aventuras por vivir, pero eso depende simplemente de vosotros. Os invito a pasaros.


http://whitestorm.foroactivo.net/



martes, 16 de febrero de 2010

Capitulo 25: Lenguas azules.

Chicas siento los retrasos y demás, pero estoy con examenes y tengo la cabeza un poco en todas partes y al final pues no doy para todo. En un tiempecito dejare parado los personajes, pero luego seguire y no voy a dejar de públicar capitulos. Deciros tambien que ha esto ya le queda poco, son treinta y un capitulos más el epilogo así que imaginat. Agradeceros tambien a todas, y si hay algun chico tambien a el, las que seguis mi historia, es un placer llevaros de compañeras en este viaje y espero que tambien lo sea para vosotros. Un beso grandote
Arae


Jadeante y agotada me deje caer en el suelo aun asida por las dos chicas que me habían estado sujetado durante la supuesta ducha, porque me habían lavado igual que aún coche. El agua fría se proyectaba sobre mi piel con punzadas de dolor, me castañeaban los dientes mientras la tercera de las demonio me frotaba con una esponja como quien limpia los cristales, pero no me queje, porque a fin de cuentas no serviría de nada.
Tras la ducha me rizaron el pelo, con lo que hicieron un increíble trabajo la verdad, marcaron cada rizo con un gran cuidado, haciéndolos perfectos y definidos, por lo que aunque el pelo me había clareado bastante durante este extraño periodo además ahora parecía mas claro aun, casi rubio dorado. También me maquillaron, aplicándome potingues y cosas que no había viso en mi vida, si querían hacer que alguien pensara que todo esto era por decisión mía se equivocaron con este paso. Para vestirme me dieron un precioso vestido de corte a media pierna, que marcaba la cintura y el pecho y se ataba en el cuello, pero ahora gracias a todos ellos odiaba el color, era violeta.
Después de todo esto me arrastraron a la habitación de nuevo. Alguien la había limpiado y ventilado en nuestra ausencia. Yo me prepare psicológicamente para que me ataran de nuevo a la cama, pero en lugar de eso me llevaron hacia la mesa con dos sillas que había en un extremo de la estancia. Me sentaron allí y allí permanecí. Los minutos se desperezaban lentos y distantes y yo estaba tan nerviosa que si hubiese tenido fuerzas estaría saltando. Los murmullos se la habitación paralela me estaban trastornando, podía sentir claramente que Alejo estaba al otro lado y eso impacientaba aun más. Mi atención se centro en escuchar ellos murmullos e intentar averiguar algo de ellos, empezó entonces a escucharse claramente lo que decían.
-Es tu obligación y debes cumplirla no me vengas con gilipoyeces Alejo.-
-Usenko, no lo voy a hacer, es mi última palabra.-
-Sabes que a mi tu palabra me importa poco. Y ¿Qué es eso de llamarme por mi nombre?- estaba realmente enfadad.
-No pienso llamar padre a alguien como tú, se de que pasta estas echo y no quiero se igual.-
-Puedes ser como quieras, incluso si no quieres admitir que soy tu padre es cosa tuya, pero ante todo eres un demonio y como tal estas a mis ordenes, además se me ocurren buenas formas para convencerte. Chicas- la última palabra sonó como si hubiese pegado la cabeza al altavoz de una ambulancia.
Fue entonces cuando me di cuenta de que había estado usando mis extraños y difícilmente controlables poderes. La ducha debía de a ver limpiado de mi los polvos que Usenko había estado espolvoreándome todos los días. A su llamada las demonios se hicieron levantarme, esta vez no me sujetaron por lo que yo trastabillaba torpemente con las sandalias de tacón negras que me habían puesto. Sin estar tan débil me habría caído con ellas así que estas condiciones no podía ser menos. La puerta se abrió cuando yo me arroje sobre ella y caí de rodillas en la alfombra de la habitación contigua. Alejo se precipito rápidamente a recogerme del suelo y sentarme a su lado. Mientras miraba la cara del cerdo sentado frente a mi me contenía para no hacerlo desaparecer, pero no era el momento, estábamos completamente rodeados de sus hombres y nos matarían sin pensarlo.
-Bueno aquí esta la florecílla, y claramente es malva- se río de su estúpida broma.- bueno las cosas están así guapa, o Alejo acepta ser el padre de tus hijos, o busco a alguien que te los haga, y te aseguro que no faltan candidatos.- me estremecí de asco al escucharlo hablar. -Yo se que tu preferirías que fuera él, por todo esa historia del amor y demás, pero si el no quiere tendré que tomar medidas- no sabía que hacer, tenía cada vez mas ganas de hacer que ardiera en llamas o algo por el estilo, pero seguía sin ser el momento, mis divagaciones se rompieron cuando la voz en grito de Alejo las interrumpió.
-!Jamás, ¿me has oído bien?, jamás?.-
-Muy bien hijo, no me dejas otra opción.- los guardias que hasta ese momento habían permanecido tan exánimes que parecían estatuas cobraron vida y lo cogieron arrastrándolo hacía atrás. Usenko me arrastro de nuevo a la habitación y despachando a las demonio me arrojo sobre la cama. Asco era todo lo que sentía disipando incluso el miedo á que le pasase algo a Alejo. La piel me picaba revelándose contra el contacto indeseado que sin lugar a dudas iba a sufrir en breve mientras veía a mi captor desabrocharse la camisa. Había estado tanto días encadenada a esa cama que me costo recordar que ahora era libre. En cuanto fui consciente de ello me levante y huí. El me persiguió por la estancia, su frente perlada de sudor provocaba arcadas en mi estomago, intente abrir la puerta de la habitación para huir, golpeé la fuerte madera con ambos puños porque no era capaz de pensar nada mejor. Sentí su aliento en la nuca y sus ojos recorriendo las curvas de mi cuerpo, me gire rápidamente para poder defenderme, pero me había acorralado contra la puerta. Su blanca sonrisa me recordaba a un lobo hambriento, con las sudorosas manos busco mi cintura, pero en el momento en el que me toco llamas azules comenzaron a deslizarse por mi cuerpo, pasando al suyo, lamiendo cada parte de su piel, consumiéndolo en el fuego de mi odio y convirtiendo en un montón de pálidas cenizas a mis pies.
Salí corriendo de la asquerosa habitación cuyo olor a muerte me retorcía las tripas. Nada más entrar en la otra estancia todo el mundo se paro de lo que estaba haciendo y las miradas se posaron en mí. Alejo colgaba inconsciente de los brazos de uno de los bárbaros que me habían custodiado.
-¡Arded!- grite dejando claro con mis pensamientos a quien iba dirigida esta orden. Sin más todos los que se encontraban en la habitación fueron sustituidos por grupos de cenizas, en uno de estos cayó el joven demonio aun sin conocimiento.

domingo, 14 de febrero de 2010

Capitulo 24: Cautiva.

Un miedo que no había conocido hasta ese momento me invadió al encontrarme entre las manos del hombre, o mejor dicho demonio, que mato a mi padre. Como algo que no podía dominar las lagrimas saltaron de mi ojos y rectaron por las mejillas hasta las manos de mi raptor.
-Tranquila pequeña- su voz se parecía tanto a la de Alejo que comencé a temblar- no te haré daño, al menos hasta que consiga de ti lo que quiero.- la risa que salio de su garganta resonó en mis oídos dejándome la certeza de que la oiría muchas noches en mis pesadillas.
De lo que ocurrió después apenas si me entere de nada, el miedo se oprimía en mi garganta mientras ese ser se regocijaba en su triunfo, los miembros de su grupo, porque alguien como el nunca iría solo, se movía de un lado a otro como eficientes hormiguitas cumpliendo ordenes exactas. Ninguno de los poderes que había descubierto en mi servia por más que lo intentase y la desesperación que me producía cada intento fallido se acumulaba haciendo más difícil el controlarlos. Me encontraba atada y amordazada contra el mismo banco donde me había dejado capturar, la frustración me inundaba de pies a cabeza y la estridente voz de aquel maldito tipo me daba dolor de cabeza, en un principio me había parecido igual que la de su hijo, pero me equivocaba, le faltaba la ternura y la alegría que la suya desprendía.
-No quiero tonterías, debemos llevar a la chica al hotel y cuidar de que no se escape. Mi hijo no es problema, en cuanto sepa que la tenemos vendrá a buscarla como una llamita apagada.- todos asintieron ante la orden de su jefe y se pusieron en marcha. Dos tipos me agarraron cada uno de un brazo, yo forcejeé al principio, provocando el enfado de uno de mis opresores que en un arrebato de furia hizo aparecer una llama naranja en la palma de su mano. Su amenaza no me asusto para nada, pero en la llama pude ver la imagen de Alejo llegando a donde nos encontrábamos, sabía que no tardaría mucho y no podía permitir que lo atrapasen también a el, me tragué el orgullo y me deje llevar. Cuando afloje por completo la resistencia de mi lucha las llamas nos lamieron las piernas si llegar a tocarnos, en apenas unos segundos todo lo que me había rodeado se esfumo dejando a su paso un intenso fuego naranja.
El mobiliario de un hotel apareció ante mes ojos, aunque más propio sería decir que nosotros aparecimos en el centro de la habitación. Mis opresores me arrojaron a la cama y me ataron a esta mientras el líder me espolvoreaba unos polvos que me hicieron estornudar.
-Esto hará que no queme las cuerda o utilice cualquiera de sus poderes para escapar.-
-Pero señor- protesto uno de los que me habían sujetado y que tenía pinta de pensar con los músculos que no le faltaban -si es un simple niña aunque se la profetizada no es ni un demonio ni una afra completa.-
-Estúpido por eso mismo, no entiendes que no conocemos de lo que es capaz ni los poderes que esconde. Para vencer a tus enemigos tienes que anticiparte a ellos.- su vasallo escarmentado bajo la cabeza y acompañado por su compañero abandonaron la habitación en pos del resto de los miembros del grupo, dejándome a solas con el Señor Onetti, del cual desconocía su nombre.
-Al parecer mi hijo al fin cumplió la misión que le encomendé, ya era hora ¿Sabes la de tiempo que lleva buscándote?. Y el muy imbécil lo deja todo por ti después de tanto trabajo. En eso se parece a su madre, te lo aseguro. Pero bueno, el caso es que el trabajo esta hecho, tu estas aquí y él lo estará pronto, entonces hará lo que debe, o si no será peor para ti.- la risa sustituyo las palabras de su garganta haciendo que me estremeciera, deseando por igual que Alejo me rescatara y que se alejara no mas posible de este monstruoso ser, aunque fuese su propio padre.
Tras este primer encuentro sus visitas fueron continuas y cada vez mas desagradables. Mi cuerpo no soportaba la postura en la que llevaba atado una semana completa, con breves excursiones al baño, de las cuales al volver el dolor que me invadía se amplía al ver la cama. En ese periodo de tiempo apenas había bebido, y mucho menos comido, me sentía desfallecer con cada movimiento que realizaba y el sudor perlaba mi frete y recorría mi espalda. Era este mismo sudor el que había estado empapando durante este tiempo, provocando que hasta a mi misma me diesen arcadas mi propio olor corporal. Lloraba y pataleaba dentro de mí, pero nunca lo hice en su presencia, era consciente de lo mucho que disfrutara ese maldito canalla de mi sufrimiento, por lo que apretaba los labios aguantando los calambres que me sacudían y maldecía en silencio.
La única presencia que veía aparte del tipo ese era la de sus perros de pelea, es decir los dos musculitos que me habían arrastrado hasta allí. Ese cambió fue el que el octavo día de mi cautiverio hizo que me sin poder evitarlo un nudo se aferrase a mi estomago. Un nudo que aumente cuando en las tres chicas que entraron percibí de forma sutil el inconfundible aroma de Alejo, estaba totalmente segura de que era de el porque estaba mezclado con un pequeño toque a algodón de azúcar, no había duda. Las jóvenes sonreían y reían como locas al señor Onetti que las acompañaba. En cuanto estuvieron suficientemente cerca para verme y antes de que lo hicieran cerré los ojos y me hice la dormida.
-Joo Señor, ¿no podemos dejarla así?- escuche la lastimera petición sin saber si eso era bueno o malo para mi.
-No Susana-río el aludido- por muy destrozada o por muy mal que huela- su cara de asco se noto en la voz- Alejo la ama y eso no lo cambiara.
-Pero será más fácil para nosotras- intervino otra provocando que las otras riesen.
-Bueno chicas cambiemos de tema- se acerco hasta la cama y me tiro de un pie- Despierta bella durmiente, te he traído una sorpresa- abrí los ojos con pereza y encontré a los cuatro a los pies de la cama mirándome, todos con asco, pero el de ellas era diferente, los celos se pintaban en sus rostros, que la verdad eran bastante bellos.
-Estas son las tres únicas demonios vivas, eran cuatro hasta que tu madre atravesó a la mayor. Están aquí para asearte y adecentarte un poco.- no me lo podía creer, pero había sido lo suficientemente amable como para no hacerme pasar por el mal trago de ser lavada por los brutos que solían velarme.
Sin más palabras él se fue y me dejo con en las manos de las tres chicas. Se acercaron a la cama y me fueron desatando sin ningún cuidado, las marcas en carne viva que me había hecho las cuerdas al intentar moverme me escocían a más no poder y las lágrimas amenazaban mis ojos.
Apoyada en los hombros de la que al parece era Susana y una tal Marina, que había sido la segunda que había hablado, me llevaron hasta el baño. Sin ningún tipo de sutilizas me arrancaron la ropa que estaba asquerosa y me empujaron al plato ducha. El agua fría me espabilo y aclaro mis idas, algo que debía haber sido evidente me azoto en este momento como un látigo de siete puntas: Alejo había venido a búscame, ahora los dos estábamos perdidos.

jueves, 11 de febrero de 2010

Premio

PREMIO CAZADORA DE IMAGENES



Pues es sencillo, este premio es para aquell@s escritor@s de blog que estan buscando a sus personajes.

Intrucciones:

1-Agradecer a quien te lo dio.

2-Decir el motivo por el que estas buscando a tus personajes.

3-Entregar el premio a alguien que tambien este a la caza.

y el premio es para Dani de el lector de mentes: http://eldm.blogspot.com

miércoles, 10 de febrero de 2010

Capitulo 23: Primer Encuentro

-Alejo, yo, pues no se que hace aquí- los dos miramos instintivamente a Luís.
-He venido a protegerte- todo era cada vez más raro.
-¿A protegerme, pero tu, comó tu?-
-¿Desde cuando eres de confianza? Estoy seguro que estas aquí por tu madre- las acusaciones de Alejo me estaban atontando más aun, no entendía de que narices estaban hablando estos dos.
-Yo no he venido por mi madre, aunque no se si se puede decir lo mismo de ti y tu padre, me han informado de tu misión, y veo que casi la has conseguido.-
-Mira gilipollas métete en tu asuntos-
-¿A quien llamas gilipollas, idiota?- la cosa se estaba calentando y cuando me fui a dar cuenta estaban peleándose.
-¡Quietos!- ordene intentando utilizar la sumisión, el resultado fue inmejorable, ambos se quedaron congelado con el puño de Alejo a pocos centímetros de la nariz de Luís.
Me tome mi tiempo para inspirar y espirar, soltar los músculos y suspirar antes de volver a prestarle atención a los chicos que seguían en las misma posición. -Bueno ahora os dejarle volver a moveros, pero no quiero más escenitas ni tonterías o yo misma me encargare de churrascaros a ambos ¿entendido?- evidentemente no conseguí ninguna respuesta de los rostros petrificados a los que me estaba dirigiendo, pero sabía que me estaban escuchando.
Normalmente les habría ordenado que volvieran a moverse o algo por el estilo, pero por puro instinto hice un pase con la mano delante, de forma automática ambos volvieron a moverse.
Sus quejas y discusiones afloraron al instante, pero antes de que dijeran nada les corte.
-¡Silencio! Aquí solo hablo yo- los dos me miraron con los ojos como platos, pero no dijeron nada más. -Ahora vamos a entrar, sentarnos y discutir esto como personas, demonios, o lo que sea cada uno.-
Ambos desfilaron delante mía entrando en el apartamento, mientras Alejo refunfuñaba sobre porque tenía que dejar a Luís entrar en su casa.
-Vale, ahora ¿Qué es todo eso de tu madre?-
-Bueno antes de nada, yo he venido a decirte que Alejo es un demonio y tenia como misión conquistarte para que accedas a convertirte en su pareja y así concebir un demonio que sea capaz de reproducirse sin las afras, porque tu eres la anunciada en la profecía, aunque claro tu no sabes lo que es una afra y los demonios tampoco son lo que piensas, pues buena una afra…-
-Luís,-le corte antes de que me hiciera un resumen de todo lo que había descubierto en los últimos meses- ya se todo eso, se lo que es una afra y un demonio, se lo de la misión de Alejo y se lo de la profecía, lo que no se es que haces tu aquí y que es la historia esa de tu madre.-
-Su madre es Aspir- atajo Alejo.
-¡¿Qué?!- no era capaz de salir de mi asombro.
-Y estoy seguro de que el tenía la misma misión que yo pero para las afras- la acusación de Alejo me hizo mucho daño.
-¡Estas loco!- le grite sin poder contenerme - lleva en mi clase todo la vida, nadie puede ser tan retorcido como para preparar un plan a tan largo plazo, y además ni siquiera Aspir sabía quien era yo ¿Verdad Luís?- los preciosos ojos azules de este encontraron en suelo como punto de apoyo, como única respuesta. La desesperación me embargo de pies a cabeza y me deje caer en el sofá mientras las lagrimas corrían por mis mejillas a causa de la impotencia.
-Nalhué, lo siento tanto, te juro que no sabía nada del plan de mi madre hasta, bueno hasta aquel día en que me dijiste que querías estar sola, ese mismo día mi madre me llamó, llevaba mucho tiempo sin verla, sus visitas siempre han sido ocasionales y en ellas me hablaba de mi condición de afra y de lo diferente que era por ser un chico, hasta ese día siempre me había dicho que nunca podría tener descendencia, pero ese día me contó quien eras tu y lo que eso conllevaba. Como sabía lo que yo sentía por ti me dijo que te conquistase, así tendría a la mujer que amaba, la posibilidad de tener descendencia y gran poder dentro de nuestra comunidad, pero te juro Nalhué que yo me negué. Luego para provocarme ella me contó lo que estaba haciendo Alejo, no quería decir nada a tu madre porque sabía que esto iría en contra de sus intereses. Con el tiempo Alejo desapareció así que no me preocupe más por el tema y seguí me vida con mis tutores, pero luego desapareciste tú y me desespere, hice algo que nunca había hecho antes, recurrir a mi padre demonio, o más bien intentar averiguar quien era, pero no tuve suerte. Finalmente conseguí averiguar que Alejo tenía este apartamento y como no tenía otra pista me vine para aquí.-
Yo no me moví de mi posición me limite a taparme la cara con las manos.
-¿Pero como podía saber Aspir que yo era la chica de la profecía, es más como podíais todos saber que era una chica?- murmuré con mi voz cascada. La reacción de los dos fue idéntica, su atención se clavo en mi incapaces de encontrar respuesta para mi segunda pregunta, pregunta que al parecer nadie se había planteado hasta el momento, por su parte Luís respondió a la primera.
-Seguramente tuvo una visión- la sorpresa no fue suficiente para hacerme cambiar de postura, estaba demasiado cansada de todo.
-¿Tiene visiones?- pregunto Alejo.
-Por eso es la Sacerdotisa- le contestó el afra dando a entender que era evidente.-Pero seguro que no se lo dijo a nadie porque no le interesaba tener a nadie en su camino.- esta vez se dirigió a mí, pero yo seguí sin mirarlo.
-¿Y mi otra pregunta?- en esta ocasión nadie me contesto. Me levante y me fui al dormitorio cerrando la puerta a mis espaldas. Desde el salón me llegaban las voces apagadas de lo chicos que discutían en susurros, podría haber utilizado mi oído para saber lo que decían, pero realmente no me interesaba. A los pocos minutos los murmullos se apagaron y la puerta de la calle se abrió para cerrarse de nuevo.
Las lágrimas y el silencioso llanto fueron sustituidos por el sopor y un pesado sueño.
Un olor almizclado me llego haciéndome volver a la realidad. Por la ventana entraba la luz de la farolas en la noche, por lo que supe que había dormido horas. En la oscura habitación una luz naranja flotaba, bajo ésta Alejo me observaba sentado en un sillón.
-Estoy tan cansada de esto- musite con la cabeza en la almohada -tan cansada de que nada sea lo que parece y de que todos tenga secretos escondidos, tan cansada de que nadie me diga la verdad, harta de que todos sepan más sobre mi misma que yo.-
Alejo asentía desde el sillón mientras removía sus cabellos castaños con la mano.
Cegada por la locura salí corriendo de la habitación y del apartamento. Corrí por las calles vacías de Italia, corrí hasta agotarme, hasta no sentir las piernas, hasta perder la conciencia del espació y del tiempo, y finalmente agotada y perdida me deje caer en un banco con los susurros de la oscuridad a mi alrededor. El calor que inundaba mi cuerpo a causa del ejercicio fue desapareciendo poco a poco, dejándome sudada y expuesta a la temperatura de la noche que era extrañamente fría. El viento laceraba mis brazos al descubierto erizándome la piel. Me sentía distante y mareada, me arrepentía cada instante más de la tontería que acababa de hacer y ya que no tenía, al menos que yo supiese, ningún poder que me ayudase a orientarme, confiaba en que alguien viniese a rescatarme de mi propia estupidez.
Cerré los ojos para ahuyentar el cansancio, deje caer la cabeza hacía atrás y me perdí en los pocos recuerdos que aun conservaba de mi extraña infancia. Percibí el agradable olor que Alejo desprendía y me recree en lo que este me transmitía, sin abrir los ojos note como se acercaba a mí, como el calor de su cuerpo inundaba el mío a cada paso que daba, su mano toco mi rostro y me rozo los labios, finalmente la apretó con fuerza contra mi boca impidiéndome casi respirar. Extrañada y desconcertada a partes iguales abrí los ojos para toparme con una intensa mirada de color naranja que desprendía avaricia y frialdad, los rasgos que la acompañaban me eran totalmente conocidos, el pelo castaño, los labios carnosos, pero los años había pasado por esto dejando algunas canas y borrando la perfecta sonrisa. Acababa de conocer de primera mano al Señor Onetti, y no me alegraba en absoluto de ello.

lunes, 8 de febrero de 2010

Capitulo 22: Inevitablemente impresionada.

Los sueños que ocuparon mi noche no tenían nada que ver con los oscuros borrones que habían sido, en estos cedía a mis instintos más salvajes, y estaba segura de a ver gritado el nombre de Alejo en mas de una ocasión. Cuando abrí los ojos su sonrisa confirmo mis sospechas. Estaba tumbado a mi lado, con el codo apoyado en la almohada y la cabeza en la mano, sus inquietantes ojos naranjas no perdían detalle de mis movimientos.
-Parece que no eres tan buena como aparentas.- dijo en cuanto se dio cuenta de que estaba despierta.
-No- mi repuesta fue breve, porque a continuación y con una rapidez que no había experimentado antes, lo empuje haciendo que se tumbara en la cama y me puse a horcadas sobre el.
-Cuando quieras te lo demuestro- le susurre en el oído en una actitud muy poco propia de mí, pero que mas me daba.
Su respuesta no fue la que esperaba, y tampoco la que esperaba el. Prácticamente de forma automática note como la presión bajo mi entrepierna aumentaba. Nunca antes había estado tan cerca de un chico, y no puede contener una tremenda carcajada, me deje caer a su lado sujetándome la barriga.
-Deja de reírte de mi- me regañaba Alejo mientras me hacía cosquillas, yo rodee su cadera con mis piernas; se acerco para besarme cuando la puerta que venía del dormitorio se abrió y una somnolienta Clara apareció por ella. Inmediatamente solté a Alejo y me levante de la cama. La afra ni nos miro en su trayecto hacia el baño, pero aun así yo puse rumbo a la cocina. Antes de llegar Alejo me cogió por la cintura y como si fuese una delicada hoja me dejo sobre la encimera.
-¿Qué quieres para desayunar?- pregunto con su mejor sonrisa temiendo que mi buen estado de humor se hubiese esfumado. En lugar de responder le conteste con otra pregunta.
-¿ Y esa demostración de fuerza?-
-Es algo normal en mi especie- me respondió mientras apretaba los puños para marcar sus músculos- y a lo que iba ¿Qué quieres para desayunar?-
-¿Qué puedes preparar sin envenenarme?- su cara se transformó en una mascara de seriedad.
-Discúlpeme señorita, pero soy un experto cocinero.-
-Alejo lo tuyo es el fuego, no los fogones- le corto su madre que volvía del baño - y Nalhué si quieres un consejo no te arriesgues con algo más haya de unos cereales.- la risa que salio de mi garganta en respuesta se escucho en todo el bloque de pisos, mientras Alejo se ponía cada vez más, y más rojo.
Conseguí sofocar mis carcajadas para tragar, no sin esfuerzo, los cereales que finalmente yo misma me prepare. Clara y mi madre habían salido para intentar averiguar que había ocurrido con las afras después de nuestro encuentro, Alejo se había empeñado en acompañarlas, así que después de cerrar el sofá cama los tres se habían marchado.

Me senté en el sofá y me quede mirando fijamente hacía ningún sitio. No tenía ningún libro a mano y apenas entendía lo que decían en la televisión, así que no tenía nada mejor que hacer. Ante mis ojos aburridos empezaron a aparecer líneas y puntos que se mezclaron para formar imágenes, delineando unos profundos y bellos ojos azules que tan bien había llegado a conocer en los últimos meses, acompañados por unos carnosos y rosados labios.
-Luís- suspire mientras retiraba la mirada de la garra de agua que había estado mirando y donde había aparecido mi amigo. Realmente le extrañaba, el resulto ser la única parte normal en mi extraña existencia, supuse entonces que la añoranza había activado uno de mis dones y por eso lo había visto en la visión, el sonido del timbre interrumpió mis resoluciones.
Me arrastre hacía la puerta y cometí la idiotez de abrirla sin preguntar quien era, aunque tampoco importo. La puerta de madera fue sustituida por los conocidos rasgos que había observado un rato antes en el agua.
-Luís- dije sin aliento irremediablemente impresionada por la inesperada visita.
-Te he echado de menos pequeña- me dijo justo antes de abrazarme, yo le devolví el abrazo desprendiéndome de toda la añoranza que me había invadido segundos antes.
-¿Qué hace este aquí?- la voz envenenad de Alejo me sobresalto entre los brazos de mi reencontrado amigo.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Buscando a Adriana

y las propuestas son:


Michelle Pfeiffer


Marg Helgenberger

Os dejo la encuesta arriba. Vosotras decidis.

Capitulo 21: Aclaraciones necesarias.



Os presento de forma oficial a Alejo Onetti

Capitulo 21: Aclaraciones necesarias.

Cruzamos el umbral de apartamento. Las miradas de recelo entre mi madre y Alejo se habían sucedido durante todo el camino de vuelta, supongo que el asunto de que Andrea hubiese atravesado a la enviada del padre de Alejo no estaba del todo olvidado.
Clara ayudo a mi madre, que aun temblaba, a sentarse en el sofá. A mi no me parecía que la batalla, por decirlo de algún modo, hubiese sido para tanto, pero supongo que la presión que sufre una afra al separarse de sus hermanas y su sacerdotisa no es poca. Una vez Andriana estaba sentada, su hermana, porque a fin de cuentas ambas eran afras puras, se dejo caer a su lado.
-Siéntate por favor- le pedí a Alejo que estaba a mi lado. Me miro con sus preciosos ojos, pero no se movió ni un milímetro.- No me hagas obligarte, no quiero forzar tu voluntad.-
-¿Forzar su voluntad?- la voz de mi progenitora sonó incrédula.
-Sumisión- aclaro Clara.
-¿Pero ese es un poder de demonios?- continuo mi madre.
-Si, pero ella lo posee, y puede utilizarlo tanto con demonios como con afras-
-Y mi sumisión no funciona con ella,- yo mire a Alejo con total desconcierto, no tenía ni idea de que me estaba hablando, pero sus siguientes palabras alimentaron el recuerdo -cuando le ordeno algo solo me dice, “no me da la gana”- la escena que se desarrollo en mi habitación un par de meses a tras aconteció de nuevo en mi mente, menuda memoria gastaba este chico.
-Bueno dejemos el tema de los poderes para más adelante, ahora hay otras cosas que necesito aclarar.-
Clara contó de nuevo la historia de cómo su pequeño, que ya no era tan pequeño, se había quedado con ella en lugar de marchase con los otros demonios como correspondía y como mi padre había sido su tutor. Cuando llegamos a la parte en la que en señor Onetti se llevo a su hijo interrumpí a la narradora.
-¿No volviste a saber nada de Alejandro verdad?- ella negó con la cabeza,- ¿Y tu, mamá?-
-Nada, en este periodo ya pesábamos que no tenías poderes, así que decidimos, o más bien nos obligaron, a seguir cada uno con nuestro grupo, yo cuidaría de ti, aunque estoy segura de que el no lo habría permitido, adoraba a su pequeña. Entonces murió en extrañas circunstancias, y tan extrañas, porque es muy difícil matar a un demonio.- todos la mirábamos expectantes mientras ella seguía hablando, aunque parecía mas pensar en voz alta- Lo cierto es que en un principio atribuí su muerte a Aspir, ella es muy orgullosa y no permitiría a un demonio ganar la partida, aunque esta fuera por la propiedad de una humana, de igual modo todas las afras sabíamos que el no dejaría que se llevaran a su hija sin pelear, el caso es que tras su muerta nadie impediría que tu te quedases conmigo. Pero ella lo negó todo y finalmente la creí, y seguimos así nuestras vidas, tu perdiste a tu padre y cambiaste tanto, siempre austera y enfadada, tan sola, transmitías un continuo pesar a todas las afras que te rodeaban, pero cuando ese vestido apareció, pareció volver todo a su sitio, pasaste todo ese tiempo llorando y depuraste lo que llevabas dentro, el agua estaba en armonía contigo y tu eras pura y fresca como ella, pensé entonces que estabas desarrollando tus poderes, por fin, y que ahora podríamos vivir en paz con el resto de las hijas del gran elemento, y olvidar todo el dolor que me había ocasionado la perdida del único hombre al que he amado.- termino sus palabras envuelta en llantos, y yo no salía de mi sorpresa, resulta que mis padres se habían amado.
-Vale, ¿Quién sabe de donde salio ese maldito vestido?- pregunte un poco crispada por el gran cúmulo de mentiras y secretos que era mi vida. Como respuesta Alejo levanto la mirada de forma tímida, eso si que era una novedad.
-El vestido fue cosa mía- mis ojos se clavaron en los suyos expectantes- el de la princesa Apan fue el primer cuento que tu padre me contó, me dijo que lo había escrito para su hija, y cuando te encontré por casualidad en el instituto y te ví tan sola, tan perdida, no pude resistir la tentación de recordarte que debías escribir tu propia historia y no dejarte arrastrar por los acontecimientos.-
-Esta bien, un misterio menos,- apremie deseando cambiar de tema- si las afras no mataron a papá, solo quedan…-
-Los demonios- termino Clara por mí.- pero ¿Por qué matarían a uno de los suyos?
Las palabras se escaparon de mis labios sin que yo me diese cuenta- Porque había fallado la misión que le habían encomendado, vigilar a Alejo e informar cuando tuviese sus poderes.- todos asintieron de acuerdo, las cosas empezaban a tener sentido, bueno, si a esto le pudiese llamar sentido.
Todas las aclaraciones habían durado horas, y ya eran la una de la madrugada y todos estábamos agotados.
Alejo propuso que mi madre y la suya ocupasen la única cama del apartamento, yo esperaba que Adriana protestase, pero no lo hizo, Clara, como era su costumbre en las decisiones de su hijo, tampoco dijo nada.
Las mujeres salieron de la estancia apoyándose una en la otra, mientras yo no tenía ni idea de donde iba dormir esa noche.
El me sonrío con dulzura y como si hubiese sabido lo que pensaba le dio un tirón a la parte de abajo del sofá donde habíamos estado sentados, este se desplegó dejando a la vista una amplia cama, de la cuál yo desconocía su existencia.
-¿A la derecha o la izquierda?- me pregunto divertido, al parecer había olvidado todo lo que había ocurrido un rato antes. Yo no tenía muchas ganas de tonterías.
-Me da igual- musite. Me fui al baño y me puse la camiseta larga que utilizaba para dormir, me lave la cara y regrese.
A mi vuelta el salón estaba vacío, me tumbe en un lado de la cama, me tape con las sabanas y me oville.
Al poco rato note como la cama se hundía a mi lado.
-Tranquila, todo se va a solucionar-
-Tu padre mato al mío- esa frase bombardeaba cada parte de mi cabeza.
-Lo sé- su voz cambio- y no se lo perdonare, Alejandro se comporto conmigo como un padre, mientras que el mío ni si quiera venía a verme.-
Me incorpore un poco para mirar a mi interlocutor, tenía los codos apoyados en las rodillas y la cabeza reposaba en las manos, mientras los cabellos castaños se enredaban entre los dedos. Sus vaqueros habían sido sustituidos por un pantalón de pijama y su camiseta había desaparecido. Sería por la sensibilidad el momento, o porque era para eso y más, pero el caso es que no podía apartar los ojos de sus musculosos brazos. Me acerque un poco más y abrace sus hombros desnudos, era el primer gesto cariñoso que yo le dedicaba desde que nos conocíamos, y no le paso desapercibido. Levanto la cabeza y me dedico una dulce mirada, a la que siguieron sus apasionados besos, que calmaron todo el dolor que se había desatado en mi interior; me envolvió con sus brazos, y caímos en la cama, me retiro con cuidado el pelo de la cara y lo hecho hacía atrás.
-No te preocupes, no te dejare sola.-
-No te dejaría-
Y abrazados entre promesas nos quedamos dormidos.

La muerte de la virgen (Il Caravaggio)

La muerte de la virgen (Il Caravaggio)